Iglesia
El Protocolo del Arzobispado de Valencia frente a los abusos busca "un entorno seguro" para los menores
El documento marca unas pautas positivas y unos límites que se deben tomar como ser "siempre visibles para los demás" en presencia de menores
El Protocolo de prevención y actuación en casos de abusos sexuales del Arzobispado de Valencia insta a llevar a cabo una política de “puerta nunca cerrada”, favorecer al menor un "entorno seguro", impulsar líneas formativas, reparar o restaurar "el daño causado" y proteger la "presunción de inocencia" de toda persona acusada.
"Los abusos cometidos en el pasado no los podemos cambiar por desgracia, pero sí que podemos establecer líneas preventivas para el presente y el futuro para que no vuelva a suceder", ha asegurado en rueda de prensa Daniel Juan Tortosa, director de la Oficina de Protección del Menor (OPM) del Arzobispado de Valencia.
La OPM, entidad creada en 2020 para la recepción y tramitación sobre posibles denuncias de abusos sexuales en el ámbito de la Archidiócesis, ha sido la encargada, a instancias del papa Francisco, de elaborar este documento de 113 páginas.
Daniel Juan, que no ha ofrecido datos sobre denuncias recibidas porque están a la espera de una valoración global a nivel nacional, ha indicado que el documento incluye la "justicia restaurativa" porque "optamos por una restauración integral de la víctima".
También líneas formativas y de instrucción para que puedan llegar a los agentes de pastoral y educativos, "para saber cómo actuar ante la relación personal con los niños", y también a los propios menores para que sepan "cómo actuar ante la amenaza de un presunto abusos".
Contempla asimismo como actúa la Iglesia cuando recibe una noticia o denuncia de un abuso a un menor. "Primero investigar el hecho porque también nos encontramos con denuncias falsas que hay esclarecer" y después las líneas a nivel canónico y penal en la Iglesia para el que ha cometido este tipo de abusos.
Pautas positivas y límites a adoptar
El documento marca unas pautas positivas y unos límites que se deben tomar como ser "siempre visibles para los demás" en presencia de menores, evitar a estar a solas con menores de edad en despachos, sacristías, aulas o salas de catequesis y procurando siempre que las puertas "estén abiertas, facilitando la escucha y la visión a otros".
En este sentido, sugiere que haya "puertas de cristales transparentes o cristaleras en despachos de sacerdotes, directores, formadores y animadores, tanto de menores como de jóvenes" y considera necesario llevar a cabo una política de “puerta nunca cerrada”.
Indica que las muestras físicas de afecto deben llevarse a cabo "con mensura y respeto, de manera que nunca puedan parecer desproporcionada" y que se debe "respetar la integridad física del menor, permitiéndole rechazar las muestras de afecto, incluso en el caso de que sean bienintencionadas".
También señala que, en la medida de lo posible, los trabajadores pastorales deben tener especial cuidado para asegurarse de que los menores no entren ni permanezcan en lugares ocultos a la vista o fuera de control.
Prohibiciones y comportamiento
El protocolo indica que está "estrictamente prohibido para los agentes de pastoral y personal docente" infligir castigos corporales de cualquier tipo o establecer una relación preferencial con un menor de edad, y señala que será motivo de "cese inmediato de la actividad pastoral cualquier relación sentimental, consentida o no, de un adulto con un menor de edad".
También está prohibido pedir a un menor que guarde un secreto o darle regalos discriminando al resto del grupo, fotografiar o grabar a un menor sin el consentimiento por escrito de sus padres o tutores, o publicar o difundir, a través de la red o redes sociales, imágenes que reconozcan a un menor.
Asimismo, ponerse en situación de riesgo o claramente ambigua: entrar en los vestuarios, baños o duchas mientras estén los menores, compartir habitación de hotel o tienda de campaña, o subir a un menor a solas en un coche.
Prevenir el abuso sexual a menores
El protocolo señala que pretende ser una ayuda para sacerdotes, docentes y personas implicadas en la pastoral diocesana que, "por desconocimiento en este asunto, se pudieran sentir desorientados o incapaces de saber actuar ante posibles situaciones de este tipo, sin poder dar, por tanto, una respuesta adecuada al problema".
Sacerdotes, religiosos y laicos que participen en actividades en las que vayan a tener contacto con menores recibirán una formación básica sobre abusos sexuales, con el fin de que conozcan las normas que rigen en la Diócesis.
Además, será obligatorio aportar un certificado negativo del Registro Central de Delincuentes Sexuales y Trata de Seres Humanos por toda persona que vaya a tener responsabilidad profesional o voluntaria con menores en el ámbito de las instituciones y actividades diocesanas
Asimismo, deberán firmar un documento de responsabilidad personal manifestando su rechazo personal a todo tipo de maltrato o abuso sea físico, psicológico o sexual y que conocen la doctrina de la Iglesia y las normas diocesanas sobre el trato con menores.
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