Medicina
¿Te cuesta dormir? Podría ser el calor... o las bacterias de tu intestino
Un estudio científico apunta que la microbiota intestinal puede causar insomnio o protegernos de él y que, a su vez, los patrones de sueño afectan a los microorganismos de nuestro intestino
La microbiota está de moda. Lejos quedaron aquellos tiempos en que las revistas de “salud” y fitness hablaban de la flora intestinal. Puede que sus consejos (más folclóricos que científicos) no hayan cambiado, pero ahora ondean una etiqueta menos grosera y las revistas hablan de “microbiota”. Se trata de un concepto científico, de eso no cabe duda: la colección de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo, ya sea en el intestino, en la piel o donde buenamente logren sobrevivir. Y, por supuesto, sabemos que su estado guarda una estrecha relación con algunos aspectos de nuestra salud (incluso más allá del las fronteras del sistema digestivo). La microbiota se ha convertido en nuestra salvadora y verduga. Culpable de lo bueno, de lo malo y, ahora, de nuestro sueño según un estudio publicado en General Psychiatry.
La investigación ha sido realizada por varias instituciones entre las cuales se encuentra la Universidad de Nanjing o la de George Mason. Y, aunque es pronto para sacar conclusiones rotundas, sus experimentos sugieren que el estado de la microbiota puede ser un factor de riesgo o protector para desarrollar insomnio. Y, lo que es más, que el insomnio puede, a su vez, condicionar el estado de la microbiota. Porque cuando descubrimos que existe una correlación entre dos cuestiones (que tienden a presentarse juntas), nos preguntamos si una es la causa de la otra o la otra de la una pero, en ocasiones como esta, cabe la posibilidad de que ambas sean causas y se retroalimenten.
Sí, pero… ¿cuánto?
Para este estudio, los investigadores estudiaron a 386.533 personas con insomnio pertenecientes a una investigación previa que ya había analizado su genoma. Asimismo, sumaron a 26.548 sujetos cuyo microbioma había sido estudiado. Hablamos, por lo tanto, de una amplia cifra de individuos que dan robustez a los resultados. Y, efectivamente, de los 71 grupos de bacterias analizados en todos los sujetos, 14 parecieron estar más presentes en los casos de insomnio. Otros 8 grupos, en cambio, mostraron la relación causal opuesta, siendo más presentes en los pacientes con menos episodios de insomnio. Dicho de otro modo: ciertas bacterias parecían causar insomnio mientras otras reducían el riesgo. Ahora bien, que exista una relación no significa necesariamente que sea muy relevante. Mi soplido contribuirá a las características de una brisa, pero su aporte será despreciable.
Pues bien, en este caso, los 14 grupos de bacterias aumentaban en riesgo de insomnio entre un 1 y un 4%. Los ocho grupos que lo reducían, en cambio, lo hacían entre un 1 y un 3%. Esto es: bastante poco. Y es cierto que todo suma y que, aunque sea menor, el efecto parece estar ahí. Sin embargo, si comparamos la contribución de la microbiota al insomnio con la de otros factores como la ansiedad o el calor, un 1% no parece que vaya a prevenir que “traguemos techo” en pleno agosto madrileño tras tener una crisis existencial.
Cuidando nuestras bacterias
La otra parte del estudio, como decíamos, consistió en estudiar el efecto que tenía el insomnio en dichas bacterias porque en la naturaleza hay muchos procesos que se retroalimentan, algunos potenciándose como una bola de nieve que crece al rodar colina abajo; otros, moderándose como cuando el calor dilata nuestros vasos sanguíneos y nos ayuda a perder temperatura. En este caso, los investigadores encontraron una compleja mezcla que dependía, en buena medida, del microorganismo estudiado.
Es cierto que, en términos generales, el insomnio redujo la abundancia de 7 grupos de bacterias en el intestino de los sujetos entre un 43% y un 79%. Esto sería como pasar de una población de 150.000 habitantes a 100.000 o menos. Los otros 7 grupos de bacteria, en cambio, parecieron aumentar entre un 65% y un 400% en la abundancia; como si nuestra anterior población de 150.000 personas pasara a 250.000 o, incluso, alcanzara los 750.000 habitantes. Sin embargo, algunas bacterias se comportaron de forma menos clara y, por ejemplo, el género Odoribacter, que parecía reducir el riesgo de insomnio, prosperaba en los pacientes con más episodios de insomnio.
En cualquier caso, no debería sorprendernos esta aparente contradicción. Sistemas tan complejos como nuestro organismo están plagados de relaciones causales poco intuitivas. Estas aparentes contradicciones son, en realidad, incentivos para seguir estudiando los mecanismos concretos que conectan la presencia de una bacteria con nuestros patrones de sueño (y viceversa). Procesos que todavía no entendemos bien pero que, con estudios como estos, empezamos a saber por dónde abordar.
QUE NO TE LA CUELEN:
- En este estudio no solo proponen una correlación entre los microorganismos y los patrones de sueño. A través de técnicas como la aleatorización mendeliana, el test de Steiger y habiendo descartado una pleiotropía horizontal significativa, los investigadores tienen pruebas para sospechar una relación causal. Es decir: no es solo que la cantidad de determinadas bacterias se presente a la vez que determinados patrones de sueño, sino que unas influyen directa o indirectamente en los otros (y viceversa).
REFERENCIAS (MLA):
- Zhang, Fuquan, et al. "Investigating Bidirectional Causal Relationships between Gut Microbiota and Insomnia." General Psychiatry, vol. 38, no. 8, 12 Aug. 2025, doi:10.1136/gpsych-2024-101855.