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Más cerca de descifrar el misterioso canto de las ballenas

Las ballenas jorobadas entonan cantos tremendamente complejos y una nueva investigación ha desentrañado parte de su estructura

Una ballena jorobada OperationCetacesEurekalert

Una investigación recientemente publicada en la revista Science ha identificado estructuras similares a las del lenguaje humano en el canto de las ballenas. Tras analizar estadísticamente los cantos de las ballenas jorobadas, los expertos han logrado identificar subsecuencias equivalentes a palabras que se ordenan en frases y que siguen algunas reglas que consideramos propias del lenguaje humano. Por ejemplo, la frecuencia con la que aparecen algunas de estas subsecuencias. En casi todas las lenguas humanas conocidas (incluyendo las inventadas), la segunda palabra más frecuente aparece la mitad de las veces que la más frecuente, la tercera más frecuente un tercio, la cuarta cuatro veces menos y así sucesivamente. Una tendencia conocida como “Ley de Zipf” y que parecemos compartir con las ballenas.

Pero hay más, porque ordenando estas subsecuencias los investigadores han descubierto que también siguen la ley de brevedad de Zipf según la cual las “palabras” son más cortas cuanto más frecuentemente aparecen en el lenguaje. Y, por si fuera poco, parece que dichas subsecuencias son la unidad básica de una estructura jerárquica, combinándose en secuencias más largas equivalentes a nuestras frases que, a su vez, pueden unirse en otras mayores que han sido denominadas “temas” y que pueden concatenarse en “canciones” que combinan durante sus sesiones de canto. Y, con tanta organización y una estructura tan familiar, la pregunta es obligada… ¿estamos hablando de un lenguaje?

¿Pero es un lenguaje o no?

¿Somos los únicos animales con lenguaje? Pues depende. Depende de cuánto queramos estrechar la definición, pero, en general, los expertos suelen considerar que a la comunicación de otras especies le falta una característica llamada recursividad: la capacidad de generar estructuras de manera infinita mediante la repetición de reglas dentro de sí mismas. O, con un ejemplo más mundano: “Juan dijo que María cree que Pedro piensa que Laura comentó que su amigo mencionó que el profesor sugirió que el evento se cancelaría”. Hasta donde sabemos, esta flexibilidad solo la tenemos los lenguajes humanos y, por lo tanto, podríamos decir que solo existe lenguaje humano.

Ahora bien, incluso aceptando esto, estaremos de acuerdo con que no todas las formas de comunicación son iguales y la de las ballenas jorobadas es, sin duda, una de las que cumple más características para ser un lenguaje en toda regla. La doctora Ellen Garland, coautora del estudio e investigadora en la Universidad de St Andrews afirma que "El canto de las ballenas no es un lenguaje, ya que carece de significado semántico. Puede parecerse más a la música humana, que también tiene esta estructura estadística, pero carece del significado expresivo que caracteriza al lenguaje". Dejando a un lado que “significado semántico” es una expresión redundante y que el presente estudio no pretende analizar el significado de los cantos, los propios autores se refieren a estas canciones como un sistema de comunicación y, para ello, han de tener un significado.

La probabilidad de transición

Es posible, entonces, que los cantos de ballena no cumplan con este criterio semántico, pero no lo sabemos. Lo que sí tenemos claro es que presentan cierta sintaxis, otra de las características propias del lenguaje. O, al menos, cuenta con cierta estructura jerárquica, como indicábamos. La relación entre las palabras y cómo cambian según el orden que tomen en las “frases” todavía no ha sido suficientemente estudiado, pero los investigadores de este estudio han dado un primer paso, el mismo que les ha permitido identificar la frecuencia de sus subsecuencias. Cuando escuchamos un canto de ballena, a primer oído tenemos sonidos más o menos espaciados por silencios, pero eso no es suficiente para saber dónde cortar el canto para identificar “palabras”. ¿Y si los silencios tienen un significado concreto? Puede que los silencios formen parte de una palabra, así que hizo falta una aproximación diferente.

La clave estaba en la probabilidad de transición, un método que aprovecha la estadística para imitar lo que parece hacer el cerebro de los niños cuando están aprendiendo a hablar. En lugar de reparar en los silencios, que a veces son imperceptibles entre palabras, se fijan en la frecuencia con la que un conjunto de sonidos sigue a otros. Si hay sonidos que se suceden casi siempre en el mismo orden, por ejemplo “esternoc” viene siempre seguido de “leidomastoideo”, es más probable que sean una misma “palabra”. Evidentemente, el sistema es mucho más complejo, pero ha ayudado a desentrañar lo que podrían ser los elementos semánticos básicos de esta forma de comunicación y, sin duda, nos habla sobre cómo algunas propiedades de los sistemas de comunicación surgen de forma independiente entre especies porque, presuntamente, su aprendizaje a través de la cultura es más eficiente.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Una pregunta interesante es si, que siga la ley de brevedad de Zipf, es un posible indicador de semántica. Los propios investigadores reconocen que cumplir esta ley por la cual las palabras más repetidas son las más cortas es eficiente. ¿Significa esto que son culturalmente seleccionadas por su eficiencia? Suena plausible y, en ese caso… ¿eficiencia para qué? Podríamos suponer que, fuera para lo que fuera, sus cantos tendrían un propósito, pero la especulación es algo que debemos dejar a los expertos.

REFERENCIAS:

  • Arnon, Inbal, et al. "Whale Song Shows Language-Like Statistical Structure." Science, vol. 379, no. 6628, 7 Feb. 2025, pp. 738-742. DOI: 10.1126/science.adq7055.