«“Diario de Ana Frank” da ganas de gritar para advertirle de los peligros»
Hay que aprender, dice Marcos Chicot, de la terrible historia de la autora: «Muestra los peligros del populismo, es una alarma que debe estar siempre encendida»
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A través de sus novelas, Marcos Chicot nos traslada a las reflexiones y enseñanzas de la Grecia Clásica. Tras ser finalista del Premio Planeta 2016 con «El asesinato de Sócrates», el autor ha vuelto a deslumbrar con «El asesinato de Platón» (2020). En ambas obras refleja a grandes filósofos «que no solo son genios en lo intelectual, sino que cuestionaron y revolucionaron la moral de su época». Explica que este pensamiento crítico es necesario «para evitar que grandes demagogos decidan lo que pensamos, sentimos o hacemos», riesgo que puede llevar a una situación similar a la de la protagonista del libro que recomienda: «El diario de Ana Frank».
–¿Qué le transmite?
–Es el libro que más veces he regalado. Un ejemplo de los peligros del populismo. En una de mis novelas, escribí que «las palabras grandilocuentes enardecen a los hombres y desgracian a los pueblos». Esta obra es el máximo ejemplo. Además, resulta emocionante que sea narrado desde el punto de vista de una niña de 13 años. Expresa el horror que amenaza su vida y nos damos cuenta de que todo nace de la ambición y manipulación de unos pocos hombres. En la historia de la humanidad, esto ha ocurrido muchas veces y sin duda volverá a pasar como consecuencia de un peligro actual, que es la demagogia. Es una alarma que debemos tener siempre encendida. Luego, es un relato absorbente, emocionante, que te mantiene en vilo porque es completamente real.
–¿Podemos llegar a sentir el horror de Ana Frank?
–Era un contexto muy diferente, fue el extremo de adónde se puede llegar. Pero ha ocurrido muchas veces. En mis novelas recreo la Grecia Clásica, donde hay grandes demagogos que arrasan ciudades, matando a los hombres y esclavizando a mujeres y niños. Luego, el ejemplo más reciente e intenso es el nazismo y el Holocausto. Nadie podía imaginar en 1932 que el partido nazi ganaría las elecciones y Hitler se convirtiese en un líder. Y ahora tenemos a Trump, que no es igual, pero la gente sí cree ciegamente en lo que dice.
–¿Cómo podemos evitarlo?
–El mayor antídoto es la reflexión y la mejor manera de llegar a ella, la lectura. Siempre intento que mis libros dejen un poso. De hecho, si he escogido a estos filósofos es porque son personas que nos enseñan, nos dicen qué es lo justo, en una época en la que decir lo contrario a los intereses de una ciudad era un crimen. Pero pusieron los valores como centro de los pensamientos para llegar a conclusiones diferentes, algo fundamental. Da igual lo que nos digan, hay que cuestionarlo.
–¿Y qué valores destacaría del libro?
–De la chica, la inocencia, la frescura, la realidad. Es una persona que estaba ahí y nos describía lo que sentía. Y tú ves mucho más allá de sus palabras, porque ella está escribiendo un diario, pero el lector sabe lo que le va a ocurrir, su destino. Eso te dan ganas de gritar para advertirle de los peligros. Eso que provoca es, quizá, lo más valioso .
–¿Actualmente, creemos estar exentos de estos peligros?
–Eso es un gran riesgo, pensar que estamos a salvo. Vivimos en una sociedad muy arrogante, por los avances, la tecnología, y no nos damos cuenta de que lo importante es tener valores y cuestionarnos las cosas. Si pierdes eso, pierdes la libertad y la esencia de lo que te hace humano. Estás a merced de otros.