Crítica de “Entre dos amaneceres”: la sombra de Farhadi es alargada ★★★
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Dirección y guion: Selman Nacar. Intérpretes: Mucahit Kocak, Nezaket Erden, Ünal Silver. Turquía-Rumanía-Francia-España, 2021. Duración: 91 minutos. Drama.
Como en “Nader y Simin, una separación” y “El viajante”, el conflicto está fuera de campo. Desde ese vacío narrativo, que puede llenarse desde lados opuestos de la ética individual, Asghar Farhadi reflexionaba sobre la búsqueda de la verdad y sus consecuencias morales. No es la única deuda que “Entre dos amaneceres” tiene con el cineasta iraní. Aquí, ese vacío, un accidente laboral que amenaza con mandar a la quiebra una fábrica textil si no se encuentra con rapidez a un chivo expiatorio, también sirve como el detonante de un guion que funciona como un reloj suizo. El tiempo es decisivo: en veinticuatro horas el protagonista tiene que validar una mentira que va en contra de sus principios mientras intenta conciliar su angustia con su puesta de largo como novio de postín, frente a un futuro suegro que desconfía de él.
El vía crucis de Kadir sacará a la luz la corrupción de la institución familiar en una sociedad tan tradicional como la de Turquía, capaz de reprimir la libertad de sus miembros más débiles -léase más honestos- y exigirles un sacrificio y una obediencia que ponen en peligro su integridad moral. El problema de la película de Selman Nacar es que, cuanto más se estrecha el cerco sobre su atribulado mártir, menos rigurosa es con la lógica de la trama. Para Nacar, es más importante el fin que los medios, y a veces incurre en caprichosos ‘deus ex machina’ que se saltan a la torera el realismo con que narra su historia. Es el filme de un guionista al que le gusta que le cuadren las cuentas.
Lo mejor
El conflicto moral te atrapa desde el primer minuto, y nunca te deja escapar.
Lo peor
En el último tramo del filme, algunas decisiones de guion son poco creíbles.