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Gastronomía

El “esmorzaret” llega al rescate

En plena glaciación de cierta restauración debemos reconocerlo como generador de querencia eternas

El “esmorzaret “es un poderoso soberano, de ilusiones ilustradas y predicciones no frustradas que lleva a cabo sobremesas matutinas divinas. La Razóngastronomía

En plena glaciación de la restauración, debido a las restricciones de horarios y aforos, hay momentos de la realidad que no permiten salirse de ella. Nos citamos para almorzar con robinsones del “esmorzaret”, algunos miembros de la asociación gastro-enológica El Gran Colpet y auténticos seres anónimos del almuerzo que no han atemperado su ritmo ni han rebajado el compás del metrómeno gustativo.

Sin desbaratar el sueño de volver a recuperar la normalidad de antes, las cosas han cambiado. Poco a poco, el club de los negacionistas del almuerzo pierde adeptos, mientras aparecen exponencialmente nuevos simpatizantes, sin acelerones culinarios, para levantar nuevas pasiones.

Aunque las restricciones señaladas, con calendario incierto, son como pozos de agua que debemos vadearlos. El almuerzo es un poderoso soberano, de ilusiones ilustradas y predicciones no frustradas, (in)visible que lleva a cabo sobremesas matutinas divinas. Nos extraviamos con frecuencia en la selva de la rutina y nos ahogamos en la celeridad de la oratoria del “esmorzaret”. Siempre brillante, sin prisas, para no arrollar el contenido culinario.

Algunos restauradores que se percatan de su ocaso improrrogable, que les coloca en situación de desigualdad con relación a otros establecimientos, sin caer en el proverbial pesimismo para cerrar las puertas de manera previa a su adiós definitivo se decantan por recuperar el almuerzo. El tiempo de esta cuesta de enero afecta de forma diferente a las partes contratantes. Algunas pasan, otras permanecen, pero algunas desaparecen con la crueldad añadida de que su declive corre parejo con su momento de mayor pericia profesional.

Aunque sobrevivir y cerrar están a una pulgada de distancia, sin valorar las posibles volteretas laborables en forma de ertes, una mayoría de la restauración se mueve lejos de los últimos párrafos escritos, navegando entre la crisis pendiente y con ciertos meses de marejada de (in)certidumbres por delante.

Es erróneo hablar de todos por igual, debido al mapa de circunstancias (i)limitadas y (in)superables y otras cuya relevancia puede ser menor. En cualquier caso el universo de la restauración se verá fracturado para coexistir de una forma saludable en un futuro a corto plazo.

Se acaban de marchar sus Majestades de Oriente después de comprobar como el “maldito regalito” del corona virus ha vuelto a asolar a la restauración. Una pendiente que aparece en toda su inmensidad y que nunca tuvo un aspecto tan áspero. No se trata de catalogar o apelar a la típica frase que se acabó la fiesta y asoma la segunda quincena del feroz enero que muchos presagiaban. Cabe preguntarse si es posible gestionar determinados establecimientos con ciertas limitaciones. La respuesta será rápida y evidente. Ojala que nuestros restauradores, cocineros, camareros y proveedores la enfrenten con la mejor de la suerte, acierto y por encima de todo encajen estas limitaciones con el mayor aguante y resistencia que han demostrado en las ocasiones anteriores. Atascados en la rutina de restricciones, algunos cierres encarnan el más rabioso presentismo de la pandemia mientras la paciencia se convertirá en un estilete para el resurgir venidero. Los clientes fieles debemos ser la UME que colabore en el mantenimiento de la hostelería. Se acerca una laberíntica época donde solo un propósito nos guiará este año alcanzar la normalidad.

No es necesario buscarse coartadas para jerarquizar el caudal de circunstancias que acontecerán. La médula de la restauración se sacudirá particularmente con descargas de cierres, traspasos y aperturas. La certidumbre disponible regresará de un duro exilio convencida que vuelve a ser su momento mientras late la fría historia de este invierno en tinta seca pero fresca de fidelidad. Aunque un eslalon de dudas nos espera los circuitos del almuerzo imponen que el optimismo que genera este de guardia. Admitámoslo el almuerzo llega al rescate.

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