"La boca que ve", obra de Nathan Lerner, 1940

Cámaras en tambores de lavadora y películas de 35 mm en el interior de la boca: los juegos de la fotografía experimental

En colaboración con el Centro Pompidou, CaixaForum acoge la estimulante muestra “Visiones expandidas. Fotografía y experimentación”, con la que reivindica esta rama de la fotografía a través de 172 obras de artistas como Man Ray, Paul Éluard o Suzanne Muzard

Gertrude Stein defendía la idea de que en los museos hay que caminar despacio, pero sin pararse en exceso. Entrar en cualquiera de ellos siempre me ha parecido un ejercicio similar al de pisar una iglesia: se diluye el ruido del mundo con el burbujeo de un paracetamol y tu cuerpo, en salvaje entrega ritualística, se predispone a entrar en contacto con el aspecto más sensitivo del arte nada más atravesar la puerta que separa la prisa de la contemplación. Ocurre con los centros expositivos en general y el centro cultural de la Fundación la Caixa no constituye, en ningún caso, una excepción. En mitad de la oscuridad sorda y gélida que invade las esquinas de uno de los seis espacios que articulan la nueva exposición del CaixaForum decorado con el título “La visión a prueba”, sobresale una instalación de grandes dimensiones con una estructura circular metálica iluminada centralmente desde arriba.

La sensación generada cuando uno se introduce dentro de esta impresión fotográfica circular continua de 22 metros de largo, estampada en gelatina de plata y colgada a su vez de una delgada estructura de metal es bastante similar a la que tuvo su creador, el artista y profesor de medios digitales Jeff Guess, cuando gestó el diseño de la obra: estar dentro de la boca de alguien, asistir en primera línea a la ruptura del concepto de cámara oscura. El propósito es entender el objeto con el que realizamos la toma como una prolongación del ojo humano e incrementar así las posibilidades de visión. Infinidad de fotógrafos contemporáneos destacan en la actualidad por reapropiarse de métodos antiguos o distintos al campo de lo visual como el médico, el científico, el arquitectónico o incluso el militar para grabar lo infinitamente pequeño y desvelar mundos inaccesibles y radiografiar nuevos tejidos, superficies extrañas, ampliar el interior de las cosas.

En palabras del artista, que produjo los negativos que ilustran la lona, en un intento por explorar los límites de la fotografía, colocando un trozo de película de 35 mm directamente en el interior de su boca, exponiéndola a la luz y usando los propios labios como apertura para simular la técnica de una cámara estenopeica, “una vez dentro, te encuentras 24 imágenes diferentes que me representan a mí tocando o sosteniendo objetos domésticos –una máquina de escribir, un zapato, una silla...etc.– y están impresas de modo que la mano aparece a tamaño real de modo que sus dimensiones pictóricas están determinadas por la distancia literal entre mano y boca. Al fotografiarse mi cuerpo a sí mismo, al convertirse en una máquina generadora de imágenes, se establece un extraño bucle”, reconocía el también poeta en una entrevista con Florian Ebner, responsable del departamento de fotografía del Centro Pompidou, institución con la que el CaixaForum ha colaborado estrechamente para llevar a cabo la muestra “Visiones expandidas. Fotografía y experimentación”, comisariada por Julie Jones, que podrá visitarse hasta el 26 de marzo.

Retrato intervenido de la musa italiana Luisa Casati, por Man Ray, 1922
Retrato intervenido de la musa italiana Luisa Casati, por Man Ray, 1922CaixaForumCaixaForum

Alteraciones y juego surreal

Compuesta por seis ámbitos temáticos diferentes con un total de 172 obras de 107 artistas; ”Luz”, “Movimiento”, “Alteraciones”, “Recrear mundos”, “La visión a prueba” y “Anatomías”, la muestra propone un diálogo estratégicamente dinámico entre la experimentación fotográfica de comienzos del siglo XX a través de las obras de artistas más clásicos como Man Ray y sus imágenes oníricas en constante movimiento y contacto con vibraciones lumínicas como reflejo de un mundo que se encontraba en plena transformación industrial, André Breton, William Klein, Barbara Morgan, Franco Grignani, Nathan Lerner o Roger Parry, y las técnicas de distorsión, cambios de manipulación química y locuras de abstracción actuales con las que juegan y exploran voces más frescas.

Algunas como las de Olafur Elliasson, cuyas prácticas artísticas deben mucho al método científico y al estudio pormenorizado del movimiento, apuestan, tal y como demuestran los 16 fotograbados titulados “Pedestrian Vibes Study” en los que el artista islandodanés se equipa con bombillas led y se desplaza rítmicamente por una estancia sumida en la oscuridad mientras la cámara fotográfica capta sus movimientos gracias a un tiempo de exposición prolongado, por la generación de sensaciones y ritmos mediante la proyección luminosa en todas sus formas o Noémie Goudal, fotógrafa francesa que se apropia de los dispositivos ópticos antiguos para replantear los conceptos de escala y perspectiva tal y como se puede observar en su fantástica imagen “Levantamiento VI”, que se impone en mitad del quinto escenario de la exhibición titulado “Recrear mundos” y propone una suerte de trampantojo mediante una fotografía de gran tamaño en la que se observa un peñasco al que ha colocado diferentes espejos orientados de manera particular para convertir al espectador en testigo cómplice de la fabricación de la imagen y reforzar un mensaje subversivo que cuestiona el poder manipulador de la fotografía.

"Locomoción de lavandería. Secuencia "ER"", 1997, Steven Pippin
"Locomoción de lavandería. Secuencia "ER"", 1997, Steven PippinCaixaForumCaixaForum

A medida que prosigue el camino desacelerado pero ligero -en consonancia con la recomendación de Stein-, la mirada se detiene instintivamente en la obra de Steven Pippin, que destaca de manera significativa al lado de la instalación de Jeff Guess. En su búsqueda del potencial creativo de los objetos cotidianos, la práctica fotográfica de este artista británico con querencia por las esculturas cinéticas muestra un marcado carácter experimental que se acrecentó en la década de los ochenta, cuando empezó a flirtear con la performance y a instalar dispositivos fotográficos efímeros en lugares públicos como los aseos de un tren, fotomatones o en electrodomésticos tan involuntariamente inspiradores como los de la lavadora automática que protagoniza la serie “Locomoción de lavandería” en homenaje declarado a las míticas cronofotografías de un caballo en movimiento de ese inventor pionero del cinematógrafo llamado Eadweard Muybridge. En este caso, vemos una tira de imágenes del propio Pippin desnudo, caminando delante de los diferentes objetivos rudimentarios instalados en las lavadoras alineadas. Las distintas rayaduras que se pueden apreciar en las imágenes responden al violento trato sufrido por el negativo en el interior de la máquina pero le confieren a las fotos una interesantísima capa de suciedad y opacidad.

Mención a parte merece el último escenario dedicado a las “Anatomías” en donde el cuerpo humano transmuta en objeto artístico, se convierte en base de juego técnico y reformulación de los movimientos y se concibe como una materia prima flexible, un terreno que admite todas las proyecciones y se presta especialmente a expresar la complejidad de las identidades a través de obras como el autorretrato de Herbert Bayer y la mutilación surrealista y plástica de su axila o “Mujer masturbándose en la luna”, del estadounidense Joel-Peter Witkin. Obsesionado desde los años setenta por los cuerpos desfigurados y deformes, Witkin explora en esta pieza concreta uno de los temas estrella de su trabajo, la anatomía, sirviéndose de una mujer con la espalda arqueada cuya cabeza está separada del cuerpo se agarra a la luna, que muestra un aspecto rugoso y personificado con una nariz ubicada a la altura de los genitales de la mujer. Fotomontajes, collages, innovaciones formales, poéticas instantáneas de gran formato, procesos materiales arriesgados de experimentación tecnológica y puntos de vista radicales en forma de encuadres imposibles capaces de generar una nueva gramática visual conversan en una muestra creativa y agitadora que incita a la reflexión inmediata sobre lo que distingue el pulso de la técnica, la creatividad del proceso. En definitiva, el arte del artificio.