Inmortalidad
Putin y Xi Jinping quieren alcanzar la inmortalidad con transplantes de órganos, pero esto es lo que dice la ciencia al respecto
La búsqueda de la vida eterna une a Vladímir Putin y Xi Jinping, que ven en los trasplantes de órganos la clave de la inmortalidad, un anhelo que choca con los límites de la ciencia actual
La realidad, tozuda como pocas cosas, impone un límite fundamental a cualquier sueño de inmortalidad: la acuciante escasez de órganos para trasplantes. Se trata de un problema a escala planetaria que convierte en una quimera la idea de reemplazar partes del cuerpo de forma continuada para alargar la vida indefinidamente. Millones de personas en todo el mundo aguardan una donación que, en muchos casos, nunca llega, dibujando un panorama muy alejado de las fantasías de longevidad eterna.
A pesar de ello, este obstáculo no parece amedrentar las conversaciones de algunos de los líderes más poderosos del mundo. En un reciente encuentro, el presidente ruso Vladímir Putin le propuso a su homólogo chino, Xi Jinping, una visión en la que una cadena de trasplantes podría suponer un desafío a la propia muerte. El mandatario chino, por su parte, alimentó la idea aludiendo a las previsiones que apuntan a que el ser humano podría alcanzar los 150 años de vida en este mismo siglo.
De hecho, la propia biología pone en tela de juicio estas aspiraciones. La ciencia postula que los órganos humanos tienen una vida útil finita, que rara vez supera los 120 años, una barrera que, tal y como han publicado en Iflscience, frena en seco la idea del rejuvenecimiento perpetuo. El récord de longevidad documentado hasta la fecha sigue perteneciendo a la francesa Jeanne Calment, fallecida a los 122 años, una cifra que marca el techo actual de la existencia humana. Este límite no solo aplica a órganos vitales como el corazón o los riñones, sino también al cerebro, donde el deterioro cognitivo asociado a la edad presenta uno de los mayores desafíos para una vida verdaderamente prolongada y de calidad.
La ciencia busca atajos para sortear la biología
En este sentido, los laboratorios de todo el mundo ya exploran vías alternativas para superar la falta de donantes. Una de las más conocidas es la xenotrasplantación, que se basa en el uso de órganos de cerdos modificados genéticamente para su implantación en personas. Aunque se han producido avances notables que han ocupado titulares, los pacientes que han recibido estos trasplantes han tenido, hasta ahora, una supervivencia muy limitada, lo que evidencia los enormes desafíos inmunológicos que todavía quedan por resolver.
Por otro lado, una línea de investigación aún más ambiciosa busca atajar el problema desde su misma raíz. Se trata de las terapias centradas en revertir el envejecimiento celular mediante el uso de los llamados «factores de Yamanaka». Esta aproximación es tremendamente prometedora, pero se encuentra en una fase tan embrionaria que su aplicación en tratamientos clínicos para seres humanos pertenece, por ahora, al terreno de la ciencia ficción. Comprender estos mecanismos es crucial, ya que se consolida la idea de que la genética juega un papel fundamental en determinar tanto nuestras capacidades como nuestras limitaciones biológicas.
En definitiva, mientras el debate sobre la vida eterna ocupa las cumbres geopolíticas, la ciencia avanza con un ritmo mucho más pausado y realista. Las soluciones que podrían materializar esos anhelos, ya sea a través de la genética o de los trasplantes entre especies, se perfilan en un horizonte todavía muy lejano, más propio de la investigación fundamental que de la práctica médica cotidiana.