Amamantando la vida

El dolor de regresar a casa sin tu bebé

La entrada de los padres y madres en la unidad neonatal debe enfocarse más desde una perspectiva de derechos ciudadanos

Una de las experiencias más duras por las que tienen que pasar los padres tras el nacimiento del bebé es tener que regresar a casa sin él. El ingreso de un recién nacido en una Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) supone una situación de estrés que se ve incrementada por la separación entre madre e hijo y las implicaciones que esto supone para el inicio de la lactancia. Dificulta su establecimiento a pesar de que es un alimento crucial para un recién nacido para el cual la leche de su madre y el acto de amamantar supone un valor añadido a los cuidados que recibe de los sanitarios.

La lactancia y el contacto con los padres debería de formar parte del tratamiento, siendo primordial animar a los padres a permanecer con el lactante ingresado en la UCIN, especialmente porque, el contacto piel con piel con ellos es el mejor lugar para facilitar la adaptación de una criatura que ha salido del vientre antes de tiempo a la vida extrauterina, viéndose con ello detenido parte de su desarrollo, por lo que es un grave error tratar a madre y recién nacido como seres independientes.

El bebé en contacto piel con piel reconoce la voz de sus progenitores, en especial la voz y el olor de su madre, el latido de su corazón que, junto con los movimientos suaves de las caricias que produce el tacto, tranquilizan al bebé, proporcionándole seguridad y confort, facilitando el apego y la vinculación temprana con los padres, mientras que con la separación se obstaculiza el desarrollo del apego que condicionarán los cuidados posteriores.

El bebé en contacto con los padres recibe una serie de estímulos que le recuerdan a los que recibía dentro del útero, permitiéndole una mejor adaptación al nuevo medio externo, una forma sencilla de mejorar la oxigenación, de estabilizar su frecuencia cardíaca, respiración y temperatura, disminuir las infecciones, y favorecer a la vez su desarrollo motor, contribuyendo a una pronta recuperación de su salud y a un mayor bienestar emocional del bebé, ayudando a los padres a sobrellevar mejor la preocupación al sentirse útiles de poder cuidar de su bebé, a la par que contribuye a reducir el gasto sanitario al acortar la estancia en el hospital. En definitiva, es esencial alentar a los padres a ser miembros activos del cuidado de su bebé ingresado.

Al mismo tiempo, si madre y bebé pasan el mayor tiempo posible juntos también posibilitamos que la alimentación al pecho materno se vea favorecida. La mayoría de los bebés prematuros son capaces desde el momento del nacimiento de alimentarse directamente del pecho, en su gran mayoría saben succionar y deglutir, proceso que han practicado dentro del útero con el líquido amniótico.

No obstante, la coordinación rítmica, que les permita el amamantamiento, succión-deglución-respiración no se desarrolla hasta alrededor de la semana 32-34 de gestación. Por consiguiente, los recién nacidos antes de la semana 32 de gestación, mientras aprenden a coordinar succión y deglución sin que la respiración resulte comprometida durante la alimentación, serán alimentados a través de una sonda por la que se les suministra leche materna.

En estos casos resaltar que se ha comprobado que las madres que pueden permanecer junto a sus bebés se extraen mucha más leche que si están lejos de él, ya que, la hormona que induce la eyección de la leche se libera en mayor cantidad si la madre está cerca de su bebé, y lo puede tocar o sostenerlo en sus brazos, siendo mucho más fácil a posterior que el bebé se prenda directamente del pecho cuando esté listo para alimentarse directamente, comparado con aquellos bebés alejados de su madre a los que se les administra leche materna por medio de un biberón.

La leche de la madre es tan importante para los bebés prematuros o enfermos ingresados en la UCIN que, si su madre no puede proporcionarle suficiente leche, son alimentados como segunda opción con leche de donantes.

El horario de visitas y la separación del bebé de la madre es una asignatura pendiente que no deberíamos retrasar más. Con la separación se incrementa la preocupación, la madre se siente triste y nerviosa, facilitando que afloren en ella sentimientos de culpa, ansiedad y frustración, siendo una forma de poner zancadillas a la lactancia, al verse dificultada la extracción de leche.

A pesar de que está más que demostrado el beneficio del contacto continuo, la entrada libre de los padres no es una práctica uniformemente aceptada en todas las UCIN de nuestro país. Aun cuando muchos hospitales publicitan disponer de unidades neonatales de «puertas abiertas», no es esta una realidad del todo cierta, cuando la presencia de los padres sigue siendo casi testimonial, y sigue existiendo en estas unidades rótulos con el horario de visitas, y profesionales que contrariamente, en lugar de incitar a la madre/padre a quedarse, les instigan a marcharse con la excusa que tiene que descansar, o peor aún, pueden ver pero no tocar al bebé, restando con ello, importancia al contacto. Esta práctica necesita de pocos argumentos para ser justificada, dado que ha garantizado la supervivencia de la especie humana y genera un mejor ambiente de recuperación para el bebé enfermo o prematuro.

En las unidades neonatales que se trabaja desde la perspectiva de puertas abiertas promoviendo el contacto piel con piel madre (padre)-bebé, los profesionales que trabajan en ellas se sienten más satisfechos por contribuir a ayudar a los padres con su participación a hacer más llevadera esta situación.

Basta con un cambio de actitud profesional y adaptar las prácticas a un nuevo paradigma asistencial, un esfuerzo mental y organizativo que merece la pena modificar, dejando que los padres tengan un papel activo como parte del equipo, brindándoles la oportunidad de aprender y participar de los cuidados que su bebé necesita, un hecho transcendental dado el potente estímulo que supone para una pronta recuperación del bebé.

El documento que presentó el Ministerio de Sanidad, ya en el año 2010 «Cuidados desde el nacimiento. Recomendaciones basadas en pruebas y buenas prácticas» dice textualmente: «Probablemente la entrada de los padres y madres en la unidad neonatal y la recuperación de su papel como cuidadores no deba justificarse desde la evidencia científica y deba enfocarse más desde una perspectiva de derechos ciudadanos y de lo que ha sido natural en la especie humana. La crianza de los niños y niñas en la especie humana ha dependido de la presencia de los padres, fundamentalmente de la madre porque es ella quien además le va a alimentar.

Por otro lado, hay que recordar que la separación de los recién nacidos de sus padres y madres y la dificultad para poder permanecer a su lado cuando estaban ingresados, se instauró sin que nadie haya podido mostrar nunca ningún beneficio de esta separación, por tanto, lo “normal” sería que en las unidades neonatales se intentara reproducir lo que es “normal” en la crianza de los niños/as, es decir que puedan estar y tener contacto físico con su madre y con su padre...” Por lo tanto, es ineludible que los gestores sanitarios, vigilen que estas medidas se cumplen, que el papel de los padres en estas unidades no sea de mero observador sin participar activamente en los cuidados del bebé. Y si el sistema sanitario no cumple estas medidas, los padres deben de exigir romper con estas barreras que dificultan la oportunidad de contribuir con sus cuidados a una pronta recuperación de su bebé.