Opinión

PP-Vox, no hay otro camino

El Partido Popular debe saber dos cosas: Vox está para quedarse y solo desde el poder podrá ir deglutiéndolo si acierta en responder adecuadamente a las preferencias de sus seguidores

La feroz reacción de Pedro Sánchez, de su partido el PSOE y del resto de sus satélites contra el acuerdo protagonizado en Castilla-León por el Partido Popular y Vox provoca interpretarlo como un acierto. Evidencia el temor a tener ahora una alternativa real al Gobierno socialista-comunista, de lo contrario la rabia con la que se han expresado hasta ahora se mostraría más calmada.

Asimismo, por más que les pese a algunos dirigentes populares, el pacto castellano-leonés era inevitable desde el momento en que se conocieron los resultados electorales. La otra vía, una nueva convocatoria electoral, era impensable e imprevisible para quien ganó. No existía otra posibilidad que la de la formación de un Gobierno de coalición después de que la organización de Santiago Abascal se pronunciara por la entrada en el mismo. De ahí que me hayan sorprendido, por inútiles, los vericuetos vividos durante varias semanas, más aún cuando las encuestas expresaban la unanimidad de los votantes de ambos partidos por esa opción.

El Partido Popular debe saber dos cosas, según mi amigo Rogelio: Vox está para quedarse, al menos un tiempo, y solo desde el poder podrá ir deglutiéndolo si acierta en responder adecuadamente a las preferencias de sus seguidores. Por tanto, desconcierta la contradicción de aquellos que repudian y, a la vez, aceptan la fumata blanca. El mensaje propagado por el Frente Popular Frankestein desprende veneno. Tanto que, si el Partido Popular lo asumiera, estaría condenado a no gobernar en España, ni en Comunidades autónomas, ni Ayuntamientos.

No puedo terminar estas líneas sin referirme a la desvergüenza socialista, capaz de repudiar esta alianza de la derecha cuando Pedro Sánchez gobierna con lo peor de cada casa: independentistas, filoetarras, comunistas y con quien hiciera falta con tal de alcanzar y mantenerse en el poder, a quienes además no para de hacerles concesiones. Así es la vida.