Cine

A Tim Burton se le rompió el amor con Disney

El director anuncia durante su discurso de agradecimiento tras recibir el premio Lumière que no volverá a trabajar con el estudio de animación

Un ovacionado Tim Burton mira con emoción a su alrededor segundos antes de que le otorguen el premio Lumière durante la ceremonia de entrega celebrada en Lyon
Un ovacionado Tim Burton mira con emoción a su alrededor segundos antes de que le otorguen el premio Lumière durante la ceremonia de entrega celebrada en LyonLaurent CiprianiAgencia AP

Su idilio comenzó a principios de la década de los ochenta y en sintonía con los códigos ordinarios de cualquier inicio amoroso, los primeros años estuvieron marcados por el empalagoso velo de la felicidad, como ese viento que en el poema de Iribarren encuentra una rendija y se cuela en la habitación para desordenarlo todo.Tim Burton comenzó a trabajar como aprendiz de animación para Disney a través de unos bocetos sobre la mítica película «Tod y Toby» que nada tenían que ver con el gótico armazón estético que más tarde inundaría su personalísimo universo de sombras y miedo. «Fui contratado justo cuando el estudio se encontraba en crisis y los gerentes buscaban incorporar nuevo personal a cualquier precio», declaró entonces.

Decidido a apostar firmemente por una libertad creativa que no se estaba desplegando con el suficiente espacio, el cineasta se atrevió con el lanzamiento de «Frankenweenie», un corto inspirado en el «Frankestein» de James Whale cuyo argumento según el estudio de animación resultaba «demasiado terrorífico para nuestras audiencias más jóvenes», pese a que tuvo el respaldo de la Academia y consiguió una nominación a los Oscar como mejor producción animada. Aquí se produjo el primer distanciamiento entre el artista y la empresa, el primer «vamos a darnos un tiempo» inducido por un impulso absurdo de mejora del entendimiento.

Pero si la ineficacia comprobada de este tipo de mitos psicologistas que pone en práctica el amor romántico no ha funcionado nunca, tampoco existían motivos para pensar que con el de Portland y el emporio de entretenimiento estadounidense se obraría el milagro de la excepción. Superado el primer bache y con una apuesta decidida por el futuro de la relación, la creación conjunta de títulos tan cruciales en la carrera del director como «Pesadilla antes de Navidad» (1993), «James y el melocotón gigante» (1996), una versión de «Alicia en el país de las maravillas» (2010) o «Dumbo» (2019) vinieron a demostrar que el amor todavía no se había acabado, aunque esta última augurara que estaba a punto de hacerlo. «Durante mi remake de “Dumbo” entendí que probablemente había terminado con Disney. Me di cuenta de que era como Dumbo, trabajando en un gran circo del que necesitaba escapar», declaró recientemente el creador de «Beetlejuice» durante la entrega del premio Lumière en reconocimiento a la totalidad de su carrera, en el marco de la 14ª edición del festival de cine Lumière celebrado en la ciudad de Lyon.

El director anunció rotundo que la ruptura con el estudio era una posibilidad más que factible después de tantos años de proyectos y numerosos «ni contigo» «ni sin ti» arbitrariamente colocados en los márgenes del tiempo compartido. El luto, sin embargo, parece que no va a prolongarse más de lo necesario. Hace unos días, en entrevista con este periódico como consecuencia de la inauguración en Madrid de una exposición inmersiva sobre su filmografía, el cineasta hablaba así de ese sustituto eventual con naturaleza de «streaming» encomendado a llenar el hueco sentimental de Disney llamado Netflix, plataforma con la que tiene pendiente estrenar en noviembre «Miércoles», una serie centrada en las andanzas de la hija de la Familia Adams: «Es la primera vez que trabajo en algo así y es curioso, porque hace años sí que tenía la sensación de que la industria de Hollywood estaba cambiando muy rápido y de que no se iban a hacer más películas pensadas para las salas, sino para el “streaming”. Pero ahora siento que a la gente le sigue gustando ver el cine en un formato grande y mi perspectiva es más positiva en este sentido. Aun así estoy abierto a los cambios, a lo nuevo y a todo lo que venga», afirmaba. Esto es cuestión de supervivencia, ya saben: cuando el amor deja de dolernos, salimos a por más. Veremos si la búsqueda en el caso de Burton surte el efecto deseado.