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Escultura del «padre del idioma italiano», Dante Alighieri (1265-1321)

Alessandro Barbero: “Dante comprendió a la humanidad como solo Shakespeare supo hacerlo”

El medievalista Alessandro Barbero sumerge al lector en la vida del poeta italiano a la luz de la sociedad y la cultura de su tiempo en un volumen que edita Acantilado

Alessandro Barbero tenía un objetivo claro a la hora de abordar a Dante Alighieri en este ensayo de Acantilado que lleva el nombre del propio poeta italiano: descubrir al hombre que existió detrás del escritor, dar luz al hombre decidido a vivir intensamente la accidentada vida de las ciudades Estado del medievo, y que el tiempo ha consagrado como uno de los genios de la literatura universal, a pesar de las lagunas históricas.

-¿Qué nos queda por saber acerca de Dante?

-Como poeta, Dante es tan rico y complejo que seguirá proponiéndonos nuevas interpretaciones de su obra. Sin embargo, si usted me pregunta sobre los hechos y la cronología de la vida de Dante, hay que decir que son todavía muchísimas las cosas que no sabemos de él, si bien Dante es uno de los hombres más estudiados y más conocidos de la Edad Media. No conocemos la edad con la que perdió a sus padres, solo sabemos que tenía que ser muy joven. Tampoco sabemos exactamente qué estudios realizó, quiénes fueron sus maestros, si estudió en la Universidad de Bologna o qué asignaturas cursó. No sabemos cuándo y por qué se casó con Gemma Donati ni tampoco cuándo nacieron sus hijos. En los últimos veinte años de su vida, los correspondientes a su exilio, no sabemos casi nunca en qué lugares ubicarlo. No sabemos si estuvo en París y tampoco cuándo y por qué tuvo la idea de escribir la Divina Comedia.

-¿Quién era Gemma Donati, la mujer con la se casó Dante? ¿Cómo es posible que apenas se tuvieran datos acerca del día de la boda y de su matrimonio?

-De los Donati conocemos muchas cosas: sabemos que era una de las familias más nobles y poderosas de Florencia, vecinos de casa de los Alighieri y compañeros de partido político. Es decir, eran guelfi. Sin embargo, en torno a 1300, cuando los guelfi se dividirán entre Blancos y Negros, Dante irá con los Blancos, mientras que los parientes de su mujer simpatizarán por con Negros. De Gemma sabemos que era prima de un amigo de Dante llamado Rosese Donati. Tenemos información sobre sus padres, pero de ella apenas sabemos nada. Solamente que tuvo junto a Dante cinco hijos y que vivió bastante más años que él. Boccaccio cuenta que no estaban muy de acuerdo y que, durante el exilio, Dante nunca quiso que Gemma lo acompañara; pero no sabemos hasta qué punto esta historia es verdad. Lo cierto es que es normal que tengamos muy pocos datos acerca de su matrimonio: la gente suele pensar que lo normal es conocer todo lo acontecido en el pasado y que lo extraño es desconocer ciertas cosas. Sin embargo, es todo lo contrario: ¡solo conocemos el pasado cuando han llegado hasta nosotros fuentes que nos ofrezcan la información necesaria acerca de lo que nos interesa conocer!

-Dante era, evidentemente, un autor comprometido políticamente. ¿Qué nos enseña hoy la figura de Dante acerca de la relación entre escritor y poder?

-La obra de Dante, la Comedia en concreto, nos enseña cuánto poder llega a tener la literatura, de qué manera tan precisa un escritor puede hacernos comprender los mecanismos profundos de una época, de una sociedad y, por tanto, los mecanismos del poder. ¿Acaso no podemos decir lo mismo si hablamos de Shakespeare o de Cervantes? Lo que sucede es que la vida de Dante nos enseña también que, cuando se hace política, da igual si se es o no un escritor. Uno está igualmente obligado al compromiso, a la fidelidad al partido y a ensuciarse las manos.

Alessandro Barbero: “Dante comprendió a la humanidad como solo Shakespeare supo hacerlo”
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-¿Se podría decir que Dante es uno de los primeros escritores comprometido?

-Diría que esta no es una categoría válida para su época. Cuando hablamos de escritores comprometido lo hacemos contraponiendo esa imagen romántica del escritor y del poeta que crea aislándose del mundo, ensimismado en su genio sin necesitar nada más a la del escritor que se implica en política. Sin embargo, en la época de Dante estas categorías no existían. Dante, en primer lugar, no era un escritor, sino un ciudadano de una ciudad donde todos sus ciudadanos con cierta relevancia pública estaban metidos en política. En segundo lugar, es cierto, él era un docto y un poeta. Pero, como digo, ante todo era un ciudadano.

-¿Tuvo Dante problemas con la Iglesia?

-Dante no tuvo nunca ningún problema con la Iglesia por su obra poética, si bien es cierto que, tras su muerte y durante un tiempo, el papado se mostrará hostil hacia la Comedia, puesto que se trata de una obra en la que más de un Papa es criticado de forma violenta. Dicho esto, en la época de Dante, la Iglesia trataba de reprimir las opiniones teológicas contrarias a las ortodoxas y esto le ocupaba mucho, incluso, demasiado tiempo. No se controlaba, sin embargo, lo que producían los creadores como sí se hizo durante las dictaduras del siglo XX. Y, por lo que se refiere a cuestiones teológicas, Dante no era ni un opositor ni un herético.

-¿El hecho de no ser un dantista le ha dado más libertad o le ha condicionado menos para escribir sobre la vida de Dante?

-Bueno, lo cierto es que lo que he podido observar leyendo sus libros es que, a menudo, a los dantistas la figura de Dante les suele impresionar mucho y, por tanto, le muestran un excesivo respeto. Les cuesta imaginar, por ejemplo, que detrás de las acusaciones de corrupción que se dirigieron hacia Dante hubiera algo de cierto. Es importante ser más libres y no estar tan condicionado por el respeto o la admiración.

-¿Y es por no ser un dantista que usted evita comentar las obras de Dante, empezando por “Comedia”?

-Sí. Aunque hubiera querido, no habría podido comentar su obra porque, efectivamente, no soy un dantista, ni un italianista ni un estudioso de literatura. Soy historiador. No es mi deber el comentar “Comedia”. Son muchos que lo hacen porque son especialistas y lo hacen estupendamente.

-Para acercarse a Dante, ¿cuáles son las mejores fuentes que puede consultar un biógrafo?

-Existen tres tipo de fuentes. En primer lugar, están las fuentes de archivo, es decir, documentos de carácter notarial utilizados en la compra de una casa, en la contratación de un seguro, cuando se cambiaba de estado civil o cuando se firmaba un testamento. Todos estos documentos nos da informaciones sobre la vida de Dante y sus contemporáneos. En segundo lugar, están los testimonios recogidos por los primeros biógrafos de Dante, como lo fue Boccaccio. Él no conoció a Dante, pero pudo entrevistar a muchas personas que sí lo conocieron. En tercer lugar, están todas las informaciones que el propio Dante nos ofrece a través de sus obras, sobre todo en “Vida Nueva” y “Comedia”. Sin embargo, este tipo de informaciones deben ser utilizadas con mucho cuidado: como sucede siempre, ¡una persona que habla de sí mismo no necesariamente dice la verdad!

Dante Alighieri
Dante AlighieriAndrea del CastagnoAlicia Romay

-¿Por qué debemos, nosotros y ustedes, los italianos, seguir leyendo a Dante?

-Nunca diría que “tenemos” que leerlo. Hay mucha gente no lee y que tiene una vida estupenda, aunque se pierde algo. Para todo aquel que sabe que leer es un enriquecimiento, porque sentir como propias las obras maestras producidas por los más grandes del pasado es una emoción y un placer. La literatura nos ayuda a comprender mejor la humanidad y al vida… Y, bueno, a los que han comprendido el valor de la literatura solo puedo decirles que no es casual que Dante sea considerado uno de los más grandes de todos los tiempos. Dante sabía comprender la humanidad como, quizás, solo Shakespeare podía hacerlo. Y nosotros, los italianos, tenemos la enorme ventaja de poder leerlo en nuestra lengua y de familiarizarnos con él desde los años de escuela, de tal manera que el encuentro con su grandeza nos resulte menos difícil que a los demás. No podemos no sentir un cierto orgullo por el hecho de que él era italiano. Dante es de todos en Italia y todos los italianos lo “conocen”, incluso aquellos que no lo han leído.