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Sean Baker: “Me entristece que Donald Trump haya penetrado en mi forma de contar historias”

El director de “The Florida Project” estrena “Red Rocket”, en la que un actor porno vuelve a casa y tendrá que lidiar con los tragicómicos fantasmas de su pasado
UNIVERSAL
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Nadie filma mejor la miseria humana, especialmente si es americana, blanca y deslenguada, que Sean Baker (EE.UU., 1971). El director de «The Florida Project» y «Tangerine» presentó su última película, «Red Rocket», en el pasado Festival de San Sebastián, donde atendió a LA RAZÓN a meses de un estreno que, por fin, acoge nuestra cartelera. A ritmo de los N-Sync y con una particular puesta en escena —vibrante al sol de un grano que bien merece la pena si la película llega a los cines cercanos a usted—, en la que un recuperado para la causa Simon Rex (quizá le recuerden de la saga «Scary Movie») es un actor porno, Baker vuelve a indagar en la psique americana más olvidada. Más allá del ego y la condescendencia, y todavía más allá de un análisis somero que bien pueda leerse como crítica a la Administración Trump; o bien como un canto cínico a todo aquello que bañó la cochambrosa luz del penúltimo Presidente de Estados Unidos, «Red Rocket» busca que miremos el mundo a través de los ojos de un canalla. Con todo lo que ello implica. Baker, acompañado de su ahora buen amigo Rex, sin censura.
-Esta parece ser la película en la que menos le ha importado el contexto, o al menos no tanto como el propio estudio de los personajes. ¿Cómo desarrolló el guion?
-Sean Baker: Totalmente. “Red Rocket” es el vapor resultante de mi cabeza hirviendo alrededor del personaje. He conocido cientos de personas como el protagonista alrededor del mundo del cine para adultos. Llegaron a ser tantos que se convirtieron en una especie de arquetipo de la industria. De ahí viene todo, porque había dado forma al personaje antes incluso de saber dónde la íbamos a rodar o cuándo. Como siempre, quería que fuese interesante a nivel visual, pero aún más a nivel textual y subtextual.
-¿Estaría de acuerdo si decimos que esta es su película más cínica? ¿Cuánto ha pesado la presidencia de Donald Trump?
-S.B.: Es probable, sí. Reconozco cierto cinismo en el tono de la película. Hablaré por mí mismo, pero tengo la sensación de que los últimos cinco años en los Estados Unidos han sido absurdos, terribles, turbulentos. Y nos ha llevado a ser mucho más cínicos como sociedad. Qué demonios. Sí, es una película cínica. Joder, si hasta dejo esa frase de Trump en la película: “El país está comandado por una panda de cínicos”. Creo que es en lo único que podría estar de acuerdo con él. Es algo que me pone profundamente triste, el hecho de que haya conseguido penetrar en mi forma de contar historias, pero es lo orgánico. Es lo que tenía que pasar si quería ser honesto y verdadero.
-Simon Rex vuelve a un papel protagonista. ¿Cómo ha sido el retorno a la acción? Hace años que no sabíamos mucho de usted...
-Simon Rex: Es raro. No he estado en la palestra, no he sido ni mucho menos el hombre del momento por mis últimas películas. Ni siquiera por mi música, que es lo que me ha mantenido sobreviviendo este tiempo. Y de repente, claro, notas toda esta atención de nuevo volviendo a ti y se hace raro. He estado aquí antes, por lo que estoy preparado, pero entiendo también por qué gusta la historia de un regreso. Ojalá esta película me pueda abrir más oportunidades a partir de ahora.
-¿Tenía miedo de caer, como director, en la condescendencia habitual con la conocida como “basura blanca” (del inglés, “white trash)?
-S.B.: Batallo con la condescendencia todos los días de mi vida. Soy una persona muy autoconsciente, por lo que siempre tengo cuidado de no resultar un cretino ni con mis personajes ni, por supuesto, con mis actores. Siempre que me acerco a una comunidad o a un microcosmos que no es el mío, lo cual sucede casi siempre, pienso en cómo me gustaría ser retratado en la ficción. Cómo me gustaría que me trataran y me representaran. Me gustaría ser respetado, así que supongo que desde ahí es donde empiezo a trabajar. El único juicio de valor que, creo, hago en toda la película es el propio título. En cierto modo, revelo al espectador que pienso que mi protagonista es un perro en todos los sentidos de la palabra. Es la única manera responsable de rodar algo que no es mío.
-S.R.: Era importante distanciarme del personaje y a la vez entender sus matices. Sería mucho más fácil retratarle como un perdedor, un aprovechado que viene del porno. Así que trabajamos para hacerle un poco más encantador, un poco más seductor. Y eso pasaba por dotarle de una inocencia estúpida, en la que apenas hay maldad, pero hay mucho daño. Si fuera un gilipollas integral a nadie le importaría quién es.
-En “Red Rocket”, usted decide prescindir del arco de redención tan habitual en este tipo de películas...
-S.B.: Algo que me disgusta profundamente, siendo un consumidor nato de la televisión y el cine estadounidenses, es la manera de tratar a los marginados, a esos que sufren. Siempre se les suele santificar, como poniéndoles en un pedestal de intocabilidad que no se les exige a otros. No me gusta nada, me parece problemático. Todos los humanos somos imperfectos y caemos en errores constantemente. Cuando construyes personajes perfectos, porque reflejan a colectivos oprimidos, por ejemplo, estás cayendo en la misma condescendencia que querías evitar. Mi protagonista a veces es tierno, pero a veces es un cobarde y un canalla, y no pasa nada. Son sus fallos los que le harán, o no, conectar con la audiencia.
-¿Hasta qué punto llegó en su investigación y documentación en el mundo del porno?
-S.B.: En ese mundo, el de la pornografía y el cine para adultos, hay un término exacto para los tipos como mi protagonista: chulos de maletín (Baker usa la expresión “suitcase pimp). Mike es un chulo de maletín, alguien que se aprovecha siempre de las mujeres jóvenes, recién llegadas al mundillo, para hacer dinero a su costa. Cuando digo que se trata de un arquetipo, no estoy diciendo que todos los hombres del mundo del cine para adultos sean así, sino que es un patrón que se repite. Son muy narcisistas, muy obvios y muy tendentes a la mentira, a la mitomanía, como si ellos siempre fueran la víctima. Y al mismo tiempo, como son guapos, atractivos y, normalmente, muy divertidos, son gente que siempre está rodeada de más gente. Es agradable estar con ellos, compartir tiempo con ellos. Esa es la gracia de su seducción. Sabía que Simon sería el hombre perfecto para dar con esa dualidad.