Carlos Latre: “El doblaje es tan jodido como agradecido”
El imitador pone voz al villano de “Un héroe samurái”, película de animación que se estrena el próximo 5 de agosto
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Existe un fenómeno en el cine de animación, heredado verdaderamente de la tradición yanki, por el que cada nueva película debe tener asociado un cupo variable de celebridades a la hora de poner voz a los personajes. Más allá de las excepciones notables, pensemos por ejemplo en José Mota como el Asno de «Shrek» o en Florentino Fernández haciéndose con la franquicia de Gru y los Minions, la empresa muchas veces tiene previsiones desastrosas. Sirva la elegancia de omitir los ejemplos de mala praxis para que el lector se pueda hacer una idea. Por eso, cuando una producción en su ejercicio de localización se pone en manos de expertos como Carlos Latre (Castellón, 1979), todas las dudas se disipan. Tras ponerle voz al gato Garfield y haber participado en «Happy Feet» o «Emoji: la película», el célebre imitador es uno de esos anfibios que se mueve con soltura entre la televisión, la interpretación y los micrófonos.
«Podría poner cualquier excusa, pero la verdad es que tuve mucha suerte. El mundo del doblaje es tan jodido como agradecido, y a mí me recibieron con las puertas abiertas. Es cierto que lo de venir de fuera no siempre termina con un buen resultado, pero creo que mucho tiene que ver con el respeto que tenga la persona hacia la profesión y hacia lo que significa realmente darle voz y personalidad a un personaje», explica Latre en entrevista con LA RAZÓN, con motivo del estreno el próximo 5 de agosto de «Un héroe samurái». En la nueva película, y como hombre de las mil voces, opta por las siete vidas, poniendo acento propio al gato Ika Chu. Su personaje es un malvado aspirante a shogún que hará lo imposible por librarse del héroe del filme, Hank, un perro perdido en el reino de los felinos. Latre, que adapta al español lo que en inglés ha hecho el mismísimo Ricky Gervais, no le tiene miedo al reto: «Intento fijarme en el referente, pero la última palabra siempre la tiene el director del doblaje. Me gusta, eso sí, que los personajes tengan algo mío. Es algo que, al contrario de lo que se pueda creer, no ocurrió en Garfield. Le dimos aquella voz por instrucciones de lo que querían los responsables de la película, no por una cuestión de localización», completa.
Un proyecto de Mel Brooks
Con un humor complejo, que va desde lo estrictamente escatológico hasta las parodias explícitas de películas como «Los siete samuráis» o «La fortaleza escondida», «Un héroe samurái» es un proyecto que imaginó el mítico Mel Brooks («Los productores») hace ya más de una década. Aficionado confeso a la épica oriental, guionizó una película de animación que revirtiera todos los convencionalismos del género y se permitiera romper la cuarta pared. Herederos de su libreto y de su idea original, los guionistas Nate Hopper («Lluvia de albóndigas») y Ed Stone se pusieron manos a la obra y, tras varios cambios en la dirección, es Rob Minkoff («Stuart Little») quien ha acabado haciéndose con el proyecto. «En cuanto supe que esto era una idea original del propio Mel Brooks quise formar parte del proyecto. Si no se hubieran acercado ellos a mí primero, quizá lo habría hecho yo», explica un Latre bastante emocionado por su participación y por su idolatría al mito neoyorquino, del que confiesa haber desarrollado un apego «casi religioso» después haber leído su biografía.
«Si la animación está funcionando en taquilla, además de por ese valor familiar que casi obliga a acudir acompañado, creo que es también por la calidad de lo que llega a los cines. Son proyectos que lleva años sacar adelante, por lo que pasan por varios filtros y controles, muchos más que los del cine convencional. Es complicado que una película de animación se estrene sin haberle parecido buena a mucha gente, y es ahí donde creo que está el éxito», explica Latre, que se muestra apenado por el estado general de la exhibición y se despide esperanzado respecto al futuro de la industria: «La gente volverá. Quizá tarde más de lo que nos gustaría, pero volverá a los cines».
«Si la animación está funcionando en taquilla, además de por ese valor familiar que casi obliga a acudir acompañado, creo que es también por la calidad de lo que llega a los cines. Son proyectos que lleva años sacar adelante, por lo que pasan por varios filtros y controles, muchos más que los del cine convencional. Es complicado que una película de animación se estrene sin haberle parecido buena a mucha gente, y es ahí donde creo que está el éxito», explica Latre, que se muestra apenado por el estado general de la exhibición y se despide esperanzado respecto al futuro de la industria: «La gente volverá. Quizá tarde más de lo que nos gustaría, pero volverá a los cines».