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Sol

Las llamaradas solares podrían ser todavía más calientes de lo que pensábamos

El Sol podría ser un horno mucho más violento de lo que creíamos. Un nuevo cálculo teórico desvela que sus llamaradas alcanzan temperaturas de 60 millones de grados, un hallazgo que cambiaría nuestra comprensión de la estrella

Imagen de alta resolución de la fulguración tomada por el Telescopio Solar Inouye el 8 de agosto de 2024; el encuadre mide, aproximadamente, 4 diámetros terrestres por lado. NSF/NSO/AURAEurekalert

La física que gobierna el comportamiento de nuestra estrella podría estar a punto de dar un vuelco fundamental, aunque de momento todo descansa en el plano teórico. Un nuevo análisis matemático sugiere que las llamaradas solares, esas explosiones de energía que sacuden la superficie del Sol, son fenómenos mucho más extremos de lo que se había imaginado. El hallazgo, que todavía espera el respaldo de la observación directa, obligaría a revisar los modelos actuales sobre la actividad solar que la ciencia ha manejado durante décadas.

De hecho, este planteamiento desafía una de las presunciones más arraigadas en la astrofísica. Hasta la fecha, la comunidad científica daba por sentado que, durante una llamarada, los iones y los electrones alcanzaban un equilibrio térmico, compartiendo una temperatura similar. Esta idea de estabilidad ha sido la base de incontables estudios, pero ahora se ve cuestionada por un modelo que dibuja un escenario radicalmente distinto y mucho más violento en la corona del Sol. Este tipo de replanteamientos sobre la física de nuestra estrella son cada vez más frecuentes, como demuestra el reciente hallazgo de una misteriosa barrera en el Sol que también desafía los modelos actuales.

Sin embargo, los nuevos cálculos rompen por completo con esa visión. La investigación postula que el mecanismo que impulsa las llamaradas calienta los iones de una manera extraordinariamente más eficaz que a los electrones, generando una disparidad de temperaturas colosal entre ambas partículas. Según este modelo, los iones podrían alcanzar los 60 millones de Kelvin —una cifra equivalente a unos 60 millones de grados centígrados—, un calor que podría mantenerse durante decenas de minutos.

Un modelo matemático que aspira a resolver un viejo enigma solar

Asimismo, esta nueva perspectiva no es una mera curiosidad para los libros de récords cósmicos. Si se confirmara, podría ser la pieza que falta para resolver un antiguo misterio científico, ya que daría una explicación a ciertas características de los espectros de las llamaradas solares que hasta ahora no tenían una solución satisfactoria para los investigadores, tal y como han publicado en Science Alert. De esta forma, se abriría una nueva vía para comprender la dinámica interna de estos potentes fenómenos. La mejora en las herramientas de observación es clave para resolver estos enigmas, una capacidad tecnológica que también ha permitido confirmar recientemente la entrada de un nuevo objeto interestelar en nuestro sistema solar.

En consecuencia, el siguiente paso es ineludible y sitúa a los científicos ante un desafío mayúsculo. La comunidad astrofísica tiene ahora la tarea de buscar en el Sol las pruebas empíricas que corroboren estas audaces conclusiones teóricas. La validación de estas hipótesis requerirá de mediciones de alta precisión, poniendo a prueba los límites de la instrumentación actual y centrando la búsqueda de pruebas concluyentes en la atmósfera solar.