Gastronomía
Futbol y Restauración, soñar vale la pena
Hay encuentros que nacen con el destino escrito. El pitido final invita a pensar que el resultado sí que importa y sus consecuencias también
Lo tenemos vivido y repetido. El futbol y la gastronomía enamoran porque, a veces, convierten lo imposible en posible y siempre se tiene la posibilidad de enmendar los errores y multiplicar los aciertos.
Como vivimos abrazados al presente, con el destino a medio escribir, la sociedad gastro-enológica «El Gran Colpet» nos convoca a una sobremesa plena de expectativas en el Asador La Vid (Salas Quiroga,15) con el aliciente que desemboca en ver el partido España-Eslovaquia durante el posterior tardeo.
Los decibelios gustativos de las entradas son una premonición de la goleada gustativa. Ajenos a cualquier filtración estrechamos lazos con los salazones a través de la ensalada de Getaria. Corremos el riesgo de incurrir en prejuicios y descuidos, si no destacamos la excelente hueva de atún fresca. Las clóchinas no necesitan un prefijo culinario donde escudar lo obvio, forman parte de la excepcional materia prima de cercanía.
La presencia de jugadores vascos, como la primera cantera histórica de la selección española de futbol, ha sido una constante, y para recordarlo que mejor que empezar con un espumoso de txacoli «Izar Leku» de Artadi que desborda las previsiones y supone un aldabonazo a los sorprendidos paladares.
El montadito de «steak tartar» con huevo de codorniz, dibuja una chilena perfecta para hacer lucir más su sabor acompañado de morcilla de burgos, chistorra y pimientos de padrón.
Con una puesta en escena hipermotivada, el optimismo se dispara, se padalea el triunfo. Un conseguido arroz al horno, versión Asador La Vid, compite para granjearse el privilegiado papel de favorito con la inestimable ayuda del Godello «O Luar Do Sil». Algunos platos son como un espejo capaz de medir el pulso culinario del establecimiento.
Acreditado el delirio ocular tras observar la pieza de la chuleta de vaca madurada que llega a la mesa con un cromatismo exultante y una textura ideal, la propuesta de un tinto de la Ribera de Duero, Arzuaga Crianza, aporta las dosis precisas que permiten sellar los lazos dorados de un maridaje de largo recorrido.
Las botellas de champan, R.H.Coutier Grands Vintages, como perfecta metáfora del aluvión de goles que está por llegar, se descorchan con confianza.
Seis platos, seis victorias y con el pase a octavos de final en el bolsillo. Entonados con el viento a favor del marcador gustativo, el triunfo cae por su peso como consecuencia lógica a la propuesta.
La voz autorizada del dueño, Alejandro Mengual, nos propone, un maridaje espontáneo sin líneas rojas hasta la llegada del partido. Versatilidad culinaria, detallismo y una excelente materia prima se explotan inteligentemente. Talento a dos bandas con un servicio irreprochable bajo una espontánea implicación.
Como bien dice el capitán del encuentro, Francisco Palomares, en la restauración lo que no se cuenta no existe. La mentalidad y la experiencia no se pueden pasar por alto. Y nuestro capitán las tiene.
Sabedores que la gloria de la selección española todavía puede esperar, mientras se aligeran los trámites de la despedida, el vibrante estribillo final nos dice que contra la fugacidad de las emociones y los sentimientos deportivos sólo tenemos una vida gourmet y no hay ensayos.
Ya se sabe que no hay mejor forma de llegar al final que con un brindis. Y nosotros no podemos más que levantar la copa para agradecer a la sociedad «El Gran Colpet» sus firmes raíces por volcar su espíritu creativo en este tipo de jornadas.
Hay encuentros que nacen con el destino escrito. El pitido final invita a pensar que el resultado sí que importa y sus consecuencias también. Antes de que el público regrese a los estadios, y eso será en agosto, nosotros volveremos al Asador La Vid. Futbol y Restauración, soñar vale la pena.
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