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8 cosas que debe saber de Winston Churchill

La sombra del político británico es muy alargada y llega mucho más lejos de su papel como hombre de Estado
FACUNDO ARRIZABALAGAEFE
  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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Winston Churchill (1874-1965) es, sin lugar a dudas, una de las personalidades más influyentes del siglo XX por derecho propio. Desde que se erigiera como una de las figuras que logró frenar los delirios de grandeza de Alemania en la Segunda Guerra Mundial su nombre se asocia al éxito de toda esa Europa que vino después de la capitulación de las tropas de un Hitler que, por entonces, ya era historia.
Sin embargo, y sin quitarle una pizca de mérito a su papel en el enfrentamiento del 39, la sombra del Sir es mucho más alargada que su papel de político y aúna en sí un buen ramillete de ocupaciones que trascienden de su lado más estadista. Aun así, ni Churchill, aparentemente un señor que crea un consenso generalizado, se pudo librar de las protestas del Black Lives Matter y su estatua en Londres fue una de las atacadas durante todo el torbellino creado tras la muerte de George Floyd: “Era un racista”, se le pintó/acusó.
Sin entrar en debates ya tocados sobre la guerra de las estatuas y sobre ese revisionismo histórico que directamente va a borrar absolutamente todo el pasado que no guste a los actuales ofendidos que velan por la justicia eterna, conviene rescatar las curiosidades de un hombre como Churchill en el día en el que se celebra el 146 aniversario de su nacimiento en el Palacio de Blenheim (Reino Unido).
  • Un joven mediocre. Siguiendo sus años en la escuela, pocos dirían que ese adolescente llegaría tan alto y marcaría el devenir del mundo unos años más tarde. De hecho, sus pobres calificaciones le impidieron estudiar en la universidad, por lo que se decantó por hacer carrera en el ejército en la Academia Sandhurst. Aun así, necesitó más de un intento, tres concretamente, para superar la prueba de acceso.
  • El reportero mejor pagado. A finales del siglo XIX Churchill se ganó la vida como reportero de guerra. Y no un periodista cualquiera, sino que firmó un contrato que le elevó a lo más algo de la profesión. Con 250 libras mensuales (unas 30.000 actuales), se convirtió en el reportero mejor pagado gracias al “Morning Post”.
  • Mil y un accidentes. Su relación con los infortunios fue una constante a lo largo de su vida. Ya de niño se cayó de un puente, lo que le obligó estar todo un trimestre en cama por un riñón que quedó gravemente dañado. Luego, varias caídas del caballo, un susto en un lago suizo en el que estuvo cerca de morir ahogado, un accidente de avión cuando aprendía a pilotar o cuando se dislocó un hombro durante un desembarco en India. También un atropello en Nueva York, en la mismísima Quinta Avenida.
  • “OMG”. No s creemos muy modernos/jóvenes cuando usamos eso de “Oh my god” (Oh Dios mío) en su formato abreviado (OMG), pero la realidad es que ni somos jóvenes ni mucho menos modernos cuando tecleamos estas tres letras en nuestros móviles. El primer uso que se conoce de esta comprimida expresión es de 1917 y fue en una carta de Lord Fisher –almirante de la Marina Británica– al señor Churchill el 9 de septiembre de ese año.
  • Amante de la siesta. No sabemos qué hubiera sido del político de haber nacido 50 años más tarde. Al mundo, seguro, le hubiera ido de otra manera, pero él quizá hubiera encontrado un genial retiro al sur de España o en alguna de sus islas como tantos de sus paisanos porque si había una costumbre intocable para Churchill era la de disfrutar de una buena siesta siempre que se pudiera.
  • El artista total. No todo iban a ser despachos para el bueno de Churchill. El británico buscaba la paz más allá de las tensiones políticas y la encontró en el arte, donde se han registrado más de 500 pinturas; además del Premio Nobel de Literatura de 1953 por “su dominio de la descripción histórica y biográfica”, así como por “su brillante oratoria en defensa de los valores humanos exaltados”. Ningún otro primer ministro inglés ha logrado semejante reconocimiento.
  • Enemigo de Gandhi. Si su papel fue fundamental para el fin de la IIGM, es curioso encontrar en el pacifista Gandhi a uno de sus enemigos. Al que acusó de ser “un sedicioso abogado que ahora juega a hacerse el faquir” y del que llegó a desear su muerte, dicen, durante una de sus clásicas huelgas de hambre.

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