Belascoarán Shayne, el detective que resucitó

«Es curioso que en México, Alemania, Francia o Italia, había funcionado en la lista de libros más vendidos, incluso en Grecia, Turquía y Bulgaria tuvo gran éxito, pero en el único lugar donde no caminaba era en España y aquí apenas se conoce». Esto afirma Paco Ignacio Taibo II, nacido en Gijón (1949) y emigrado a México a los ocho años, creador del personaje de novelas negras Héctor Belascoarán Shayne, el detective más famoso de México, que presenta estos días en España la cuidadísima edición que ha elaborado Reino de Cordelia. «El primer volumen recoge las cuatro primeras, “Días de combate”, “Cosa fácil”, “Algunas nubes’’ y “No habrá final feliz”, y para febrero saldrá el segundo con las cinco restantes», afirma su editor Jesús Egido. «La publicamos el pasado 12 de octubre, haciendo coincidir su salida con el estreno mundial de la serie en Netflix, que en España no ha tenido tanto tirón como en México y otros países, donde ha sido un éxito tremendo», explica.

Héctor Belascoarán Shayne, hijo de un marinero vasco y una cantante de folk irlandesa, es un ingeniero que, impresionado por los asesinatos de un estrangulador que se autodenomina «cerevro», decide retirarse de su trabajo para convertirse en detective independiente. Apareció por primera vez en la novela «Días de combate», en 1976. «En ella –escribe Ángel de la Calle en el prólogo– conoceremos al detective con licencia obtenida por correspondencia. A sus particulares vecinos de oficina. Su pasión por la muchacha de la cola de caballo. Su nunca satisfecho deseo de saber más de lo que aparece en la superficie. Y, lo mejor, la Ciudad de México que Taibo II cuenta como nadie».

Para Alfonso Mateo Sagasta, experto en el personaje, «Belascoarán es un hombre bueno que decide dar la espalda a su vida burguesa y esto lo relaciona con la tradición cervantina hispanohablante, su lucha por la verdad y la justicia va mucho más allá de los casos que investiga, intenta hacer el bien, como Don Quijote, sin importarle el dinero, no se sabe ni de qué vive, de una herencia que nunca cobra. Un personaje lleno de aristas, con mucho sentido del humor, que vive con una serie de personajes secundarios que serían los “sanchopanzas” con los que comparte oficina, un fontanero, un tapicero y un ingeniero de aguas fecales –continúa–, todos ellos seres extraños que completan una especie de “corte de los milagros” en torno a él, que van investigando los casos curiosos y diferentes que surgen».

Para el autor, «lo más cervantino de estas novelas es el espíritu, porque la función de Belascoarán en la sociedad mexicana es reparar entuertos y no hay nada más cervantino que este concepto». Pero lo más sorprendente de todo es que Héctor muere en la cuarta novela y resucita en la quinta ¿por qué vuelve después de muerto? «Porque comenzaron a aparecer pintadas en Ciudad de México que lo pedían. Entonces me dije: “Yo lo maté, pero como los lectores me hicieron ver que aún no había terminado con el personaje, no vamos a permitirle el monopolio de la resurrección al Vaticano”. Por eso vuelve, aunque averiado y en malas condiciones», afirma con sorna. «Italianos y alemanes aceptaron sin problemas esta resurrección, pero los norteamericanos, no, ellos rechistaron porque dicen que el género policiaco es realista... aunque yo soy mexicano», ríe.

Gracias, televisión

Por otro lado, el escritor resalta la supervivencia de sus libros en el tiempo. «Siguen vendiéndose igual que hace 20 años, la saga ha sido un fenómeno muy particular al que se ha sumado la serie de Netflix, aunque tenía ciertas dudas por la idea de que nunca te acaba de gustar cómo se transporta a otro género. Pero, para mi sorpresa, se creó un fenómeno lector que comprobamos en ferias, encuentros literarios y en el incremento de ventas. Más que matar al libro, quisieron leerlo para complementar la historia. Ha sido de las más vista en México durante meses, así que, en este caso, la televisión ha servido para multiplicar las ventas de la literatura».

• «Belascorán Shayne, Detective» (Reino de Cordelia), de Paco Ignacio Taibo II, 1.096 páginas, 28.95 euros.