Medio Ambiente

La amenaza del desconocido y al mismo tiempo imprescindible acuífero de la Plana de Valencia

Situado bajo la ciudad se ha visto afectado por el crecimiento urbanístico

Imágenes de la evolución del acuífero de la Plana de Valencia
Imágenes de la evolución del acuífero de la Plana de ValenciaLa Razón

Pocos saben de la importancia del acuífero de la Plana de Valencia. Las aguas subterráneas son las grandes desconocidas para la población en general, pero tienen funciones vitales para el medio ambiente y para la protección del territorio. “El acuífero es clave para el abastecimiento de agua, la agricultura y el equilibrio ecológico de toda la región. Su deterioro compromete no solo la sostenibilidad ambiental, sino también la seguridad hídrica y el bienestar de las generaciones futuras”, advierten los autores de un estudio dirigido por la Universitat Politécnica de Valencia (UPV).

El acuífero de la Plana de Valencia abarca un mosaico de usos del suelo que incluye la ciudad de València, su área metropolitana y el Parque Natural de la Albufera, un enclave protegido de alto valor ecológico.

La expansión urbana ha reducido un 9,2 % el valor ambiental del sistema acuífero de la Plana de Valencia en las últimas tres décadas, lo que compromete su capacidad de recarga, incrementa el riesgo de inundaciones y agrava la pérdida de biodiversidad, según concluye el Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente (IIAMA) de la UPV.

El trabajo, elaborado en colaboración con la Universidad Pablo de Olavide, analiza la evolución del uso del suelo entre 1990 y 2018 mediante el Índice Ambiental Ponderado (WEI), una herramienta que combina datos de alta resolución para evaluar el impacto urbano.

“Este indicador integra bases de datos como World Settlement Footprint y CORINE Land Cover para ofrecer una visión más precisa del impacto del crecimiento urbano en áreas metropolitanas como la de Valencia”, ha explicado Javier Rodrigo, investigador del IIAMA y autor principal del estudio.

El informe revela que la superficie urbana aumentó un 70 % en ese periodo, mientras que las áreas agrícolas de secano disminuyeron en más del 59 %. Como consecuencia, el valor ambiental del territorio descendió de 44,80 en 1990 a 40,68 en 2018.

“Las consecuencias son claras: pérdida de capacidad de recarga del acuífero, mayor riesgo de inundaciones, deterioro de la biodiversidad y una creciente degradación de las funciones ecológicas del paisaje”, ha advertido Rodrigo.

La urbanización fue especialmente intensa entre 2000 y 2012, en plena expansión inmobiliaria y turística, y afectó directamente a zonas hidrológicamente sensibles como la llanura aluvial del río Turia.

La dana como ejemplo

“El episodio de la dana de octubre de 2024, con 228 víctimas mortales, tuvo lugar en zonas ya identificadas como propensas a este tipo de fenómenos. Este hecho subraya la urgencia de incorporar criterios de resiliencia climática en la ordenación del territorio”, ha apuntado María Elena Rodrigo, investigadora del IIAMA.

El estudio propone medidas urgentes como la protección del suelo agrícola periurbano, la restauración de llanuras aluviales y la aplicación de soluciones basadas en la naturaleza.

“Necesitamos un modelo de desarrollo más sostenible, basado en el crecimiento compacto, la preservación de recursos estratégicos y la implementación de prácticas agrícolas adaptadas al cambio climático”, han concluido desde el equipo investigador.

Más allá del caso valenciano, los autores proponen replicar esta metodología en otros territorios mediterráneos donde la presión sobre el suelo plantea retos similares. Además, han presentado una propuesta de proyecto al Ministerio de Ciencia para validar empíricamente el WEI (Índice Ambiental Ponderado) mediante indicadores como la calidad de las aguas subterráneas, las métricas de biodiversidad o la temperatura superficial del suelo.