
Microplásticos
Los microplásticos siguen siendo un peligro: los océanos tienen más plástico del que pensábamos
El Atlántico Norte esconde una amenaza plástica invisible y descomunal: un nuevo estudio revela la contaminación masiva por nanoplásticos bajo las olas

La presencia de plásticos en los océanos es una preocupación constante, pero un nuevo estudio revela una parte de esta contaminación prácticamente indetectable. No se trata de las conocidas islas de basura, sino de minúsculas partículas que flotan en las profundidades marinas.
Esta investigación, centrada en el Atlántico Norte, eleva de forma considerable las estimaciones de polución plástica. Solo esta vasta extensión de agua alberga millones de toneladas de diminutos fragmentos, superando con creces las cifras que se manejaban para todos los océanos del planeta.
Los nanoplásticos son partículas cien veces más pequeñas que el grosor de un cabello humano, lo que los hace casi imposibles de ver a simple vista. Su tamaño los diferencia de los microplásticos, que oscilan entre 0,001 y 5 milímetros, y los macroplásticos, fragmentos aún mayores que conocemos bien.
Un mar de partículas invisibles: la magnitud del problema
El estudio, tal y como recoge el medio Popsci, estima que el Atlántico Norte contiene nada menos que 27 millones de toneladas métricas de nanoplásticos. Esta cifra multiplica por diez las estimaciones previas sobre el total de la contaminación plástica de cualquier tamaño en todos los océanos del mundo.
Este trabajo es pionero en la cuantificación de la polución por nanoplásticos en el medio marino, una tarea compleja por las limitaciones tecnológicas existentes hasta ahora. Los datos sugieren que la masa de nanoplásticos en el Atlántico Norte es superior a la de sus homólogos de mayor tamaño, como los microplásticos y macroplásticos, una revelación de envergadura.
Para obtener estos datos, los investigadores llevaron a cabo un crucero de investigación en 2020. Recogieron muestras de agua en doce puntos distintos del Atlántico Norte, a varias profundidades diferentes: una capa a solo diez metros de la superficie, una intermedia a mil metros y otra a treinta metros del lecho marino.
En el laboratorio, una espectrometría de masas innovadora permitió identificar tres polímeros. El tereftalato de polietileno (PET), de botellas de agua, fue el PET, el más extendido a todas las profundidades, seguido del cloruro de polivinilo (PVC) y el poliestireno, de espumas plásticas.
La concentración global de nanoplásticos era mayor cerca de la superficie, con dieciocho miligramos por metro cuadrado, y menor cerca del lecho marino, con unos 5,5 miligramos por metro cuadrado. Los científicos sospechan que esta distribución se debe a la degradación de plásticos más grandes que flotan cerca de la superficie, que luego se hunden lentamente.
Riesgos invisibles para la vida y el futuro
Helge Niemann, uno de los autores del estudio, ha manifestado que estos hallazgos son preocupantes tanto para la biología marina como para la salud humana. Los nanoplásticos no son, en general, beneficiosos para la vida, y su presencia en los océanos podría replicarse en otras masas de agua, aunque el estudio se limitó al Atlántico Norte.
Distintas investigaciones sugieren que los nanoplásticos provocan inflamación en las células vivas cuando son ingeridos. Esto podría deberse a las propias partículas, a los químicos que liberan o a los patógenos que recogen del entorno. Además, su diminuto tamaño les permite atravesar membranas biológicas con mayor facilidad que los microplásticos.
Tracey Woodruff, experta en salud ambiental, aunque ajena al estudio, anticipa que los nanoplásticos se relacionarán con riesgos similares a los microplásticos. En animales, se han observado problemas reproductivos, intestinales y cáncer. Además, se bioacumulan en la cadena alimentaria.
La hipótesis es que los nanoplásticos podrían viajar aún más ampliamente por el cuerpo que los microplásticos, lo que podría acarrear consecuencias sanitarias más adversas. No se descarta que futuras investigaciones descubran concentraciones de nanoplásticos en el cuerpo humano aún más elevadas que las de microplásticos.
Los expertos, como Martin Wagner y Tracey Woodruff, coinciden en que esta investigación refuerza la urgencia de establecer límites a la producción global de plástico, en lugar de permitir que se triplique para 2050, como proyecta el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Las negociaciones sobre el tratado de plásticos de la ONU serán cruciales.
Limpiar manualmente los más de 1.300 millones de kilómetros cúbicos de agua de los océanos no es una opción viable, según Niemann. Por ello, la principal conclusión es la necesidad de reducir la fuente de contaminación, dejando los combustibles fósiles en el suelo y apostando por alternativas sostenibles para un futuro libre de plásticos invisibles.
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