Arte

Resucita la contracultura catalana de los 70

Madrid acoge en el espacio de CentroCentro una exposición comisariada por Pepe Ribas sobre la eclosión cultural del “underground”

La muestra contiene instalaciones con fotografías de gran tamaño
La muestra contiene instalaciones con fotografías de gran tamañoGonzalo Pérez MataLa Razón

La pirotecnia lisérgica del LSD en forma de estallidos lumínicos en la pared, los acordes invertebrados de Jimi Hendrix y unas fotografías en blanco y negro de algunos integrantes de la Casa Fullá, ese refugio arquitectónico de hippies situado en la Calle Génova de Barcelona que buscaba fomentar la experimentación creativa y las nuevas relaciones humanas entre vecinos cuyas fiestas y verbenas en la azotea atravesaron los muros y espíritus subversivos de la época, nos dan la bienvenida y nos saludan con estimulantes promesas.

En "Underground y contracultura en la Cataluña de los 70" se pueden ver portadas míticas de las revistas de Ajoblanco y Star
En "Underground y contracultura en la Cataluña de los 70" se pueden ver portadas míticas de las revistas de Ajoblanco y StarGonzalo Pérez MataLa Razón

Estamos en plena eclosión de la contracultura catalana de los setenta y aquí todo parece discursivamente libre: las formas, los cuerpos, los hábitos, los espacios, la marginalidad, la belleza, los propósitos, los códigos, las construcciones sociales y la juventud, sobre todo la juventud. Esa que define Germán Labrador Méndez en su libro “Culpables por la literatura” (Akal) como “arrebatada, promiscua, antifranquista, bohemia, militante. Jóvenes cuyas vidas representan la vanguardia de una fractura moral decisiva para la transición” y, a su vez, “la contracultura que representan en relación con la sociedad de sus mayores”.

No es nostalgia, es memoria

La distancia geográfica del centro neurálgico del poder y la transformación progresiva de las Ramblas barcelonesas en una suerte de foro público en donde el arte de vivir se convirtió en un trabajo, se expandieron las desafecciones hacia la autoridad, la evolución de la música yeyé fue sustituida por la música progresiva y brotaron lugares donde fumar, bailar, experimentar, descubrirse y escuchar a grupos en directo, confirieron al territorio catalán de estos años una trascendencia en términos culturales lo suficientemente única como para que la sede de CentroCentro acoja ahora la exposición “Underground y contracultura en la Cataluña de los 70″.

Una muestra que ya pudo verse en Barcelona el año pasado y que recorre la espina dorsal contestataria, artísticamente fecunda y solidaria del momento sirviéndose de un total de 700 piezas entre publicaciones prodigiosas de revistas como “Star” y “Ajoblanco”, cartelería de los Stones, Bowie, Smash o Pau Riba, fotografías de Gay Mercader o la feminista Pilar Aymerich sobre el aborto, cómics con ilustraciones originales de Ceesepe, Nazario y Mariscal, vídeos de cine experimental en Super 8, poemas de Juanjo Fernández y su concepto de “embellecer el vacío y festonear el hueco con rosas y espinos, que pinchen tanto como nos permitan” –así como la influencia literaria de simbolistas como Baudelaire o Rimbaud–, proyecciones de conciertos míticos como el Festival de Canet Rock celebrado en 1975, escenografías de salas de encuentros cósmicos como la Zeleste o el Màgic o imágenes en formato de marquesina de transformistas tan emblemáticos como Ocaña, devoto de la Virgen de la Asunción y practicante de la radicalidad catastrófica.

Cómo retumba ese homenaje que le hizo Carlos Cano a través de su “Romance a Ocaña” después de su incendiaria muerte: “Era alegría de las Ramblas/Corazón armaba el taco. Era la revolución/Virgen de peineta y de mantilla/Pluma de abanico torbellino/ ¡Ay! se fue se fue vestida de día. ¡Ay! se fue se fue vestida de sol. ¡Ay! se fue las malas lenguas decían. ¿Qué fuego la prendería? ¡El fuego del corazón!”.

Una de las partes que vertebran la muestra dedicada a los cómics
Una de las partes que vertebran la muestra dedicada a los cómicsGonzalo Pérez MataLa Razón

Subrayaba durante la presentación Pepe Ribas, cofundador de “Ajoblanco” y comisario de la muestra en colaboración con Canti Casanovas, la efervescencia contextual de los setenta: “Hubo una necesidad vital de escapar de las garras de cualquier autoritarismo en tiempos de rock and roll, psicodelia, contracultura y mayo del 68. La imaginación y el entusiasmo desbordaron los muros, poblaron las calles y liberaron las mentes. Nacieron colectivos en favor del feminismo, de los derechos de los homosexuales, de la ecología, de la agricultura biológica, de la objeción de conciencia y de la despenalización de la droga”, señaló antes de eliminar cualquier rastro de nostalgia en la recuperación de este latido: “Esta exposición es un ejercicio de memoria de unos hechos trascendentes, no un ejercicio de nostalgia. Quizás ayudará a entender parte de nuestro presente ya que aquellas nuevas formas de vida fueron las simientes de las libertades civiles que hoy disfrutamos”. Afirma Ceesepe en una entrevista con Jose Antonio Maillo presente en la exposición cuando este le pregunta qué cree que ocurrirá en los 80, que la gente se seguirá aburriendo como hasta ahora con la única diferencia de que “seremos más”. Han pasado casi cuarenta años desde entonces: intentemos, al menos, que no nos pille el muermo.