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Cine

“¡Corten!”: el “giallo” más allá del arcoíris de Marc Ferrer

El director, acostumbrado al cine de guerrilla, ha rodado junto a La Prohibida o Samantha Hudson una especie de “revisión marica” del cine de Darío Argento o el de Brian De Palma

Marc Ferrer, que protagoniza y dirige "¡Corten!", ya en cines y próximamente en Filmin
Marc Ferrer, que protagoniza y dirige "¡Corten!", ya en cines y próximamente en FilminFILMIN

Ha costado, por su inclasificable naturaleza y atrevimiento “underground”, pero finalmente “¡Corten!” llega este fin de semana a las pantallas españolas. Antes de estar disponible en formato digital a Filmin, que también produce, la película de Marc Ferrer (Barcelona, 1984) podrá verse en Barcelona, Madrid, Las Palmas de Gran Canaria, Tenerife, Sevilla, Sitges y Valencia. ¿Y cómo hemos llegado hasta aquí? El director, que define su película como “un giallo maricón”, responde por la vía telefónica a LA RAZÓN: “Todo viene de mi obsesión por Darío Argento, al que descubrí bastante tarde. La primera vez que vi “Suspiria” fue en una restauración que presentó él mismo, y quedé enamorado de la película, del estilo y del tono. Ahí comencé a interesarme por el “giallo””, explica el director.

Y añade, sobre la presencia de dos íconos de la cultura popular coyuntural, como La Prohibida y Samantha Hudson: “Una vez leí en Internet que alguien pedía una película de terror pop con La Prohibida, de hecho, en una publicación suya. Y dije, bueno, por qué no lo hago yo. Hablando con ella, me dijo que uno de sus grandes anhelos hubiera sido ser una actriz de terror italiana, entonces no había que pensarse mucho más”, añade Ferrer antes de contar cómo convenció al personaje: “Ambos tenemos relación con el grupo Papá Topo, y trabajando con ellos durante años nos habíamos ido conociendo, haciendo amigos, pero nunca como para trabajar en una ficción. Le ofrecí la idea y le encantó. Con (Samantha) Hudson ocurrió algo parecido, es como si todo se hubiera dado para llegar a poder llevar a buen puerto el proyecto”, completa.

La intérprete Samantha Hudson en "¡Corten!", película para la que canta el tema principal y es candidata al Goya
La intérprete Samantha Hudson en "¡Corten!", película para la que canta el tema principal y es candidata al GoyaFILMIN

Metacine de guerrilla

En “¡Corten!”, la cuidada estética del “giallo” más clásico, de tonos chillones e impostura teatral, choca con el cine de guerrilla de Ferrer, con actores no profesionales y con diálogos que van del costumbrismo al surrealismo como quien pestañea. El grano, rodado en película y no en digital por empeño del director, ayuda a dar un empaque al producto (maldita palabra) que acaba redondeando la broma, antojada como infinita. El misterio de la película, que oscila del cine al metacine con la misma facilidad con la que confía en la suspensión de la incredulidad de un tipo de espectador que ya está entregado cuando entra en la sala, y no hay engaño posible, es el de un director que rueda un “giallo” lleno de asesinatos, detrás y delante de la pantalla.

Ferrer, que juega libre como ya (casi) nadie en nuestro cine moderno (y paupérrimo), construye un divertimento que parte de su propia entretención, sí, pero puede epatar en la moderación de lo “mamarracho” bien entendido. La película, tan sincera en su pretensión artística y argumentación banal, es un ejercicio de autoría irrenunciable y potente en lo visual, casi como si las imágenes que vemos fueran el “storyboard” de un cerebro que nunca deja de maquinar. “¡Corten!” es café para muy cafeteros, pero puede ser infusión para quien solo busque un filme libre sin manipulación emocional ni discursos a la defensiva. El metacine de guerrilla de su director, al que dan ganas de ver con un presupuesto real, es una “revisión marica” (él usa esas palabras) de los ciertamente ridículos juegos de sombras del “giallo” o de sus más ilustres exprimidores, siendo Argento el gran referente, pero sin olvidar a alumnos aventajados y tardíos como Brian De Palma y su “Vestida para matar”.

Está por ver si este tipo de cine, tan sucio como epatante, puede tener un hueco en una cartelera cada vez más complicada, pero si no, al menos quedará como testigo del talento libre de Ferrer y el enamoramiento de la cámara y Samantha Hudson, que cierra el chiringuito con un temazo reivindicativo y hasta presenta una improbable (que no imposible) candidatura de Mejor Canción Original en los Goya.