Geología
Hallan la prueba irrefutable de un impacto colosal de un asteroide: el enigma es que el cráter ha desaparecido
El hallazgo de unas misteriosas esferas de vidrio en Australia confirma un impacto de meteorito desconocido de hace 11 millones de años, un cataclismo cuyo gigantesco cráter nadie ha logrado encontrar todavía

Un impacto de meteorito de proporciones colosales, desconocido hasta ahora, sacudió Australia hace unos 11 millones de años. La prueba de este violento suceso no se encuentra en una cicatriz visible sobre el terreno, sino en unas diminutas esferas de vidrio halladas en el sur del país. Bautizadas como ananguitas, su descubrimiento plantea un enigma mayúsculo para la comunidad científica: ¿dónde está el cráter que lo originó todo? Este tipo de sucesos no son aislados en la historia del cosmos, donde constantemente se registran ecos de colisiones brutales que confirman grandes predicciones científicas.
Además, la composición química de estas ananguitas resulta única y las distingue de otras tectitas —vidrios formados por impactos— de la región. Presentan una cantidad de dióxido de silicio inferior a la habitual y, en cambio, una mayor concentración de óxidos de hierro, magnesio y calcio. Gracias a la datación por argón, los investigadores han podido establecer con notable precisión la antigüedad del evento, situándolo en ese pasado remoto. La composición de cada impactor puede revelar pistas sobre su origen, un campo de estudio que se nutre del análisis de nuevos cuerpos celestes, como es el caso del sorprendente objeto interestelar 3I/ATLAS.
Curiosamente, la primera pista sobre esta anomalía geológica no es reciente, tal y como informa ScienceAlert. Se remonta a 1969, cuando un equipo de científicos vinculados a la NASA localizó ocho muestras de un vidrio que no encajaba con los patrones conocidos en la zona. A pesar de la rareza del hallazgo, aquella línea de investigación no prosperó y el misterio quedó aparcado durante más de cinco décadas, sumido en el olvido de los archivos.
La búsqueda del cráter desaparecido
En este sentido, ha tenido que ser un nuevo equipo, liderado por la investigadora Anna Musolino, el que ha retomado el hilo de aquella vieja pesquisa. Durante el análisis de los fondos del Museo de Australia del Sur, los científicos dieron con otras seis muestras que coincidían a la perfección con las anomalías detectadas en 1969. Este descubrimiento fortuito confirmó que no se trataba de un hallazgo aislado, sino de la evidencia irrefutable de un suceso de gran envergadura.
Por otro lado, la gran pregunta sobre la ausencia del cráter asociado sigue abierta y los expertos barajan varias hipótesis para resolverla. La más plausible es que la intensa y constante erosión a lo largo de millones de años lo haya borrado por completo del paisaje, eliminando cualquier rastro visible de su existencia en la superficie terrestre australiana. La dinámica de la superficie terrestre es capaz de ocultar eventos masivos, de manera similar a como las capas más profundas del planeta guardan los oscuros secretos que existen en el núcleo de la Tierra.
Asimismo, otras teorías sugieren que el cráter podría haber quedado sepultado bajo nuevas y gruesas capas de sedimentos acumulados con el paso del tiempo. No se descarta, incluso, que la estructura haya sido confundida hasta ahora con una simple formación volcánica, permaneciendo así oculta a plena vista para los geólogos que han estudiado la región durante décadas.