Carmen Mola: "El sexo del autor no importa"
Los tres escritores desenmascarados responden esta entrevista como
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Tres hombres y un destino: Carmen Mola. ¿Han tenido que explotar al máximo su lado femenino o Mola es muy tío?
Carmen Mola no nos dejaría ser muy tíos todo el rato. Sacamos nuestro lado femenino, como debe hacer un buen escritor, y nos salen novelas que gustan mucho a mujeres y hombres. Y Carmen Mola, desde su torre de vigilancia, tan contenta.
Algunas «feministas» se ofendieron muchísimo cuando se conoció la verdadera identidad de Mola. Les acusaron de utilizar un nombre de mujer para vender más. ¿Es una estupidez o es una estupidez?
Es un poco frívolo y muy ofensivo contra las mujeres sostener que basta con un nombre femenino en la portada de un libro para tener éxito. Ojalá fuera así, pero no lo es. Más vale que gusten la historia, los personajes, el tema, el tono, el ritmo… El sexo del autor no importa.
De existir, ¿qué rostro tendría Mola? ¿Es joven, madura, delgada, gorda, atractiva, fea…?
Nos gusta imaginarla como la Angela Lansbury de «Se ha escrito un crimen», escribiendo con una rebequita y una taza de té. Quizá un perro pequeño araña la puerta del estudio porque quiere compartir el espacio con su dueña. Y de lejos llega el jaleo de los niños, de los que se ocupa el padre, claro.
¿Escribir con tres cerebros es jugar con ventaja?
Creo que se trabaja el triple, porque siempre hay un pesado que no da por buena la idea y te exige más. Pero qué gozada poder delegar a veces en el talento de los compañeros. Ser tres nos protege de los dos grandes enemigos del escritor: la autocomplacencia y la pereza. Aquí se discute hasta el final, se exprime cada idea y se cumplen los plazos pactados, porque si no lo haces eres un vago impresentable.
¿Les preocupa no llegar a alcanzar nunca en solitario el éxito conseguido entre los tres?
Ni lo más mínimo. Es mucho más satisfactorio el camino, la ilusión y el esfuerzo que el éxito en sí. No hemos dejado de escribir nuestras propias novelas, aparte del trabajo de Carmen Mola, y cada uno seguimos disfrutando de nuestro espacio en libertad. Ojalá alguno de los tres repita el éxito, y hasta gane el Premio Planeta en solitario, pero si no lo conseguimos no importa, ya sabemos lo que es y lo que se siente. De pequeños queríamos ser escritores, nadie habló de ser escritores con éxito, eso es secundario.
Literatura buena y literatura de consumo. ¿Dónde está la línea de separación? ¿Quién reparte los carnés de escritor y los de simples vendedores de libros, y por qué?
Nosotros nos consideramos buenos escritores. Que nos digan dónde reparten esos carnés, que vamos a por el nuestro. Eso sí, como somos grandes vendedores de libros, iremos a recogerlo en un coche con chófer, nada de transporte público. Decir que la literatura de consumo no es buena literatura es la excusa de los que no la saben hacer.
¿Don DeLillo y Jonathan Franzen son más grandes que Stephen King?
Ni mucho menos. DeLillo y Franzen son grandes, pero es que Stephen King es un gigante. No nos parece que a los escritores haya que compararlos como si hubiera clasificaciones. Cada uno escribe su obra lo mejor que puede y todo el que acaba una novela tiene algo de grande. Que al final va a parecer que escribir es fácil.
¿Miento si afirmo que en España ganar mucha pasta escribiendo es algo ofensivo?
Estamos deseando comprobarlo y ofender a todo el mundo con nuestro dinero y nuestras demostraciones de derroche y vida lujosa. Pero que nadie olvide que repartimos entre tres y con Hacienda. Al final, no nos queda tanto en limpio. Vamos, que nuestra vida no ha cambiado nada desde que empezamos con Carmen Mola, aunque haya gente que nos mira como si hubiéramos robado un banco.
Vienen del mundo del guion. ¿La literatura, hoy, debe ser cinematográfica si aspira a llegar a mucha gente?
Hoy, la literatura es cinematográfica de una forma inevitable. Tanto si llega a la gente como si no. Esta generación de escritores ha crecido, además de leyendo, viendo cine y televisión, por lo que el lenguaje audiovisual forma parte de las herramientas que todos usamos, desde el autor más experimental al más comercial.
A Tarantino se le ha tachado de cineasta excesivamente violento, algo que ha terminado hartándole. ¿Les pasa igual cuando leen que en sus novelas hay una violencia extrema?
No diría que somos excesivamente violentos. La violencia que aparece en nuestras novelas es explícita, dura, incluso repugnante, pero nunca es excesiva. Jamás hemos escrito una escena violenta por el mero hecho de escandalizar, sino porque era necesaria dentro de la historia que estábamos contando. Nuestras novelas giran en torno al mal extremo que puede llegar a causar el hombre y, si este es nuestro tema, ¿por qué habríamos de escamotear al lector los momentos clave? Sería como si en una película sobre sexo la cámara se desplazara al fuego de la chimenea cuando los personajes hacen el amor.