París

Dejad que las masas se acerquen a Dalí

El Reina Sofía inaugura una antológica irrepetible que despoja al creador de tópicos.. Será la exposición de la temporada

Dejad que las masas se acerquen a Dalí
Dejad que las masas se acerquen a Dalílarazon

Un bigote histórico y superlativo. Ha habido otros en la Historia, el de Charles Chaplin, por ejemplo, o el mostacho poblado de Groucho Marx, tan imposible y tan de pega.

Un bigote histórico y superlativo. Ha habido otros en la Historia, el de Charles Chaplin, por ejemplo, o el mostacho poblado de Groucho Marx, tan imposible y tan de pega. Pero el del pintor de Figueras fue creciendo y expandiéndose casi a la misma velocidad que lo hacía su genio. Negro, finísimo, enmarcado en un rostro con los ojos fuera de las órbitas, lo mismo le servía para atusárselo estirando hacia el infinito sus puntas como alfileres que para colgar de él, cual tendedero, billetes de un dólar. Él y sus circunstancias vuelven a la vida, si es que en algún momento la dejaron, nos dejaron. Y lo hacen en forma de exposición. El Museo Reina Sofía huele a Dalí. Se respira su obra por cada pasillo. La vista y el ojo se hacen Salvador, pintura y pincel en la exposición que según los responsables del acontecimiento será irrepetible. ¿Qué tiene este artista múltiple que sigue fascinando? Cuando le lanzamos la pregunta a Manolo Borja-Villel, director del museo, que ultima contra reloj esta faraónica exposición, deja claro para que no se le olvide que que «es espectacular, pero al mismo tiempo muy bonita, muy bella de ver, cuidada». Se le nota que ha disfrutado con cada una de las piezas que cuelgan ya de las paredes, con cada rollo de película que ilustra sobre la vida de don Salvador: «Junto con la de la colección de obras de Patricia Phelps de Cisneros, es la que más he disfrutado», dice, con el ánimo de no desmerecer ninguna de las que ha comandado desde que está al frente del centro. No hace falta que lo jure. Él, que generalmente habla despacio, detenido, acelera y pone cuarta para no dejar nada en el tintero. «De Dalí ya se han hecho no una sino bastantes exposiciones, de temas parciales. Sin embargo, lo que queremos a través de ésta es montar una retrospectiva en la que el público pueda ver todas las posibilidades, que le vea y le distinga desde todos los ángulos. Desde finales de los años ochenta en España no se había hecho nada. Y pensamos que era el momento. Con él teníamos una asignatura pendiente y era la siguiente: aislarlo del ruido que siempre le ha acompañado, un soniquete que perturba, y fijarnos en el aspecto poético, cómo es capaz de entender que el arte es un lenguaje, cómo los sueños poseen una estructura propia». No hay uno, ni tres tampoco. Hay tantos Dalís como cuadros pintó. O quizá no tantos: «Cada una de sus formas te va llevando a otra y a través de las piezas puedes casi palpar sus obsesiones, el sueño, el lenguaje, la arquitectura, la idea de lo cinematográfico, que estará presente, lo antropofágico o el hecho de que el artista ya ha dejado de ser ese ser romántico de tiempo atrás y está a punto de dar el paso para convertirse en un bufón», explica.

El misterio de su obra

Otra reflexión que planea es la de que fue capaz de ser uno y al tiempo su contrario sin perder en ningún momento la coherencia, discurso que apoya sin fisuras Montse Aguer, comisaria (que ha trabajado codo con codo con el comisario general, Jean-Hubert Martin) que se cuestiona, al preguntarle, sobre lo que entedemos de misterio en el artista: «No sé si se puede hablar de misterio como tal pues su obra es sobradamente conocida y está suficientemente analizada. Sería más lógico hacerlo del misterio que desprenden sus trabajos. Queda claro con sus palabras: él decía que nunca había que dar explicaciones de manera explícita», comenta. Y sobre el genio múltiple, la pintura en forma de 200 obras (la exposición está patrocinada por la Fundación Abertis) que procederán de importantes instituciones, colecciones privadas y de los depositarios principales de la obra del creador: la Fundación Gala-Salvador Dalí en Figueras; el Salvador Dalí Museum de St. Petersburgen Florida y el Reina Sofía. Junto a ellos, préstamos de primer orden del MoMA, el Philadelphia Museum of Art, la Tate Modern o los Musées Royaux des Beaux-Arts de Bélgica. Además, una treintena de obras no han sido nunca antes vistas en España, como «La persistencia de la memoria», estrella de esta constelación daliniana. «Aunque pueda sonar a frase hecha, va a ser difícilmente repetible ver otra exposición como ésta, porque el préstamo de determinadas obras es muy complicado», añade el director. Fuera tópicos: ésa ha sido una de las ideas motoras para poner en pie «Dalí. Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas», un largo título para una exposición con peso: «Lo daliniano ha hecho en ocasiones que no se haya podido ver al propio artista. Que él ha sido su mayor creación es uno de esos tópicos. La figura es inseparable del objeto artístico. Su mejor creación es la invención de las formas y la invención poética», dice Borja-Villel. Deambula, se acerca, supervisa y cuenta las horas que faltan para que empiece el espectáculo. Porque, a qué negarlo, será la exposición de la temporada, la que ya ha despertado una atención inusitada. Su director lo sabe y es consciente de este baño de masas. ¿Le agrada? «No es mi política, pero no por eso voy a dejar a artistas populares de lado, hacer exposiciones con un carácter populista. Está concebida, además, con un montaje muy clásico, pero nunca desde la óptica de prefabricarla para ganar público, porque sería un enorme error. Tenemos que establecer puentes con espectador y en cinco años creo que el no lo hemos hecho mal. Era el momento en que tocaba hacer ésta», explica, y añade que «estamos ante un animal popular. Hemos recibido ya bastantes peticiones de reservas. El interés que está suscitando es tremendo», avalado por el inmenso eco que ha tenido la muestra en París, donde se convirtió en una de las más vistas en la historia del Pompidou, con 790.000 visitantes. Todos querían verla para poder hablar de ella, tanto es así que el horario se prolongó, como los bigotes del de Figueras hasta casi la medianoche, aviso para navegantes en Madrid si llegamos a las mismas filas interminables, uno de tras de otro, para escudriñar todas las caras del artista.Ojalá.

A Aguer no le cabe duda de que si viviera hoy Dalí jugaría y experimentaría con todas las posibilidades y tecnologías al alcance de un click: «Seguiría la tradición, la de los grandes maestros, y estaría seguramente conectado a las redes sociales. No me extrañaría que pintara también a la manera en que Hockney lo hace ahora, con su pantalla». ¿Y la figura de escritor? A veces ha pasado desapercibida, pero hay muchos que la ensalzan incluso por encima de su pintura. «Como escritor es extraordinario, pero poco conocido. Quizá porque escribía en francés, pero en una lengua de su propia invención, con una ortografía arbitraria y muchas variantes léxicas. Lo que nos llega siempre es una versión arreglada. Hay excepciones, como el manuscrito íntegro de "La vida secreta de Salvador Dalí", publicado en 2006», afirma el poeta y académico Pere Gimferrer. Descubrió a Dalí muy joven, en su adolescencia, gracias a Juan Eduardo Cirlot, y su fascinación no ha desaparecido: «Ha sido difícil porque a todos mis amigos pintores no les gustaba Dalí por su figura política. Aun así, tanto Saura, Miró o Tàpies, todos valoraban el talento de Dalí», comenta Gimferrer.

Encuentro capital: entre El Prado y la «Resi»

Madrid fue la ciudad en la que el joven Dalí dejó de ser poco más que un pintor de provincias con talento. En ella vio claro que podía comerse el mundo. Tres de estos espacios de la capital fueron clave.

- La Residencia de Estudiantes es el primero de ellos. Aquí llegó Dalí en 1922 con la intención de seguir la carrera de pintor en la Academia de San Fernando, de donde fue expulsado dos veces. En la «Resi» realizó cuadros cubistas y conoció a un grupo que cambiaría su vida, con Federico García Lorca y Luis Buñuel a la cabeza. Con ellos conocería noches literarias y de tabernas, incluso visitando el Pombo de Ramón.

- El Museo del Prado fue una de sus pinacotecas favoritas. Su amigo Pepín Bello decía que nunca había tenido un mejor guía que Dalí en este museo. Un día el pintor acudió acompañado de Cocteau y le preguntaron qué obra salvaría en un incendio. «El aire que contiene ''Las Meninas''», dijo.

- El 11 de noviembre de 1951 pronunció en el Teatro María Guerrero una de sus conferencias más conocidas. En ese escenario pronunció la conferencia «Picasso y yo», en la que expuso que «Picasso es un genio. Yo también. Picasso es comunista. Yo tampoco», informa Víctor Fernández.