Chris Killip saca de la clandestinidad a la clase obrera inglesa
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Chris Killip, el fotógrafo "de la cotidianeidad", como él mismo se define, muestra su obra en el Museo Reina Sofía, en una exposición con la que este británico saca de la clandestinidad a la clase obrera del norte de Inglaterra entre los años 1968 y 2004.
Figura fundamental de la fotografía de posguerra, Chris Killip (Isla de Man, 1946) se dedicó durante más de tres décadas a retratar a las clases obreras en pleno proceso de desindustrialización, sumergiéndose en las zonas rurales de su isla natal y del norte de Inglaterra para retratar de tú a tú la vida real de la gente y sus relaciones con el entorno.
Killip se ha mostrado hoy encantado de haber podido documentar con sus fotografías y retratos unos personajes y lugares que hoy ya no existen, tras el desmantelamiento del tejido industrial inglés, y ha señalado que alguna de las localizaciones que entonces fotografió ha sido reemplazada ahora por "una especie de campo de golf".
Además, ha recordado que también alguno de los personajes que fotografió, y que le ayudaron en su trabajo, murió poco después, como un joven del pueblo pesquero de Skinningrove, que falleció ahogado mientras pescaba.
También ha aludido a la fotografía de una joven a la que retrató haciendo equilibrios circenses y que, tras caerse y sufrir daños cerebrales, su imagen pudo ser utilizada como prueba por sus familiares para ganar un proceso judicial.
"A veces uno no sabe por qué está en los lugares", ha señalado Killip en la presentación de "Work"en el Museo Reina Sofía, dónde ha precisado que, finalmente, acaba saliendo a la luz el motivo.
Además ha lamentado que en algunos de los pueblos pesqueros que entonces fotografió ahora los reglamentos europeos no permitan pescar, lo que ha hecho que pierdan sus valores y "la energía que los caracterizaba".
Comisariada por Ute Eskildsen, la exposición ha sido organizada por el Centro de Arte Reina Sofía en colaboración con el Museum Folkwang de Essen (Alemania), donde se pudo ver en la primavera del 2012, e incluye 107 fotografías en blanco y negro y algún documental.
El retrato, un hilo que atraviesa y unifica toda su obra, sirve para mostrar a ancianos, familias, niños y obreros trabajando, con imágenes en las que queda patente la empatía y la proximidad de su autor con quienes tiene delante del objetivo.
Killip, que comenzó su carrera en Londres como ayudante de fotógrafos de publicidad, emprendió su aventura individual a finales de los sesenta, fotografiando los rostros y los paisajes de su isla natal y los brutales cambios sociales que se produjeron en la misma.
Elegido en 1972 por el British Arts Council junto con otros siete fotógrafos para fotografiar las ciudades de Huddersfiel y Newcastle, el artista se dedica a mostrar la inglaterra industrial con imágenes de pequeños pueblos pesqueros y de la natural convivencia entre las viviendas y los astilleros.
Las escenas de ocio de la serie "Costa"en la década de los setenta evocan las vacaciones, con retratos de familias completas en jornadas playeras, niños jugando o simplemente del oleaje, ante su seducción por los lugares de veraneo accesibles y populares para la gente trabajadora.
Entre 1975 y 1988 Chris Killip entabla relación con la gente y su entorno, desarrollando una forma de narración fotográfica en la que se mezclan el estricto documental con el comentario subjetivo, ante la fascinación que ejerció en él Newcastle , un sitio al que llegó con una beca de dos años y en el que permaneció dieciséis.
Las manifestaciones y huelgas de los mineros del carbón, ante el cierre de veinte minas y la pérdida de 20.000 empleos, aparecen en muchas de sus imágenes, en las que también se pueden ver a los trabajadores de la fábrica de neumáticos de Pirelli de Burto-on-Trent.
Para Joao Fernandes, subdirector del Reina Sofía, la fotografía de Killip muestra a la gente "que se ve excluida de la sociedad, a la más invisible", y va "del paisaje natural al social", dando visibilidad a quien hasta entonces no la había tenido.