Astronomía

¿Puede 3I/ATLAS provocar una tormenta solar que nos afecte? Esto es lo que dice la NASA

El 30 de octubre el cometa alcanzará su punto más cercano a nuestra estrella.

3I/ATLAS
Ilustración del objeto interestelar 3I/ATLAS JS/DesignerJS/Designer

La identificación del cometa 3I/ATLAS ha captado la atención de la comunidad astronómica por varios motivos. Su composición, la distancia que ha recorrido, su velocidad... Su órbita confirma que tiene un origen más allá de nuestro sistema solar y sería el tercer objeto que nos visita desde el más allá. Así, como con cualquier objeto que se aventure cerca de nuestro Sol, surgen preguntas intrigantes: ¿Su paso podría ser tan energético como para desencadenar un evento catastrófico, como una tormenta solar?

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La respuesta, respaldada por la física y las agencias espaciales, es clara y contundente: No, absolutamente no. Pero, si no es una amenaza, ¿qué pasará cuando este bloque de hielo cósmico se enfrente a nuestra estrella? Esta es la ciencia detrás del encuentro.

Para entender por qué el cometa 3I/ATLAS es la “víctima” en este escenario debemos comprender la escala de fuerzas en juego. El Sol como un horno industrial funcionando a millones de grados y el cometa apenas un copo de nieve. El copo se vaporizará al instante, sin alterar en lo más mínimo la temperatura o el funcionamiento del horno.

El Sol, en la realidad, es una esfera de plasma de 1,4 millones de kilómetros de diámetro, donde los procesos de fusión nuclear liberan una energía inimaginable. Una tormenta solar o eyección de masa coronal (CME) es una liberación catastrófica de la energía almacenada en sus gigantescos y complejos campos magnéticos.

Por su parte, el cometa 3I/ATLAS es una “bola de hielo sucio” de unos pocos kilómetros de diámetro. No tiene un campo magnético interno significativo, no tiene reacciones nucleares y su masa es infinitesimal comparada con la del Sol.Un objeto así no tiene la más mínima capacidad física de alterar los procesos magnéticos que se producen ya no en nuestra estrella, sino en la corona solar y que son los responsables de las tormentas solares.

Entonces, ¿por qué la confusión? La respuesta yace en uno de los fenómenos de la física cósmica: la cola iónica. Cuando 3I/ATLAS se aproxime al Sol, sufrirá un aumento de calor y radiación. El hielo de su núcleo se sublimará (pasando de sólido a gas), liberando gases y polvo. La intensa radiación ultravioleta del Sol "ionizará" estos gases, es decir, les arrancará electrones, convirtiéndolos en un plasma cargado eléctricamente.

Y aquí viene la parte clave: el viento solar, un flujo constante de partículas cargadas que emana del Sol, actuará como un viento cósmico, arrastrando este plasma y moldeando la cola iónica del cometa, que es delgada, recta y de un tono azulado.

Este es el efecto que engaña a nuestra percepción. Dado que el viento solar fluye radialmente desde el Sol, la cola iónica siempre apunta en dirección opuesta a él. A medida que el cometa se aproxime, esta cola puede parecer que está siendo “lanzada” desde la propia superficie solar, como si el cometa hubiera activado una erupción.

Pero, en realidad, es justo lo contrario. El cometa no está causando una tormenta; está actuando como un indicador pasivo, una veleta gigante en el espacio que nos revela la dirección e intensidad del viento solar que ya existe. Es un espectáculo de luz, no una causa de fuego.

Así, mientras nos preocupamos por tormentas imaginarias, los datos reales de la NASA nos muestran un escenario preciso. Todo comenzará alrededor del 30 de octubre de 2025, cuando el cometa llegue al perihelio, su punto más cercano al Sol. En ese momento, el cometa estará a una distancia de aproximadamente 1.4 Unidades Astronómicas (UA) del Sol.

¿Qué significa 1.4 UA? Una UA es la distancia promedio entre la Tierra y el Sol (unos 150 millones de km). Esto significa que el cometa ni siquiera se acercará a la órbita de la Tierra, pasando mucho más allá de nosotros, a unos 210 millones de kilómetros del Sol. Esta distancia es crucial, pues es demasiado grande para que la interacción sea tan violenta como para fragmentarlo.

El verdadero interés del cometa 3I/ATLAS no es una amenaza para el Sol, sino su valor científico como mensajero de regiones distantes. Su órbita y composición pueden contarnos una historia sobre los orígenes de nuestro sistema solar.