#culturaencasa: De los colores del tiempo de Fernando Fernán Gómez al sonido más desgarrado de la “reina del jazz"

Fernando Fernán Gómez no era muy de jerarquías. Ni de miradas verticales. Ni de imposiciones a destiempo. El actor y dramaturgo tenía claro que en España “no solo funcionan mal los que mandan, sino también los que obedecen”. Por eso nunca perteneció a ninguno de los dos perfiles. Para saber cómo declamaban el Siglo de Oro los intérpretes de teatro, reflexionar o cuestionarse acerca de la estabilidad económica dentro del universo artístico del Madrid de entonces, respirar la agitación de la Segunda República en la capital, deleitarse con la honestidad de una cabeza poderosa o simplemente descubrir la lucidez de un genio, es muy recomendable que uno lea “El tiempo amarillo”. En esta suerte de memorias interminables, brillantes y profundamente vitalistas, Fernán Gómez se cuela en los huecos que dejan los recuerdos y establece un recorrido completo, social, emocional, onírico (porque también deja que intervengan simbólicamente los sueños que tuvo en su vida), político, profesional y personal a lo largo de varias décadas. Siempre con el espíritu poético encendido, siempre con la belleza literaria de un pájaro. Para el artista, la vejez no es agradable ni placentera, pero tampoco dolorosa, porque “no se la siente”. Entre estas páginas brota, en definitiva, la vida de un artista que nunca dejó de existir.

Entre cuerdas y no con el acompañamiento de una orquesta de jazz decidió Billie Holiday grabar este canto inmortal contra el tiempo. La reina del jazz, la “mayor influencia” de Frank Sinatra, tuvo una vida plagada de complicaciones, violaciones, abandonos, adicciones y éxitos, pero su voz consiguió imponerse con fuerza a las mareas del desencanto y se convirtió en uno de los grandes mitos del siglo XX. Este disco, “Lady Satin”, es el mejor de toda su carrera. El más visceral, el más triste, el más imponente.

Si hubo un periodo que resultó revolucionario, agitado y revuelto para la defensa de los derechos de las mujeres, fue sin duda la década de los 70. Durante esta época, especialmente en Estados Unidos, las guerras culturales se multiplicaron y las feministas de la segunda ola gritaron más alto que nunca. En mitad de tan fecundo panorama surge la figura de la política conservadora Phyllis Schlafly. A partir de entonces al movimiento feminista le surge un enemigo declarado con forma, por paradójico que pueda parecer, de mujer. Tan solo se ha emitido un episodio en HBO pero ya se alumbra prometedora.

La civilización sumeria es la más antigua de toda la Historia. Se dirigían a sí mismos como «el pueblo de cabezas negras» y fueron capaces de encontrar entre las orillas de los ríos Éufrates y Tigris un lugar perfecto donde asentarse y crear vida. Esta escultura pertenece a dicho apasionante periodo y recibió el nombre de Orante de Gudea. Al parecer, fue hallada en Irak y la postura corporal de sus manos revela una acción religiosa. Un hombre que está orando de pie y viste un manto de lana que sugiere una superposición de pétalos. Una prenda muy extendida en Mesopotamia llamada «kaunake». Sus ojos estaban hechos de lapislázuli, pero no se conservan. Este y otros tesoros, en el Museo Arqueológico.

Disponible en: www.man.es/man/home.html

Con la intención de cerrar el ciclo cinematográfico sobre la manera tan compleja que tenemos de querernos, el director catalán Carlos Marqués Marcet remató su estudio con “Los días que vendrán”. Un delicado canto a la vida protagonizado por los actores María Rodríguez Soto y David Verdaguer (pareja en la vida real) en donde el cineasta perfila la ritualidad de uno de esos momentos clave de la existencia en los que la vida empieza a asomar. Vir y Lluís se enteran de que van a ser padres. A través de imágenes familiares intercaladas del propio nacimiento de Vir y el retrato documental de todos los picos emocionales que va atravesando la pareja revestido de ese halo intimista propio de una “home movie”, la cinta describe la aventura de la maternidad y refleja la estela de unos miedos y unas expectativas que se mantendrán inalterables para siempre. Una cinta silenciosa, acogedora como el útero, cercana como la piel de un padre. Realmente preciosa.

Disponible en: https://www.filmin.es/pelicula/los-dias-que-vendran