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Libros

El espejo literario de Carlos Pujol

Un volumen de Teresa Vallès-Botey rescata textos olvidados e inéditos de un autor que trato de huir de las modas para seguir teniendo lectores fieles en la actualidad

El diploma de ingreso de Pujol en la llamada Academia de los Ficticios
El diploma de ingreso de Pujol en la llamada Academia de los FicticiosSHOOTING

Carlos Pujol escribió al margen de las modas. Su obra no tiene nada que ver con los éxitos de ventas sino con su personal manera de entender la literatura. Eso es lo que puede encontrar el lector que se acerque a las páginas de «Escribir a contracorriente.Fuentes para el estudio del pensamiento literario de Carlos Pujol», un volumen editado por Comares y coordinado por la profesora Teresa Vallès-Botey. En él se recogen numerosos materiales inéditos o desconocidos de quien fuera escritor, editor y crítico literario como es un conjunto con sus entrevistas, su conferencia «Carta a unos jóvenes poetas» y su correspondencia con su amigo y editor Miguel Ángel del Arco Torres. Todo ello forma parte del estudio que se está realizando sobre la obra del autor desde la Univeridad Internacional de Cataluña donde se encuentra su archivo literario desde que sus familiares lo donaron en 2017.

«Lo que se trata de reflejar con el libro es una imagen nueva de Carlos Pujol, la de un creador que reflexiona sobre lo que es la literatura», recuerda Vallès-Botey en conversación con este diario. ¿Y qué es precisamente la literatura para Pujol? «Es una obra de arte y no puede conformarse con menos», apunta la estudiosa quien señala que en todo esto el autor no está muy lejos de su admirado Marcel Proust. Pero también se acerca a Eliot porque le gustaba repetir una de las afirmaciones del autor británico; Para muchas personas, la literatura es vida y la vida es literatura».

Ganarse la vida

A lo largo de su carrera, el escritor demostró una gran coherencia y trató de comunicar su amor por las letras traduciendo lo que consideraba lo mejor de las letras en lengua francesa –Voltaire, Racine, Stendhal, Dumas, Balzac, Lamartine, Gautier, Baudelaire o Simenon–, inglesa –Defoe, Austen, Dickinson, Henry James, Hemingway. Stevenson u Orwell–, italiana –Guido Gozzano– o catalana –Joan Sales–.

«Su primera preocupación naturalmente era ganarse la vida y para eso ya estaba su trabajo en la Editorial Planeta. Era su manera de tener un sustento. Otra a cosa era su defensa de aquella literatura que le hacía ilusión, por lo que se desestendía del factor económico. Asumió perfectamente que sabía que no tendría éxito editorial porque él estaba totalmente alejado de los cócteles literarios, de las intrigas, de la búsqueda de favores. Él no escribía para hacer contactos ni para lograr premios», recuerda la responsable del grupo de investigación Carlos Pujol, Literatura y Humanismo.

El hombre que tenía como uno de sus lemas el vivir por la literatura, pero sin vivir de la literatura, fue un trabajador infatigable. Buena prueba de ello es la extensísima bibliografía dejada y formada por unas 150 monografías publicadas, de las que medio centenar son obras de creación propia y el resto traducciones en la mayoría de casos de la literatura francesa y anglosajona.

Puede que todavía muchos lectores desconozcan la producción literaria de Carlos Pujol, donde podemos encontrar desde nuevos casos de Sherlock Holmes a una mirada novedosa sobre la revolución francesa a un recorrido por la España carlista a través de los ojos de un personaje de Balzac. Si no lo ha leído aún, tiene la suerte de poder disfrutarlo por primera vez porque «Pujol siempre tendrá lectores porque siempre ha ido contra las modas. Huyó de todas ellas. Su estilo ha ido a contracorriente por lo que podrá perdurar. Probablemente no conseguirá millones de lectores, pero los que tenga serán fieles para siempre», como dice Teresa Vallès-Botey.

En esto también tiene un peso importante su estilo, con una fina ironía y una mirada aséptica. «A él le importaban la familia y tenía mucha confianza en Dios. Del resto se desentendía. La sociedad actual hace que pagues un precio demasiado alto si no te conviertes en un “showman”. Para él había que elegir entre hacer literatura y hacer vida literaria. Siempre tuvo clara cuál era el camino que quería tomar. Siempre rechazó que la literatura pudiera pasar a ser un espejo en el que mirarse: prefería que fuera un espejo mágico», concluye la especialista.

En la Academia de los Ficticios
Entre los papeles personales de Carlos Pujol se pueden encontrar no pocos restos de los que fue su genio. Es el caso de su diploma de ingreso en la imaginaria Academia de los Ficticios que tenía como presidente a su vecino Joan Perucho y como secretario a Pere Gimferrer. A ello se le suman varias carpetas con la correspondencia mantenida durante años con amigos y admiradores literarios, como es el caso de Andrés Trapiello a quien Vallès-Botey ve como discípulo, igual que Valentí Puig.