Semana Santa

La tradición valenciana casi perdida de hacer y volar una cometa en Pascua

Joaquín Sorolla reflejó en sus pinturas esta costumbre que ha ido desapareciendo

La calle Esperanza de Benimámet, donde las cometas vuelan esta Pascua
La tradición de volar el "cachirulo" todavía se mantiene en algunas poblaciones valencianasKai FörsterlingAgencia EFE

El huevo de chocolate- mejor si es con sorpresa de plástico en su interior- ha sustituido casi por completo al huevo duro en las monas de Pascua. La parte positiva es que ya no hay que estar atento a que alguien lo abra rompiéndolo en la frente. También la mona, adaptada a los tiempos, así como la longaniza de Pascuay el “panquemado”- en sus diferentes variantes- siguen formando parte de la tradición de los días de Semana Santa en la Comunitat Valenciana.

Sin embargo, hace no tantos años todavía era obligado hacer un “cachirulo” o cometa y hacerlo volar en los días ventosos que caracterizan tanto al mes de marzo como al de abril. Por supuesto, debía estar listo para el Domingo de Pascua.

Esta costumbre se ha ido perdiendo. Sobre todo la que tiene que ver con la primera parte. Es decir, la elaboración artesana y casera de este artilugio que luego surcaría los vientos en la playa, en la montaña o en la ciudad, tras la correspondiente merienda «pascuera», ha caído en el olvido.

Esta tradición está documentada a través de valencianos tan ilustres como Joaquín Sorolla o Mariano Benlliure, quienes pintaron sus propias cometas y que reflejaron en sus cuadros.

Incluso en la versión valenciana de «la tarara» cuenta lo que le pasaba a un niño que no era capaz de volar el cachirulo. «El dia de Pasqua Pasqualet plorava perquè el catxirulo no li s’empinava».

Y aunque los valencianos no pueden decir que hayan inventado la cometa, puesto que proviene de mitad del siglo XIII y de la China, lo cierto es que durante un tiempo fue una parte imprescindible de la Semana Santa.

El cielo de la playa de Valencia se inunda de color con el festival de Cometas
El cielo de la playa de Valencia se inunda de color con el festival de CometaslarazonLa Razón

Para su construcción se utilizaban materiales fáciles de encontrar hace poco más de un cuarto de siglo. Con tres cañas, papel y cuerda de palomar se podía hacer un “cachirulo” que surcase los cielos. Pegamento y retales de tela para elaborar la cola, completaban la lista. Ahora, será más sencillo encontrar una cometa hecha en un bazar que, por ejemplo, las cañas.

Es difícil determinar cuándo comenzó esta tradición, pero sí está documentado que a principios del siglo XX estaba tan arraigada esta costumbre que en las tiendas que rodeaban el Mercado Central de Valencia se vendían ya hechas. Por la antigua carretera de Barcelona se veían llegar estas cometas. Las llevaban grupos de hombres que las colgaban en unas maderas que portaban entre varios. Después el cauce del Turia, por donde todavía pasaba el río, las familias bajaban a volarlas, llenando el cielo de la ciudad de colores.

Los “cachirulos” se llegaron a convertir en una manera de contribuir a que todos los niños tuviesen Pascua. En abril de 1924 el Círculo de Bellas Artes organizó un concurso-subasta de cometas. Con el dinero recaudado se compraban monas para los que tenían pocos recursos.

En la ciudad de Valencia se organizó durante 20 años un festival de cometas en la playa de la Malvarrosa. La última edición fue en 2019 y ahora, Gandia ha recogido el testigo y celebró ayer una exhibición de cometas. Quizás alguien se anime al verlo a volver a «empinar el cachirulo».