“Carmen.maquia”, el baile de la mujer indomable
Gustavo Ramírez Sansano trae a Madrid en Danza una versión de “Carmen” que define como “súper española”, aunque alejada de los estereotipos
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La historia de amor, pasión y celos que George Bizet hizo famosa en su ópera de 1875, basada en la novela de Prosper Mérimée, se narra también en el lenguaje de la danza contemporánea. El espectáculo ideado por Gustavo Ramírez Sansano, que lo estrenó en 2012 en Estados Unidos con gran éxito, sigue el libreto de Bizet y se mueve al ritmo de obras del propio Bizet, de Andreas Nicolai Tarkmann y de Pablo de Sarasate. “Ya que la danza no es un medio de expresión literal me parecía interesante intentar que cuando la gente saliera de ver esta “Carmen” lo hiciera con la misma sensación que al ver la ópera. Quiero que sientan la historia, que sientan lo que les sucede a Carmen y a todos los demás personajes”, explica el coreógrafo alicantino.
Su segunda preocupación al abordar el proyecto era la estética del espectáculo: “Tenía claro que rojo no iba a haber en el montaje”, comenta entre risas. Para definir lo que Ramírez llama el “look” contó con la ayuda de Luis Crespo, que “no solo es mi escenógrafo, sino que también me asesora y es alguien a quien le gusta investigar. Entonces Luis encontró unas obras de Picasso en blanco y negro sobre Carmen -Picasso tenía un gusto especial por Carmen- y eso nos dio el pretexto para dejar el color y apostar por el blanco y el negro”, que se refleja también en el vestuario, ideado por David Delfín.
“Hay cosas que ya no sé si las ha dicho Picasso o Luis Crespo, pero, en todo caso, se trata de una metáfora muy bonita: Carmen es como el toro que nadie puede domesticar y que, al final, acaba muerto en la plaza. Por eso elegimos el nombre “Carmen.maquia””, explica Ramírez. El espectáculo llega a la Sala Roja de Teatros del Canal el domingo 8 de diciembre.
−¿Cuándo se presentó por primera vez “Carmen.maquia” y qué le hace recuperarla este año?
−La pieza se estrenó en 2012, cuando yo dirigía Luna Negra, una compañía que se dedica a ofrecer una plataforma a coreógrafos latinos en Estados Unidos, para exponer su trabajo y para enseñar que lo latino puede ser mucho más que salsa. El 2012 lo quise dedicar a las mujeres porque me di cuenta de que había un déficit de coreógrafas mujeres, así que durante esa temporada solo invitamos a coreógrafas. Como director artístico yo también tenía que coreografiar, así que hice dos trabajos dedicados a mujeres: una pieza sobre la fotógrafa Graciela Iturbide y otra sobre Carmen.
−Solo con ver las imágenes del montaje se sospecha que no se trata de una representación “típica” de Carmen.
−Quería que fuera, por un lado, muy española y, por el otro, que rompiera estereotipos, que rompiera con lo que espera la gente de nosotros. Por eso, por ejemplo, pensé que era importante trabajar con diseñadores españoles para el vestuario. Ya había trabajado con David cuando coreografié para la Compañía Nacional, cuando aún estaba Nacho Duato, y me pidieron que optara por diseñadores nacionales.
−¿Y qué le hizo elegir a David Delfín de entre todos ellos?
−No sabía quién era él, la verdad es que no he sido nunca una persona muy “into fashion”. Y como había vivido mucho tiempo fuera no sabía bien lo que estaba pasando aquí... Así que estaba mirando en internet y me encontré con una foto de Bimba Bosé vestida con una camisa-vestido negra. Me gusta mucho la sencillez, que sea el intérprete el que tenga que contar la historia en lugar de que el vestuario lo cuente todo. Así que cuando vi esa foto dije: “Éste”. Luego me enteré de que David era súper importante (risas). Y conocerle fue fantástico, porque no solo es un gran diseñador, sino que es −porque sus trabajos están vivos aún− una persona fantástica y humilde. Así que ahí le conocí, y cuando me surgió “Carmen”, para la que necesitaba a alguien que entendiera nuestra cultura y que pudiera sacar algo poco convencional, pero que también reflejara esa esencia, hablé con él.
−En Estados Unidos fue muy bien recibido el espectáculo y hasta premiado, ¿cómo ha sido la respuesta ahora que lo ha traído a España?
−Muy buena. Tengo que decir que hay momentos que son internacionales. En todos los sitios a donde la hemos llevado hay ciertos momentos de la obra en que el público reacciona de la misma manera. La danza y la música son idiomas internacionales, traspasan la literalidad. Puedes estar en un estado de ánimo y escuchas ciertos sonidos, o percibes una expresión corporal positiva, y te cambia el estado de ánimo. El de la música y la danza es el mejor matrimonio que hay en las artes; la música nos da voz y nosotros le damos forma y visibilidad.
−Trabaja mucho en EEUU, ¿qué diferencias ve en el modo de abordar la danza allí y con el modo de hacerlo en Europa, específicamente en España?
−Me parece fantástico el sistema europeo, donde las compañías reciben dinero del Estado. Porque está claro que una compañía de danza no tiene nada que ver con ganar dinero, es todo pérdidas; lo que pasa es que sarna con gusto no pica. Creo en la responsabilidad del Estado de ocuparse de que la gente se pueda alimentar de arte. Luego está el sistema americano, donde todo viene de dinero privado. Así, si las personas no invirtieran en ello no tendrían teatros, ni museos, ni salas de conciertos. El hecho de que no solo tienen que donar dinero a las artes, sino de que es caro ir al teatro, aporta una apreciación diferente. Como director es mucho más fácil conseguir dinero con el sistema de mecenazgo de Estados Unidos, mientras aquí en España las empresas y los ricos solo quieren invertir, con todo el respeto, en Shakira, y en algo que les vaya a dar mucha visibilidad.
−Formó parte del ballet de Víctor Ullate, ¿cómo recibió la noticia del cierre de la compañía?
−Es muy triste que una institución como esa desaparezca; una compañía que ha sobrevivido durante tanto tiempo y que ha sido, en muchos momentos, la única compañía de ballet que ha habido en España con tanta dignidad a nivel internacional. Es como que se muere un gran trozo del árbol, que encima es muy pequeño en España. He bailado ahí también, me da mucha pena, sobre todo porque al haber bailado fuera de España me he dado cuenta de la joya que teníamos en la compañía de Víctor Ullate. Que haya desaparecido es un drama, porque ahora hay menos visibilidad, que es lo que necesitamos en España. Necesitamos teatros de danza, que la gente sepa que existimos y piense en nosotros. En la programación de la mayoría de los teatros de España, la participación de la danza puede ser de un 20 por ciento en los mejores sitios.
En el fondo, necesitamos menos subvenciones y más visibilidad para montar espectáculos y poder vivir de ello, que la gente piense que la danza es una opción. Pero no hay una verdadera voluntad política de que haya visibilidad. Y también, para hacer autocrítica, los profesionales de la danza no nos hemos movido juntos para darnos el valor añadido que nos merecemos. Lo que pasa es que lo aceptamos todo porque queremos bailar.