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Incendios: proponen usar hongos para combatirlos

Gracias a ellos comenzó la vida en el planeta, pero aún desconocemos mucho de este reino.

Laccaria amethystina
Laccaria amethystina, un hongo que crece en suelos ricos de amoníaco y nitrógenoJames JohnstoneJames Johnstone

En términos biológicos, constituyen el reino más subestimado. Puede que tenga que ver con la “funcionalidad” inherente a nuestra percepción de la vida: si no se mueve, no está vivo. Mientras los animales se desplazan y la vida vegetal se mece con el viento, el reino de los hongos parece inmóvil. Tampoco podemos obtener beneficios de ellos (pensamos). No son una fuente de alimento frecuente, no se pueden hacer casas con ellos, no nos visten… Otra vez la funcionalidad como eje. Pero la realidad es que nos equivocamos.

Sí se puede hacer casas con ellos, apenas aprovechamos un 1% de las especies comestibles y desconocemos un 90% de ellas. El problema es que si se unen el desconocimiento y la funcionalidad utilitaria, la visión es más que limitada.

En este sentido, aprender es la mejor herramienta para cuidar lo que tenemos. Ejemplos. Los hongos son los pioneros de la vida en el planeta: se encuentran entre las primeras formas de vida complejas sobre la Tierra y desempeñaban (y aún lo hacen) un papel crucial en la descomposición de las rocas para crear el suelo, lo que permitió el surgimiento de la vida vegetal. A pesar de haber recibido su título de reinado recientemente, en términos biológicos, los hongos fueron el primer reino.

Por si esto fuera poco, pese a su tamaño, multiplican por 6 la biomasa de todos los animales del planeta, incluyendo los humanos. Las esporas liberadas por los hongos en los bosques tropicales actúan como núcleos de condensación, atrayendo la humedad y formando el núcleo de las gotas de lluvia. Hasta el 90 % de las gotas de lluvia tropicales contienen una espora fúngica. Y, aun así, su genética es más cercana a los animales que a las plantas.

Los hongos, por si esto fuera poco, pueden combatir los incendios forestales, reduciendo el combustible inflamable mediante la descomposición, aumentando la humedad y la agregación del suelo para prevenir la erosión, e incorporándose en materiales de construcción resistentes al fuego.

Por ejemplo, los científicos utilizan hongos pirófilos (que aman el fuego) para descomponer los residuos forestales y estudian los efectos beneficiosos de los hongos micorrízicos (asociados a las raíces) para ayudar a restaurar los ecosistemas después de un incendio. Los materiales a base de hongos también pueden ofrecer protección contra incendios y eficiencia energética a los edificios, mitigando el riesgo de incendio.

A esto hay que sumarle que las comunidades fúngicas sanas mejoran la humedad del suelo, lo cual es crucial para el recrecimiento de las plantas tras los incendios. Pero no solo son capaces de prevenir el fuego: también lo combaten. El micelio, la estructura similar a la raíz de los hongos, se puede utilizar para crear una variedad de materiales de construcción sostenibles y resistentes al fuego.

Estos materiales a base de hongos ofrecen buena resistencia al fuego y eficiencia energética, lo que potencialmente reduce los riesgos de incendios y condiciones climáticas extremas.

En pocas palabras, el reino que propició la vida en el planeta, que es seis veces más masivo que el de los animales, esconde muchas respuestas. El problema es que no hemos formulado las preguntas correctas aún.