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Arte

El Reina Sofía salda su deuda con la pintura del exilio

El museo presenta el tercer episodio del proceso de reinterpretación de sus fondos

Un visitante pasa delante de la obra "Estampas de la Revolución mexicana" (1947), una serie de linograbados sobre papel
Un visitante pasa delante de la obra "Estampas de la Revolución mexicana" (1947), una serie de linograbados sobre papelJavier LizónEFE

Pese a que dista el escenario y las figuras que aparecen en sus telas no tienen en común más que la parte superior de los cuerpos, “Las tres cabezas de cordero” y “La costurera”, obras de Picasso y José Gutiérrez Solana respectivamente, dialogan, se comunican y gritan animosamente hacia un pasado común como el exilio en el nuevo y tercer episodio de la reordenación que está llevando a cabo el Museo Reina Sofía. En el primero, el pintor malagueño personifica la indómita fuerza de la naturaleza pero también el dolor lacerante y predictivo del avance del fascismo a través de los sangrientos cráneos de los ternascos.

Primer plano de la escultura de madera y acero "Maniquí" (1946), del artista español Ángel Ferrant
Primer plano de la escultura de madera y acero "Maniquí" (1946), del artista español Ángel FerrantJavier LizónEFE

En el segundo, que además encabeza la muestra, las pinceladas del expresionismo contornean una mujer de la posguerra (año 43 para ser exactos) que zurce con apesadumbrado gesto lo que parecen los botones de una camisa mientras se adivina un campo castellano y solitario por la ventana. “La obligación ética de cualquier museo es dar instrumentos para que conozcamos el mundo en el que vivimos y la historia a la que pertenecemos. Eso implica sin duda otra forma de entender la Historia del Arte completamente colectiva donde la idea se centre en el desarrollismo, en el crecimiento, en el progreso”, manifestaba esta mañana durante la presentación de las nuevas obras el director Manuel Borja-Villel.

La exposición y recuperación de las más de 300 obras que componen el recorrido, tiene un objetivo claramente definido que se aleja de un nada pretendido revisionismo histórico para aproxima en clave artística a una visión internacionalista de los autores vanguardistas. Sin olvidar, eso sí, los motivos exclusivamente políticos y contextualmente históricos por los que muchos creadores tuvieron que abandonar su tierra y convertirse en expatriados forzosos. A este respecto, Borja-Villel matizó que “el exilio es fundamental como deuda histórica, pero también desde el punto de vista político para entender el significado de conceptos como la separación, la derrota o el la opresión”.

Precariedad de los campos

Dos partes diferenciadas dividen la exposición. “La primera es la parte de la autarquía, de esa España aislada desde el 39 al 51. Aquí se habla de la España atrasada, apartada, de la España del franquismo y de los diferentes espacios artísticos que surgieron durante ese periodo”, explica detalladamente Rosario Peiró, la jefa de Colecciones del Museo, mientras insta a la Prensa a que prosigamos con el recorrido. Tras esta primera toma de contacto, se asoma la parte dedicada al exilio y su juego de paralelismos y extrapolaciones con el presente más inmediato. “Pensamos que era muy interesante también reflexionar acerca de las similitudes entre las crisis migratorias actuales y la precariedad de los campos de refugiados con los escenarios de esos campos de después de la guerra que eran lugares sin tránsito, tiempo ni espacio”, añade Peiró.