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Televisión

Christian Gálvez: «Tengo cuatro títulos, pero nadie me pregunta por mi formación»

El presentador contesta a quienes le han tachado de «intruso» por Christian Gálvez contesta a quienes le han tachado de «intruso» por comisariar la muestra que sobre Da Vinci se exhibe en Madrid

Christian Gálvez, el día de la presentación de «Leonardo: los rostros del genio» en la Sala de las Alhajas
Christian Gálvez, el día de la presentación de «Leonardo: los rostros del genio» en la Sala de las Alhajaslarazon

El presentador contesta a quienes le han tachado de «intruso» por Christian Gálvez contesta a quienes le han tachado de «intruso» por comisariar la muestra que sobre Da Vinci se exhibe en Madrid.

AChristian Gálvez no le pilla por sorpresa que le califiquen de intruso. Toda su vida, nos confiesa, se lo han llamado. Para los demás, siempre se ha metido en terreno ajeno. Estudió Magisterio y no lo acabó y llegó a la televisión sin ser periodista. Después «conoció» a Leonardo da Vinci tanto como para divulgar su figura. Ya lo dijo días atrás en la Sala de las Alhajas cuando presentó la exposición de la que es comisario sobre el renacentista: que quería dejarle en pantalones vaqueros. Y así lo hizo. Días después de inaugurarse en Madrid llegó el primer sobresalto con el Comité español de Historia del Arte (CEHA) y Benito Navarrete a la cabeza tachándole de «intruso», a lo que se añadieron ciertos dimes y diretes por parte de quien había organizado la muestra de la Biblioteca Nacional, que completaba la de Gálvez, con Elisa Ruiz a la cabeza. Él deseaba acercar la figura del artista, pero no contaba con todo el revuelo que se ha organizado y que tilda de «traición. Todo el tema de Elisa... Ni es verdad ni es justo. Es más fácil lanzar los dardos y colocarse frente al intruso de la tele, atizar al presentador», asegura. ¿Admite las críticas? «Siempre estoy a favor de las que son constructivas», asegura. Ruiz aseguró haber tenido discrepancias con Gálvez que le llevaron a bandonar el proyecto.

Tiene Christian Gálvez cuatro títulos «por los que nadie me ha preguntado; un currículo, que quizá sea insuficiente, pero desde luego que lo que no hay es falta de formación». Se le ha tachado de escaso rigor, a lo que contesta que la muestra está avalada por instituciones de primer orden, entre ellas, el instituto que decodificó el genoma humano. «Me produce tristeza que un comité de expertos critique una exposición que no es de arte, sino divulgativa, biográfica sobre una persona», comenta. Le preguntamos si la envidia, ese pecado nacional tan nuestro, ha podido jugar en su contra: «No voy yo a decir que lo haya sido. No soy un tipo conflictivo ni me embarco en batallas dialécticas. Me han llamado intruso toda mi vida. Y aquí sigo. La imagen que quiero divulgar es la del artista, la del científico. He tratado de democratiza su figura y ese ha sido mi error».

Pagado de su bolsillo

El presentador pagó de su bolsillo, junto a su socio, la muestra que se exhibe en Madrid (y que ha visto crecer exponencialmente el número de visitantes a la sala, polémicas aparte), un proyecto «apasionante sobre el que deseaba tener el control intelectual, que es lo que hace cualquier comisario». Le dieron la oportunidad de participar desde el punto de vista administrativo y aceptó: «Se puede leer en toda la cartelería que aparece mi nombre y el de la empresa Iniciativas y Exposiciones. Al ser un proyecto privado podíamos haber hecho lo que nos hubiese dado la gana», zanja.

No pierde el buen humor ni la sonrisa, aunque se muestra inflexible al asegurar que «en ningún momento hemos pervertido la línea editorial de la Biblioteca Nacional. Ana Santos, la directora, quería abrir la institución a todos, porque es de todos y sus tesoros también son de todos».