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Bonus track

Plagiarios

«Spin doctors» y demás estofa de alta asesoría salidos de un «Todo a Cien Mil» (euros por año), plagian los viejos discursos de los grandes políticos, las más ingeniosas frases de las series de televisión..., etc. No importa que las ideas que fusionan se contradigan unas con otras. Frase bonita que pillan por ahí, frase que va para el saco del discurso preparado por la aglomeración de esbirros del corta y pega partitocrático.

Los amados líderes siguen las prescripciones de su «spin doctor» y sus miles de asesorcillos, dadivosamente retribuidos con los impuestos de usted, y leen ufanos una serie encadenada de consignas de ficción televisiva, que les pasan en el «Aipad», con la confianza ciega que depositarían en su urólogo. Nunca fue tan fácil plagiar. Ni la rueda –que era un invento que no tenía patente– se extendió tan rápido por el orbe como la última chorrada fusilada, con ínfulas de sonar profunda, que sale por la boca de un líder contemporáneo. El copieteo –antes nos enseñaban que es cosa feísima– es el mal del siglo. La originalidad es cero, pero cualquiera que sepa usar las teclas del corta y pega puede parecer un Cioran de Hacendado, de oferta en Mercadona. Es comodísimo destilar, decantar, ordeñar ideas ajenas. El refrito y el sofrito son los platos nutrientes de asesores presidenciales y/o «influencers» rubias (el asesor y la «influencer» hacen más o menos la misma cosa).

En las redes sociales se plagian, tunean y adaptan con boga y «megusta» lo que otras personas, sin reconocimiento alguno, han pergeñado antes sin comerse un «like». Nunca el boca a oreja, y el plagio, fueron tan asequibles y vertiginosos como en la era de internet. ¡Loor y gloria al Copy&Paste! (Y, pese a todo, hay que ser Lope para copiar y que no se note).