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¿Por qué Trump quería posar con una Biblia?

Un libro, generalmente religioso, es una manera de reivindicarse ante sus votantes o el pueblo que representan
Shealah Craighead/White House/dp / DPAShealah Craighead/White House/dp
La Razón

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En medio de los disturbios raciales, el presidente norteamericano Donald Trump decidió visitar la iglesia Episcopal de Saint John, que está justo enfrente de la Casa Blanca. El inquilino del Despacho Oval decidía por la mañana emprender esa marcha a pesar de lo imprudente que parecía de antemano. Un paseo que antes requirió ahogar en gases lacrimógenos a los manifestantes que protestaban a las afueras. A pesar de ese pequeño incidente, y de lo molesto que siempre resulta para la policía cargar sobre civiles desarmados, Trump consiguió visitar el templo religioso a la hora programada. Allí, igual que un Moisés moderno, levantó una Biblia, aunque esta vez, ya ven, no se abrieron las aguas del Potomac, quizá en la próxima ocasión.
Con este libro en la mano, el presidente de Estados Unidos intentaba legitimar su presidencia, sus actos y hasta la gestión de la crisis, que a la luz de los últimos días, sobresale por su efectividad. ¿Pero de dónde ha sacado esta idea? No es la primera vez que los políticos, sobre todo los dictadores o los que tienden a cierto autoritarismo, esgrimen un libro para arrogarse autoridad y afianzar su popularidad entre la población.
Lo hemos visto en centenares de ocasiones. El ex presidente Sadam Hussein compareció en su juicio sosteniendo un Corán en la mano. Un guiño al pueblo que había gobernado hasta hace poco, una forma de legitimarse ante unas potencias extranjeras y una manera de mostrar a qué tradición se debía. Con anterioridad lo pudimos ver en Hitler, que usó los libros para quemarlos. Lo hizo con una Biblia, precisamente, mostrando así la naturaleza de su régimen totalitario, mientras, a la vez, aireaba sus consignas antisemitas y racistas a través del «Mein Kampf», que en la época se convirtió en un «best seller» (y no era precisamente barato para el momento).
También hemos visto esta práctica en otros dirigentes. Gadafi, cuya caída del poder fue retransmitida a todo el mundo (igual que su muerte), fue fotografiado con su famoso «Libro verde». Una obra dividida en tres tomos donde escribió cuáles eran sus proyectos para su país. Un ideario confuso, entre el capitalismo y el socialismo, que apelaba al pueblo y que anhelaba que se hiciera extensible a todo el mundo árabe. Esta era su hoja de ruta, que, por supuesto, contemplaba que siempre estuviera él al frente del poder. Incluso Erdogan, el presidente de Turquía se ha dejado ver con la Sunna en la mano cuando ha tratado de defender sus planteamientos. Ahora, Trump, que no es un dictador ni tampoco un totalitarista, sin embargo, les ha robado el truco a estos hombres que ya con anterioridad habían empleado los libros para afirmarse ante su pueblo.