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Semana Santa

La Pasión como nunca antes se había visto

La historia de la muerte y resurrección de Cristo es abordada en un exhaustivo documental dirigido por Phil Grabsky y que hoy, debido a la cuarentena, se estrena en una sala virtual y varias plataformas digitales

Van der Weyden
"La lamentación de Cristo" (1460-1464), de Rogier van der WeydenLa Razón

Una historia singular que forma parte de nuestra cultura, la de la muerte y resurrección de Cristo, ha dominado la cultura occidental durante los últimos dos mil años. Es innegable de que se trata de un acontecimiento histórico y como tal ha sido representado artísticamente a través de los siglos. Phil Grabsky, director de «La Pasión el arte» (que hoy se estrena en salavirtualdecine.com y a través de las plataformas digitales de Vodafone, Rakuten TV y Huawei Video), acerca la cámara a donde el ojo no es capaz de llegar y trae a primer plano piezas absolutamente imprescindibles de la historia de la pintura, tomando la obra del maestro Giotto como un hilo conductor.

No hay un recorrido cronológico en el filme, sino que la Pasión se narra a través de la lectura del Evangelio, un relato conmovedor que cobra todo el sentido mediante siglos de pinceladas de los grandes de la pintura. La película ha sido rodada en Israel, Estados Unidos y varios países de Europa y explora cómo artistas tan opuestos como Mantegna, Leonardo, Miguel Ángel, Van der Weyden, Velázquez, Zurbarán, Dalí y Mark Wallinger, entre otros, interpretan esta parte de la Historia universal.

Decíamos que es Giotto de quien se parte, de sus frescos de Padua, una obra gigante que se define como «un trabajo prácticamente cinematográfico» en el que se recoge cada uno de los momentos de la muerte y resurrección y que ilumina la Capilla de los Scrovegni (1303-1305). Escenas que se suceden como fotogramas y que en el siglo XIV cumplían perfectamente la misión de servir como foco de devoción al tiempo que instruían a un pueblo analfabeto en su mayoría, pero que comprendía las representaciones pictóricas. Unas historias que no solo mostraban la parte más amable, sino también la más dura. El momento dedicado a la Última Cena es especialmente delicado, con composiciones que reúnen desde la célebre de Leonardo hasta la bellísima de Salvador Dalí o la realizada por la artista Plautilla Nelli, cuya obra ha sido recientemente restaurada en Italia, una de las escasas mujeres dedicadas al arte en el siglo XVI.

Mensaje poderoso

Cada una de ellas muestra el detalle con que fue concebida: los ropajes y sus pliegues, la riqueza de los colores, el ornamento, por ejemplo, del bastón que porta el «Salvator Mundi en un paisaje» (1510-1530), del maestro de Marsi Magdalene, pura filigrana. La historiadora del arte Jennifer Silwaka señala que «cuanto más podían dar a conocer este mensaje por medio de grandes artistas más poderoso se volvía» y más calaba entre los feligreses.

Cada fragmento de la Pasión está leído de los evangelios: desde la angustia de Getsemaní al Prendimiento, Cristo en casa de Anás y Caifás, el lavatorio de manos de Poncio Pilato o el bellísimo fragmento de la negación de Pedro, lleno de amargura que Caravaggio plasmó de manera única. «Jesús vivió y murió como hombre. Y son esas imágenes de sufrimiento y de soledad que las que siguen haciendo que nos identifiquemos con ese potente lado humano», asegura la experta, que ejemplifica con un lienzo de Zurbarán el potente «Agnus Dei», una obra con repercusión en todo el arte occidental.

Tintoretto y Durero y Jaume Huguet, la corona de espinas de Velázquez, la belleza inusitada del arte bizantino o el despliegue de sentimientos que es capaz de captar El Bosco: desde las miradas a los gestos y las lágrimas. Obras vistas y reproducidas cientos de veces conviven junto a algunas que son auténticos descubrimientos, como el «Retablo de Grunewald», pintado en 1912 por Nolde lleno de color (y con la mirada puesta en «El descendimiento» de Van der Weyden), las pinturas de Matisse para la capilla del Rosario en Vence o la sobrecogedora «Gólgota» (1900), obra de Munch, un grito ahogado que muestra a un Cristo crucificado de fondo con todo el descarnamiento de que es capaz el pintor.

Cristo en la Cruz, el escarnio, la subasta de su manto, el dolor de su madre y el padecimiento de los apóstoles dejan paso a un cuerpo pintado por Miguel Ángel en una obra inacabada del Hijo de Dios a punto de resucitar, pieza de juventud que es un acierto rescatar. Wallinger, nombre del último arte, presenta a un Jesucristo en piedra blanca, lejos de la iconografía tradicional, coronado por espinas. La herencia cristiana, como se asegura en este trabajo, forma parte fundamental, también, del arte: «Sepamos lo que hemos sido para entender hacia dónde vamos».

Filmada de la Tierra hacia el cielo
«La Pasión en el arte»se ha detenido para narrar esta historia universal en cien obras de arte. Entre ellas: dos capillas, cuatro esculturas, un vitral y noventa y tres cuadros, de distintos artistas desde el siglo XII hasta la actualidad. Hay que remarcar la puesta en escena que hace Grabsky, con la mayoría de las piezas filmadas en detalle primero y después desde abajo del cuadro (Tierra) hacia arriba (cielo, ascensión).