
Historia España
El plan secreto de Estados Unidos para invadir un territorio español que cambió la historia de 1898
Documentos históricos revelan los preparativos de una ofensiva militar norteamericana sobre territorio español durante la guerra hispano-estadounidense

A finales del siglo XIX, el Océano Atlántico estuvo a punto de presenciar un episodio insólito en la historia. En plena guerra hispano-estadounidense de 1898, el Gobierno de Estados Unidos valoró la posibilidad de tomar Canarias como parte de una maniobra para debilitar a España y controlar sus rutas navales. La operación, que llegó a estudiarse con detalle, fue finalmente descartada tras una intervención diplomática del Reino Unido, decidido a mantener intacta su influencia comercial en la zona.
El plan formaba parte de una estrategia más amplia diseñada en Washington para cercar los últimos bastiones coloniales españoles. En los despachos de la Marina estadounidense se contempló que una ofensiva sobre el Archipiélago permitiría cortar la comunicación entre la Península y América, además de proporcionar a Estados Unidos una posición clave en el Atlántico medio. Aquella posibilidad, que pudo transformar el equilibrio internacional, quedó archivada gracias a la presión británica.
Contexto
A finales del siglo XIX, España se encontraba al borde del colapso colonial. La rebelión en Cuba, el auge del nacionalismo filipino y la presión internacional habían minado su poder exterior. En ese escenario, el estallido del conflicto con Estados Unidos, tras la explosión del acorazado Maine en La Habana en febrero de 1898, precipitó un enfrentamiento global por el control del Caribe y el Pacífico.
Mientras la atención se centraba en el Caribe, el alto mando estadounidense buscaba debilitar los puntos estratégicos de España fuera del continente americano. Según diversos documentos del Naval Historical Center de Estados Unidos, varios asesores navales plantearon que una ofensiva sobre Canarias podría "bloquear el acceso español al Atlántico medio" y ofrecer a la Armada norteamericana una base de aprovisionamiento en su avance hacia África y Europa.
Alerta en el Atlántico
En abril de 1898, los servicios de inteligencia españoles informaron del avistamiento de buques estadounidenses frente a las costas de Tenerife y Gran Canaria. El Gobierno en Madrid reaccionó de inmediato, declarando el estado de guerra en el Archipiélago y ordenando reforzar las defensas costeras. Según archivos militares conservados en el Instituto de Historia y Cultura Militar, se movilizaron tropas desde Cádiz y Canarias se llenó de trincheras improvisadas, baterías de artillería y milicias locales.
El teniente estadounidense William S. Sims, quien más tarde alcanzaría notoriedad como jefe de la flota aliada en la Primera Guerra Mundial, redactó varios informes sobre la vulnerabilidad defensiva de las Islas. En ellos señalaba zonas de desembarco favorables, entre ellas varios municipios del norte tinerfeño, que por entonces carecían de fortificaciones relevantes y contaban con una posición estratégica frente al Atlántico.
Sin embargo, el ataque nunca se materializó. El Reino Unido, principal socio comercial de Canarias en aquel momento -especialmente en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, escala esencial en las rutas hacia Sudamérica y África-, intervino de forma discreta pero decisiva. De acuerdo con estudios del historiador británico Richard Harding, Londres advirtió a Washington de que cualquier acción militar en el Archipiélago sería interpretada como una amenaza directa a sus intereses marítimos.
Esa presión surtió efecto. El Departamento de Marina estadounidense archivó la propuesta y redirigió sus recursos hacia el frente del Caribe. La guerra concluyó meses después con el Tratado de París, que formalizó la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas para España, pero dejó a Canarias al margen del conflicto.
Una historia casi borrada
Pese a la relevancia potencial del episodio, la tentativa de invasión estadounidense permanece casi olvidada. Si la operación se hubiera llevado a cabo, el resultado podría haber sido radical y Canarias habría pasado a formar parte de la órbita estadounidense, modificando las rutas navales, la economía insular y el control político del Atlántico.
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