Paleontología
Llevaba 112 millones de años congelado en el tiempo, pero ahora lo han encontrado y desbloquea un conocimiento valioso del pasado
Un descubrimiento sin precedentes en Ecuador saca a la luz ámbar de hace 112 millones de años con insectos en su interior, el primero de este tipo en Sudamérica y una ventana directa a los bosques perdidos de Gondwana
Un denso y húmedo bosque de hace 112 millones de años. Así era un rincón del supercontinente de Gondwana, en lo que hoy es Ecuador. Esta imagen, hasta ahora solo intuida, ha podido ser reconstruida con una precisión asombrosa gracias a un hallazgo paleontológico de primer orden. El descubrimiento no solo confirma la enorme biodiversidad de la región en el Cretácico, sino que abre una ventana inédita a un ecosistema del que apenas se tenían registros. Se trata de un logro comparable a otros grandes descubrimientos paleontológicos que, de igual manera, han permitido conocer a fondo un extraño y desconcertante mundo fósil preservado durante millones de años.
En el centro de este avance se encuentran unas piezas de ámbar localizadas en la cantera ecuatoriana de Genoveva. Allí, un equipo de investigadores identificó dos tipos de resina fósil en la Formación Hollín. Mientras que una de ellas se formó bajo tierra, fue la que quedó expuesta al aire la que se convirtió en una trampa perfecta, capturando para siempre diminutos fragmentos de la vida de aquel tiempo remoto.
De hecho, el análisis de sesenta de estos fragmentos de ámbar ha revelado un auténtico microcosmos. Los científicos han logrado identificar insectos de hasta cinco órdenes distintos —incluyendo pequeñas moscas, escarabajos y avispas—, además de un delicado fragmento de telaraña, prueba irrefutable de la presencia de arácnidos. Se trata del primer hallazgo de este tipo con insectos en Sudamérica, un hito que redefine lo que se sabía sobre la fauna del Cretácico en esta parte del planeta, tal y como han publicado en SciTechDaily.
Un ecosistema completo revelado
Asimismo, la investigación fue más allá del ámbar. El estudio detallado de la roca circundante en la cantera sacó a la luz la presencia de otros fósiles vegetales de gran relevancia. Se encontraron, por ejemplo, esporas y granos de polen que han sido cruciales para completar el puzle de este antiguo paisaje selvático.
En definitiva, la combinación de la fauna atrapada en la resina con la flora fosilizada en la piedra es lo que ha permitido a los científicos dibujar con tanta certeza este panorama. Todas las pruebas apuntan a un entorno que bullía de vida, consolidando el enorme potencial de esta zona de Ecuador para futuros hallazgos que sigan arrojando luz sobre el pasado más remoto de nuestro planeta.