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El libro de Véliz advierte del peligro de ceder los datos personales

Carissa Véliz: “La gratuidad es el precio que ponemos a nuestra libertad”

La investigadora de la Universidad de Oxford publica «Privacidad es poder», donde denuncia los peligros de dar nuestros datos y el uso que las empresas hacen de ellos

Alos entrevistados se les suele pedir lugar y fecha de nacimiento para presentar su perfil al lector, pero Carissa Véliz prefiere no revelar estos datos. Y sus argumentos son de lo más convincentes. «Nos hemos acostumbrado a ir dando de manera gratuita una copia de llaves para que todo el mundo tenga acceso a nuestra privacidad. Y eso tiene unos riesgos», relata. La investigadora de la Universidad de Oxford es la autora de «Privacidad es poder: Datos, vigilancia y libertad en la era digital», seleccionado por «The Economist» como uno de los libros del año. Una obra que propone el fin de la economía de los datos y explica cómo nuestros datos personales están cediendo demasiado poder a las grandes empresas tecnológicas y a los gobiernos, por qué esto es importante y qué podemos hacer al respecto.

–¿Cómo se crea la economía de vigilancia en la que vivimos?

–Hubo dos componentes. Primero fue Google. Era una «start up» que estaba teniendo éxito. Pero no había podido diseñar un sistema para autofinanciarse. Los inversores estaban perdiendo la paciencia y fue cuando los fundadores de Google plantearon que podían usar datos de los usuarios para crear anuncios más personalizados. Eso era un proceso revolucionario que tuvo lugar de 2000 a 2001. Llamó la atención de la Federal Trade Commission, es decir, la agencia de regulación de Estados Unidos, que recomendó al Congreso regular la economía de datos para que no se saliera de control. Muchas de las recomendaciones eran parecidas a la regulación europea de hoy en día. Pero cuando el congreso estaba valorando aquello, tuvieron lugar los atentados del 11-S. Y eso lo cambió todo.

foto de archivo del 11 de septiembre de 2001, sale humo de una de las torres del World Trade Center y llamas mientras estallan los escombros de la segunda torre en Nueva York | Fuente: AP Photo/Chao Soi Cheong
foto de archivo del 11 de septiembre de 2001, sale humo de una de las torres del World Trade Center y llamas mientras estallan los escombros de la segunda torre en Nueva York | Fuente: AP Photo/Chao Soi CheongChao Soi CheongAP

–¿Cómo lo hizo?

–Con el 11-S, Estados Unidos quiso realizar una copia de todos los datos de los ciudadanos que tenían las empresas para mejorar la seguridad y prevenir ataques terroristas. El problema es que el Big Data no es un método para detener el terrorismo. El Big Data es bueno identificando patrones cuando tenemos muchos datos. Y es muy fácil saber qué vamos a comprar mañana porque existen billones de personas comprando cosas todos los días. Pero el terrorismo se va a transformar para tratar evadir la seguridad. Por lo tanto, aunque lo que Estados Unidos pretendía era garantizar la seguridad nacional acabó poniéndola más en riesgo. Y ese modelo se extendió. Ahora las empresas recopilan datos y todos los gobiernos lo permiten.

–¿Cómo cambiar esto?

–Se va a necesitar un esfuerzo colectivo de los políticos y la población. Los ciudadanos tenemos más poder de lo que nos imaginamos. En parte porque estas empresas dependen de nuestros datos. Y si se los quitamos o se los damos mal podemos hacer mella. Cuando empecemos a resistirnos y mostrar que esto nos preocupa, será más fácil para que los políticos tengan poder de negociación ante las tecnológicas. Y dará un incentivo a las empresas para contemplar la privacidad como una ventaja competitiva. Ver que es algo que pueden vender y que estamos dispuestos a comprar.

–¿Y cómo se lleva eso a la práctica? ¿Hay que dejar Facebook?

–Es poco realista y empático. No quiero pedir a la gente que sea radical. Solo que haga lo posible sin hacerse la vida imposible. Y no es difícil. Yo en lugar de Google tengo Duckduckgo. En lugar de WhastApp, Signal. Son aplicaciones menos invasivas. En cualquier caso, soy mal ejemplo porque es un tema que me preocupa mucho y tengo que exponerme más de lo que querría para llegar a más gente. Estoy haciendo entrevistas a través de plataformas que me incomodan, utilizando Twitter. Y dando más datos de los que me gustaría. Lo que pido a la sociedad es que sea consciente y cambie las cosas en la medida que pueda. Hay empresas que tienen derecho a saber tu fecha de nacimiento porque es relevante para el servicio que dan. Pero hay otras que no. A mí me ha pasado que voy a comprar una bufanda a una tienda y me piden mi email. ¿Para? Estoy aquí físicamente en la tienda. Es una forma muy baja de recolectar datos. Así que les doy uno falso.

–¿Cuánto daño está haciendo la gratuidad?

–Bastante. Nos hemos acostumbrado a tener la sensación de que no estamos pagando por ciertas cosas cuando al final del día podemos estar pagando un precio más caro. Es muy oscuro porque no resulta evidente, pero estamos poniendo precio a nuestra libertad. Y a otras cosas, también porque si al final te acaban negando un préstamo o un trabajo por la interpretación de los datos que han recopilado, te habría salido más a cuenta pagar diez euros al mes por usar Google. Nos hemos acostumbrado a tener noticias gratis. Los periódicos están luchando por sobrevivir. Las gratuitas acaban siendo basura y «fake news». Me preocupa mantener la salud del periodismo porque es un pilar de la democracia. Y lo estamos descuidando.