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Miller, otrora icono «queer», durante una gala del MET neoyorquino

Ezra Miller, crónica negra del nuevo Hollywood

De icono de la juventud y ser Flash en el cine a su última detención por robo y allanamiento, el errático comportamiento del actor le mantiene en el ojo del huracán mediático

Tras más de dos años de silencio, el actor Ezra Miller decidió hablar esta semana. Lo hizo a través de sus abogados, y quizá de la manera menos natural posible: «El Señor Miller está lidiando con complejos problemas de salud mental (...) tras experimentar una serie de episodios críticos. Pronto intentará reincorporarse a una vida sana, saludable y productiva», se podía leer en el comunicado, hecho público apenas unas horas después de que Warner Bros., estudio con el que Miller está ligado a través de un contrato millonario, filtrara que ya estaba barajando dejar de contar con él de cara al estreno de «Flash» en 2023. Tras dar vida al superhéroe más rápido de DC Cómics en «La Liga de la Justicia» (2017), Miller estaba lidiando con sus cotas más altas de popularidad, convirtiéndose en un auténtico icono «queer» por sus declaraciones y su manera de vestir en la alfombra roja. Ello se sumaba a que justo ahí, también de la mano de Warner, le llegó un proyecto igual de ambicioso: las precuelas de la franquicia Harry Potter.

Durante el rodaje del cierre de la nueva trilogía, «Animales fantásticos: los secretos de Dumbledore», que se tuvo que posponer por la pandemia y finalmente acabó estrenándose este año, Miller se mostraba apático y poco caballeroso con el equipo –según se informó en su momento en medios como «Variety»–, pero nada hacía presagiar la espiral de comportamientos erráticos y delictivos que estaba por venir. La cronología del caos, en esa especie de nuevo Hollywood negro que parece encarnar Miller, comienza durante lo más crudo de la pandemia. En abril de 2020, el actor alquiló junto a un grupo de amigos una casa en Islandia, donde presuntamente cogió a una mujer del cuello en un bar y la estampó contra el suelo. Más tarde se revelaría que se agredieron mutuamente y que el actor conocía previamente a la mujer, dado que esta se habría estado alojando en su casa: «Era como una especie de comuna. Todo el mundo estaba hipnotizado por él», explicó otro de los visitantes de Miller en «Business Insider» y de manera anónima.

Patrones en el caos

Apagado el fuego de la polémica inicial como un incidente más propio de la relación fan-estrella que como el símbolo de algo más, Miller desapareció de los titulares hasta enero de 2022. En uno de los últimos videos que subió a su cuenta de Instagram, el actor cargaba contra una célula recién descubierta del Ku Klux Klan en Carolina del Norte, Estados Unidos, e invitaba a sus miembros «a suicidarse». Las palabras de Miller, rechazadas de inmediato por unos fans que veían en él un referente positivo contra problemáticas como la del suicidio adolescente, serían las últimas pronunciadas en público por el actor hasta esta semana.

Los focos volvieron a trasladarse al intérprete que, además, protagoniza uno de los momentos más surrealistas de la gala de los Oscars llevándose el premio a Mejor Momento del año votado a través de Internet. Y es ahí, en marzo de 2022, cuando Miller es arrestado por primera vez. Tras otra discusión de bar, esta vez en un karaoke, la policía de Hawái lo traslada hasta sus dependencias por «amenazar de muerte» y de manera «muy agitada» a los dueños del establecimiento. ¿Su justificación? No le dejaron acabar su versión de «Shallow», interpretada originalmente por Lady Gaga y Bradley Cooper. Este incidente reveló que Miller, en realidad, se encontraba en la isla viviendo como invitado romántico y afectivo de una pareja. Al ser liberado de la comisaría, el actor de «Las ventajas de ser un marginado» y «Tenemos que hablar de Kevin» habría perdido completamente los papeles, entrando en un episodio de ira que acabó con él de nuevo arrestado y la pareja pidiendo una orden de alejamiento: «Te voy a enterrar a ti y a la puta de tu esposa», dijo el actor según el atestado.

Contracultura de la cancelación
Si los destinos de Jared Leto, cada vez menos presentes en el eje mediático americano, o el de Armie Hammer, todavía millonario pese a no poder ejercer como actor, dan alas a los evangelistas de la supuesta «cultura de la cancelación», el futuro de Johnny Depp (en la imagen) parece cortarlas de raíz. Tras varios años de condenas públicas (Warner sí se atrevió a dejarle fuera de las precuelas de Harry Potter, que parecen arrastrar una especie de maldición), el actor de «Chocolat» salió victorioso del juicio contra Amber Heard por difamación (no por agresión, y todavía con recursos pendientes). Así, el rostro de Jack Sparrow en el cine no para de anunciar proyectos. A su nuevo rol como Luis XV en la producción francesa «Jeanne Du Barry», se le suma un nuevo proyecto como director: «Modigliani», biopic sobre el polímata italiano contará con Al Pacino en las labores de producción ejecutiva y significará su retorno a la silla detrás de las cámaras un cuarto de siglo después de «The Brave», protagonizada por él mismo junto a Marlon Brando.

Por razones que todavía se desconocen, la pareja «amiga» de Miller acabó retirando todos los cargos y el actor permaneció en el archipiélago, donde en abril volvió a agredir a otra mujer, esta vez lanzándole una silla a la cabeza. Tras tomarle declaración fue puesto en libertad, pero el caos en torno a su figura propició la aparición de dos acusaciones más: parte del equipo con el que viajó a Islandia a componer música le acusó del robo de las canciones y los padres de Tokata «Iron Eyes» (@Gibson), influencer y activista menor de edad, revelaron que el actor le había hecho propuestas sexuales cuando apenas tenía 12 años. @Gibson negó los hechos, acusando a sus padres de tránsfobos y defendiendo a Miller, al que acompaña desde que tiene 16. En junio, y todavía en compañía de Tokata por la inacción de la misma justicia que decretó una orden de alejamiento contra el actor, Miller cierra todas sus redes y «The Daily Beast» revela que su fuga, en realidad, corresponde a un patrón: desde 2015, Miller habría estado contactando con menores de edad no binarios para hacerles propuestas sexuales.

La «tribu» de Miller

La misma investigación del tabloide reveló que el intérprete, en febrero de este mismo año, habría acosado verbalmente a una madre y a su hijo, con el que pretendía entablar una relación de amistad y a los que asaltó ataviado con un chaleco antibalas. «Los sentía parte de lo que él llama su tribu. Y tenían que estar bajo su influencia», explicó a la publicación un vecino que presenció la escena. «En algún momento vas a tener que entender que tu hijo es un ser superior, elevado, y que no tienes los medios suficientes para educarlo», explicó la madre que gritaba Miller durante el incidente. Esas ideas sectarias encuentran una triste confirmación el 23 de junio, cuando «Rolling Stone» publica que el intérprete ha retenido contra su voluntad y durante varias semanas a una mujer de 25 años y a sus tres hijos, con edades comprendidas entre los 11 meses y los 5 años. Según el padre de los niños y una serie de fotografías que el medio decidió no difundir, el menor de los pequeños habría sido visto jugando con balas y munición real. La investigación policial, por el momento, quitó veracidad a la versión del medio, y se declaró públicamente que la mujer estaba allí por su propia decisión.

Preguntado acerca del estado del que fuera su amigo, el miembro de la banda que le denunció por el robo de canciones declaró la semana pasada que Miller pasa por un estado de paranoia extremo y afirma que el Ku Klux Klan le persigue y quiere acabar con él a toda costa. La deriva del actor, su comportamiento errático y delictivo y esa manía persecutoria no dista mucho de las que llenan las páginas más lamentables de la meca del cine. Quizá el caso con el que más se relaciona a Miller por su espiral violenta sea el de Charles Manson y «Helter Skelter», pero detrás del relato periodístico, el morboso y el criminal se encuentra la exposición constante del que una vez fuera icono de lo no binario e imagen viva de los jóvenes en los márgenes.

Un “galán” de tiempo libre
Mientras las elucubraciones alrededor de la figura de Miller continúan desarrollándose, las de Armie Hammer (en la imagen) cada día encuentran una nueva confirmación. El que fuera ejemplo de galán moderno y protagonista de «Call Me By Your Name» volvió a los titulares este mes tras ser visto como monitor de tiempo libre en un refugio vacacional de las Islas Caimán. Según sus representantes, Hammer solo ejercía de gerente, y no de ayudante, pero ello no ha sido freno para los rumores acerca de su destierro definitivo del planeta cine. La tormenta que siguió a su escándalo, en el que manejaba a una especie de harén de fans dispuestas a todo tipo de prácticas sexuales por su manipulación, no tiene visos de amainar: Discovery estrenará en septiembre «House of Hammer», un morboso documental en el que hablarán sus víctimas.

Y tampoco es necesario remontarse al asesinato de Sharon Tate, en agosto de 1969, para encontrar patrones sectarios en Hollywood. Basta con acercarse, por ejemplo, a la deriva de intérpretes como Jared Leto quien, con un historial parecido al de Miller, ha conseguido que su carrera eclipse cualquier escándalo. «Mars Island», el proyecto itinerante del ganador del Oscar, congrega cada verano a cientos de pudientes fieles alrededor del mundo para adorar la figura de Leto y su música. Según «Vulture», sus asistentes se privan de alimentos sólidos durante 12 días para meditar. El revestimiento pacífico del culto, quizá, es la clave para no llamar demasiado la atención mediática, algo con lo que Miller todavía peleará en los hasta seis juicios que tiene pendientes.