
Polución
Da igual lo que hagas, tienes un 100% de probabilidades de tener estos contaminantes en el interior de tu cuerpo
Una nueva perspectiva revela cómo el rastro de la actividad humana moldea una realidad biológica en nuestro interior

La ciencia lleva años analizando la presencia de sustancias contaminantes en el entorno. Más de 150.000 personas mueren por esto cada año. Hasta ahora visto como un problema ambiental externo, parece trascender esa percepción y adentrarse en la biología humana. Los estudios recientes apuntan a que los residuos industriales y cotidianos están comenzando a conformar una suerte de ‘segundo cuerpo’ dentro de nosotros.
Esta idea, según expertos, no habla de una entidad física separada, sino de la acumulación de elementos ajenos que se infiltran en nuestro organismo mediante el aire, el agua o los alimentos. La huella de estos compuestos se extiende por todos los rincones del planeta, desde las cumbres más elevadas hasta las profundidades oceánicas.
La constatación de que estos elementos persisten y se integran en los sistemas biológicos ha generado una considerable preocupación. La investigación se centra ahora en determinar las implicaciones a largo plazo de la presencia constante de contaminantes en la salud humana y en los ecosistemas. La contaminación en España causa más de 62.000 ingresos.
La huella indeleble de los polímeros y químicos en el organismo
Según apuntan desde Futurism, la omnipresencia de los materiales plásticos es clave en esta cuestión. Estos polímeros se han detectado desde la cima del Monte Everest hasta las profundidades de la Fosa de las Marianas. Han logrado integrarse en la cadena alimentaria, afectando a la reproducción de los peces y a la fotosíntesis en las plantas, demostrando su considerable capacidad de interconexión con los sistemas vivos.
Como resultado de esta integración, se han hallado trazas de microplásticos en prácticamente todas las partes del cuerpo humano. Desde extremidades como la lengua o los dedos de los pies, hasta órganos vitales como el cerebro o los riñones, la presencia es generalizada.
Sin embargo, los microplásticos son solo una porción de la compleja mezcla de contaminantes industriales que conforman este 'segundo cuerpo'. Se han detectado PFAS en la sangre, FCCs en el estómago, BPAs en la piel y contaminación atmosférica en los pulmones, evidenciando una exposición ambiental de gran calado.
Un estudio de 2021 de la Universidad de California en San Francisco, centrado en mujeres embarazadas, halló 109 químicos inorgánicos en sus organismos. Cincuenta y cinco no habían sido detectados previamente en seres humanos, y 42 eran catalogados como 'químicos misteriosos', lo que resalta la extensión de la problemática.
La dificultad para identificarlas reside, se ha dicho, en el hermetismo de la industria química. Esta situación permite que, sin un escrutinio regulatorio más estricto de agencias como la Agencia de Protección Ambiental (EPA), las empresas puedan introducir compuestos desconocidos en la producción de alimentos, verterlos en ríos o emitirlos a la atmósfera.
Los expertos advierten que los efectos de esta contaminación, impulsada por criterios económicos, son, al menos por ahora, considerados irreversibles. Esta evaluación plantea un desafío importante para las estrategias de salud pública y ambiental a largo plazo, lo que subraya la urgencia de abordar este fenómeno.
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