Un colegio «loco» reniega de «Maus» por sus palabrotas y desnudos
El cómic fundamental de Art Spiegelman, premiado con el Pulitzer en 1992, sobre el Holocausto ha sido retirado del plan de estudios de un centro de Tennessee
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El Ministerio de la Verdad no fallaba. Suya era la certeza absoluta y punto. Sin discusión. Cuando solo hay una realidad, o eso se pretende, todo lo que vaya más allá no existe. Un argumento que bien nos vale para una brillante novela como 1984, aunque difícil de digerir cuando se aborda la vida que sí palpamos con nuestras manos. Será por ello que Art Spiegelman habló de medida «orweliana» cuando se enteró que su trabajo estrella, Maus, acaba de ser vetado en un colegio de Tennessee por blasfemar y por mostrar desnudos.
¡Atención!, que un insulto y más carne de la cuenta tienen más fuerza para la junta escolar que el mensaje de un cómic que, recordemos, fue Pulitzer en 1992 (primera novela gráfica en hacerlo). ¡Y eso que todo está contado con dibujos de gatitos y ratoncitos!
Decisión que se produce en medio de una serie de disputas en los sistemas escolares de Estados Unidos sobre la enseñanza de asuntos críticos para la historia del mundo, como la esclavitud o el nazismo.
El historietista, por su parte, se ha mostrado atónito en los medios norteamericanos: «Estoy un poco desconcertado. Me deja con la boca abierta». Él, que tardó once años en transformar los recuerdos sobre el Holocausto de su padre, un judío polaco, en unas cuantas viñetas. Fue el tiempo suficiente para hacer de ello una obra de arte que apareció publicada por primera vez en la revista Raw (1980) y no tardó en convertirse en un objeto de culto para crítica y público. Su gancho, la metáfora que Spiegelman se imaginó para transformar a los nazis en gatos y a los judíos en ratones. Un juego con el que refleja a la perfección la persecución que vivieron millones de personas durante la etapa de Hitler al frente de Alemania.
Historia (tristemente real) que ahora parece pasar a un segundo plano para estos eruditos de Tennessee. Han pesado más las «ocho malas palabras», que recoge el acta de la reunión del 10 de enero. Además, la horca y la muerte de niños fueron otros de los puntos conflictivos de la junta. «¿Por qué el sistema educativo promueve este tipo de cosas? No es sabio ni saludable», defendió uno de sus miembros, Tony Allman. En contra, la subdirectora del centro, Julie Goodin, parece que aportó algo de cordura (aunque insuficiente) dentro del debate: «Fui profesora de Historia y no hay nada bonito sobre el Holocausto y, para mí, esta fue una excelente manera de representar un momento horrible del pasado».
Spiegelman no se lo cree: «Conocí a tantos jóvenes que aprendieron cosas de mi libro (...) Entiendo que Tennessee está loco. Algo muy loco está pasando allí».