Amamantando la vida
¿Debo dejar la lactancia cuando a mi bebé le salen los dientes?
Aunque no es común puede haber algún episodio en el que el pequeño muerda el pecho
La salida de los dientes en el bebé angustia a muchas madres que amamantan. El miedo, a que con los dientes el bebé cause dolor al mamar, hace que las madres lleguen a plantearse que quizás ha llegado el momento de dejar de amamantar.
El proceso de la dentición generalmente comienza cuando el bebé tiene de 6 a 8 meses de edad. Sin embargo, hay casos en los que el primer diente aparece de forma más precoz (sobre los 4 meses de vida) y otros en los que se retrasa incluso hasta cerca del primer año de vida. De todos modos, tenga la edad que tenga el bebé cuando estos aparezcan, el principal alimento para un bebé sigue siendo hasta el año de edad la leche, y por supuesto ninguna leche va a ser superior a la materna, que continúa siendo el mejor de los alimentos más allá de los dos años de edad del bebé.
Ante todo, tranquilizar a las madres, porque con toda probabilidad el que ya tenga dientes no va a hacer que las tomas al pecho sean molestas ni dolorosas. Cuando el bebé se prende de forma correcta al pecho, su lengua cubre la encía inferior es decir se ubica entre los dientes inferiores y el pezón cubriendo toda la encía, es más, su lengua se extiende más allá de la encía inferior, para así, hacer que el pezón entre en el interior de su boca y poder exprimir la leche, de este modo el pezón queda protegido del roce de sus nuevos dientes.
De todos modos, con las típicas molestias de la dentición, el bebé acentúa las ansias por llevárselo todo a la boca para mordisquear y poder calmar sus dolorosas encías, por lo tanto, no es nada extraño y entra dentro de la fase normal del desarrollo del bebé, el que al mamar ansíe apretar o mordisquear el pezón, ya que a través del mecanismo de la succión al pecho el bebé no solo consigue alimento, también obtiene consuelo, al liberar el cerebro endorfinas, pequeñas proteínas que contribuyen a la supresión del dolor.
Un efecto analgésico que se ve multiplicado por el valor calmante que tiene la leche materna por su contenido en triptófano, un precursor de la melatonina, hormona con propiedades analgésicas y antinflamatorias. El efecto analgésico, es un estimulante más para promover el uso de la lactancia, y que no sea motivo la aparición de los primeros dientes para que la madre suspenda este tipo de alimentación tan importante.
En consecuencia, dado el efecto analgésico del amamantamiento, no es de extrañar que durante esta etapa el pezón sufra, algún que otro, mordisco por un bebé que como se ha comentado busca alivio y no es consciente de que con ello produce dolor, por lo tanto, es la madre la que debe de hacer entender y saber al bebé que no debe de morder.
En primer lugar, es importante que la madre observe y preste atención e identifique en que momentos el bebé muerde al mamar, ello le permitirá evitar la situación, puesto que las situaciones pueden ser diversas. En ocasiones muerden para reclamar atención, a veces tras meses de la lactancia las madres son capaces de hacer otras cosas mientras están amamantando, la lactancia se convierte en una rutina mecánica que hace que dejen de estar pendientes del bebé mientras come, y morder no es más que una forma de demandar atención.
Para subsanarlo será suficiente mantener contacto visual con el bebé, acariciarlo o hablarle mientras lo estés amamantado. En otros casos el bebé puede morder o apretar el pezón de forma involuntaria, normalmente suele suceder cuando ya ha terminado la toma, y se queda relajado o dormido, y en es momento la madre puede notar que el bebé aprieta con más fuerza la mandíbula y corrige su lengua, sintiendo como un pellizco al presionar los dientes o la encía contra el pezón. En estos casos aun estando el bebé dormido, bastara con apartarlo suavemente introduciendo con cuidado un dedo en el lateral de su boca, para ayudar a que la abra y poder retirarlo del pecho.
También los primeros mordiscos, aunque dolorosos, pueden arrancar cierta sonrisa a la madre al ver la cara pícara de su bebé. Una actitud arriesgada, ya que el bebé lo percibe como un juego haciendo que el habito se mantenga.
De todos modos, cabe aclarar como ya he comentado que, aunque no es común puede haber algún episodio en el que el bebé muerda el pecho, porque se siente molesto por la aparición de un nuevo diente, resaltar que su intención no es hacer daño, sino obtener alivio y bienestar, con lo que, bastará con apartarlo suavemente, pero diciéndole de forma clara y seria, sin necesidad de gritar, aunque es difícil ante la sorpresa no dar un grito de dolor, es recomendable a ser posible controlar el impulso, y decirle de manera firme y rotunda que “no”, que, si continúa haciéndolo, no tomara más teta.
Otra opción, pude ser, retirarle el pecho de la boca, consolándolo si llora, manteniéndolo en tu regazo, explicándole que no debe de morder, ofrecerle si es necesario un mordedor o incluso fruta congelada, contribuyendo con ello a aliviar sus molestias para posteriormente cuando este más tranquilo, si lo desea volver a ofrecerle el pecho. En pocas palabras debemos hacerle entender que morder y mamar no son compatibles y que, si lo hace, se suspende la teta.
Quizás no deje de morder la primera vez que lo intentes, pero al final acabará entendiéndolo y dejará de hacerlo, la cuestión es mantenerse firme y explicarle que nos ha hecho daño. Puede que no entienda las palabras, pero sí comprende el tono de cómo se las dices y sabe que lo que hace no está bien.
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