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Exposición

Picasso y Klee, duelo de titanes en el Thyssen

Hasta el 1 de febrero, la muestra pone en diálogo a los artistas, así como al barón y al también coleccionista Heinz Berggruen

FOTODELDÍA MADRID, 27/10/2025.- Arlequín con Espejo (1923) en la presentación 'Picasso y Klee en la colección de Heinz Berggruen', una exposición temporal realizada por el Museo Thyssen junto al Museum Berggruen Neue Nationalgalerie de Berlín, este lunes en el museo nacional Thyssen Bornemisza en Madrid. La muestra, que revela la conexión artística entre dos genios del arte moderno, se podrá visitar del 28 de octubre de 2025 al 1 de febrero de 2026. EFE/Borja Sánchez-Trillo
«Arlequín con espejo» (1923), obra de Picasso que representa la hermandad entre el Museo Thyssen y el BerggruenBorja Sánchez-TrilloAgencia EFE

Es el contrapunto una cualidad permanente en la historia del arte.Monet y Cézanne, Kandinsky y Mondrian, Rothko y Pollock... son todas parejas de artistas con una obra combinable pero a su vez opuesta. Clement Greenberg, uno de los más relevantes críticos de arte del siglo XX, abordó esta idea en un ensayo, donde se centraba en dos artistas: Pablo Picasso y Paul Klee. Comparaba la oposición entre ambos con la oposición entre lo que fue durante el Renacimiento la Escuela de Siena y la de Florencia. «Una relación análoga a la que estableceríamos entre Sassetta y Masaccio, entre la página y el muro, entre el formato pequeño y el gran formato, entre la caligrafía y la plasticidad, la miniatura y lo monumental». Así resume la relación entre Picasso y Klee el director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza, Guillermo Solana, para definir una visión general de la muestra que acoge el museo hasta el 1 de febrero. «Picasso y Klee en la colección de Heinz Berggruen. Obras del Museum Berggruen, Neue Nationalgalerie de Berlín» ha sido comisariada por Paloma Alarcó –jefa de Pintura Moderna del Thyssen–, y Gabriel Montua –director del Museo Berggruen–, y se erige, tras la exposición de Warhol y Pollock, como «el segundo gran duelo de titanes en este espacio», apunta Solana.

Desplazamientos constantes

Se trata, además de un encuentro entre ambos genios del cubismo y del arte moderno, de una cita que también reúne a dos grandes coleccionistas: Heinz Berggruen y Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza, ambos apasionados del arte moderno y fundadores de sendos museos públicos que llevan sus nombres. Se pretende en esta muestra, que ha sido organizada junto con el Museo Berggruen de Berlín, rendir homenaje al legado de un coleccionista clave del siglo XX, a través de más de 60 obras, la mayoría de ellas pertenecientes al espacio alemán.Nacido en Berlín en 1914, su trayectoria fue, define su hijo, Olivier Berggruen, «de desplazamiento constante». Nació justo antes de la Primera Guerra Mundial, y fue durante su exilio en San Francisco cuando empezó a interesarse por la pintura moderna. Tras la Segunda Guerra Mundial, regresó a Europa, iniciándose en el mercado del arte y abriendo su primera sala en París, en 1948. «Fue muy significativo su retorno a Berlín en los años 80, tras la caída del muro. Quería estar en ese proceso de reconstrucción de Alemania», subraya Berggruen. Un regreso que, define Klaus Biesenbach, director de la Neue Nationalgalerie, «creó una sensación de expiación, porque parecía que por fin el siglo XX iba a tener un final positivo. La vuelta de Berggruen fue simbólica, como un intento de sanar heridas a través del arte». Fue la época, además, en la que se centró en el coleccionismo, aunque fue en 1940 cuando se inició adquiriendo una acuarela de Paul Klee.

Exposición revela la conexión artística entre Picasso y Klee
Exposición revela la conexión artística entre Picasso y KleeBorja Sánchez-TrilloAgencia EFE

Ambos «pablos» eran «los artistas favoritos de Berggruen», asegura Alarcón. Dada también la importancia que los artistas tienen en la colección del Thyssen, han planteado los comisarios «un diálogo entre los dos, a pesar de que son artistas tremendamente diferentes. Picasso, más terrenal, excesivo, meridional y sensual, y Klee, más introspectivo, nórdico, espiritual e intelectual. Pero se admiraron mutuamente, y por eso casan tan bien sus obras».

La muestra se organiza a lo largo de cuatro capítulos, en los que se entremezclan obras de Picasso y Klee junto con pinturas antiguas del Thyssen, «pues ambos artistas fueron grandes experimentadores que crearon un lenguaje al margen de la realidad y que admiraban la tradición de la pintura». La primera sala está dedicada a «Retrato», siendo Picasso el mayor retratista del siglo XX, y habiendo utilizado los dos creadores «la máscara como elemento fundamental de revolución del género. Ya en esta sala se demuestra cómo el cubismo fue el gran lenguaje del siglo XX». En la segunda sección, «Lugares», Klee es predominante, pues no fue el paisaje un fuerte de Picasso, aunque relucen obras suyas como «Vista de Saint-Malo» (1922). El tercer capítulo, «Cosas», muestra un mayor punto de comunión entre los pintores, pues compartieron el deseo de comprender la esencia de las cosas, sea a través de la sátira o la descomposición de la realidad. Por último, en «Arlequines y desnudos», se plantea la fascinación de los creadores por los cuerpos, destacando «Arlequín con espejo» (1923), obra de Picasso que perteneció a Berggruen y que hoy forma parte de la colección del Thyssen. Gran ejemplo, por tanto, de ese contrapunto artístico que caracterizó a estos cuatro titanes del pincel y del coleccionismo.

Dos artistas aunte un mundo «patas arriba»

En los años 20, Picasso y Klee compartieron espacio en dos exposiciones colectivas en París. Pero fue quizá el que ocurrió en Berna su encuentro más peculiar, fechado en octubre de 1935. El artista suizo estaba en ese momento bastante frágil por la enfermedad por la que más tarde moriría, y Picasso decidió visitarle. Llegó tarde a la cita, algo que sorprendió a Klee, «quien era muy puntual y preciso», explica Olivier Berggruen, «Picasso cogió un dibujo de Klee y comenzó a darle vueltas, no tenía claro cómo mirarlo. El suizo le dijo: ‘‘Lo puede mirar por donde quiera, porque ahora este mundo está patas arriba’’». Una metáfora de aquel momento histórico y extrapolable al actual.