Lo último en teatro: funciones de seis horas dentro de una furgoneta
Grumelot rescata el viaje místico de Valle-Inclán en “La lámpara maravillosa” y propone un “road trip” espiritual (“pero excitante”, aseguran) en busca de la calma en tiempos de “hiperaceleración”
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Hay obras que sus respectivos creadores las venden como un “viaje sensorial” o un “viaje para las emociones”, pero Grumelot no se anda con medias tintas, si propone un “viaje”, lo hace de verdad. Coge a cinco “peregrinos” (o espectadores), los mete en una furgoneta de las grandes y se los lleva de paseo durante seis horas y media. Salida y llegada en el Teatro de la Abadía. Ir más allá y contar lo que habrá en mitad del trayecto ya sería hacer “spoiler”, así que solo adelantan que se llegará hasta la Sierra madrileña; lo demás ya será cosa de la propia experiencia.
Ese misterioso paseo es el que propone la compañía en su recuperación de “La lámpara maravillosa”, de uno de los gurús del grupo, Ramón María del Valle-Inclán. Un título que Iñigo Rodríguez-Claro, director, define como “una meditación del propio autor sobre su concepción estética, dudando a cada paso de la potencia de su poética, afirmando y, a la vez, cuestionando su visión sobre qué es y para qué sirven las palabras”. Fue este miembro de Grumelot el que más empeño puso en llevar a cabo la empresa de este “viaje iniciático”, en boca de Carlota Gaviño, con base en la guía espiritual de Valle. El misticismo del padre de “Luces de bohemia” se expresa a través de ese desplazamiento físico que ya estaba en Santa Teresa y que ahora toma la forma de un “road trip” espiritual que busca la calma en tiempos de “hiperaceleración”.
Rodríguez-Claro se pone a los mandos de esa furgoneta cargada de “peregrinos” que “solo deberán preocuparse de venir con el móvil bien cargado de batería y con unos auriculares. Nosotros ponemos el resto: comida, mantas...”, explica la actriz de una experiencia que también podrá ser vista por los “místicos” desde sus ordenadores y “smartphones”. Gaviño, junto a Pablo Messiez, estará en alguna de las paradas de la ruta y, por su parte, “Javier Lara irá en el coche que guía el ‘streaming’”.
No oculta Gaviño la “frikada”, ríe. “Es un viaje súper exigente, pero ya nos dice Valle que hay tres tránsitos: el amor doloroso, el amor gozoso y el amor con renunciamiento y quietud”. Los mismos tramos en los que se divide el "planning de esta pieza, aunque bautizados como “La piedra”, “El cristal” y “La rosa”, que se podrán seguir de forma individual a través de internet del 14 al 29 de noviembre.
El remozado de “La lámpara mágica” se debe a un intento de Grumelot de quitar esa etiqueta de “pereza” por la literatura mística. “Queremos que sea excitante y se vaya esa desidia hacia este tipo de obras”, sostiene la intérprete de un texto que muestra al Valle más “desconocido e incatalogable dentro de una guía espiritual muy rara. En un momento tan duro y árido como este, es verdad que un libro así de luminoso, aunque complejo, te reconforta”.
Se construyen así dos espectáculos en uno: una pieza itinerante a través del patrimonio de la Comunidad de Madrid y una experiencia virtual en directo que hace uso de las plataformas de comunicación digital para establecer un contacto íntimo y personal con cada uno de los espectadores que se conectan desde sus pantallas, a quienes se les ofrece la posibilidad de viajar sin salir de casa. Una evolución en el teatro de Grumelot que Gaviño ve coherente con los tiempos y con “la trayectoria de la compañía. Ahora la coyuntura nos ha empujado a experimentar con unos formatos que no hubiéramos tocado de otra forma, pero que tampoco nos suenan lejanos”.