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Paolo Strippoli deconstruye el horror italiano: “Roma es la ciudad más bella del mundo pero tiene muchas pulsiones negativas”

El coautor de “A Classic Horror Story” presenta en el marco del Festival de Cine Italiano de Madrid su primera película como director, “Piove”
NACHO LOPEZ
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Baja apresurado de la habitación en la que se está alojando, ubicada a escasos minutos de la hermosa sala del interior del Instituto Italiano de Cultura donde esperamos para mantener el encuentro. Nada más atravesar la puerta de este espacio imponentemente aristocrático perteneciente al Palacio de Abrantes y quitarse el gorro que adorna su cabeza en una fría mañana de diciembre, se aventura a decir mientras se atusa, en un italiano accesible para un español con escasas nociones del idioma de Pretarca: “Uf, qué mal tengo el pelo”. Nos queda claro de entrada que Paolo Strippoli se preocupa por la estética de su persona casi tanto o más que por la de sus películas y así lo demuestra su cuidada ópera prima “Piove” (”Llueve”), presentada en el marco de la 15ª edición del Festival de Cine Italiano de Madrid, una cita cultural y audiovisual que sienta precedente en el proceso de hermanamiento con el territorio transalpino en donde autores consagrados comparten espacio con voces más noveles como las de Strippoli.
Tras participar en la coautoría de “A Classic Horror Story” junto a Roberto De Feo, el joven cineasta italiano se aleja conscientemente de la herencia más corpórea y slasher del Giallo para acomodarse en la indagación de un miedo psicológico y configurar en “Piove” un relato dramático en donde el agua, ese elemento atmosférico predilecto del género de terror, adquiere una dimensión narrativa simbólica capaz de activar la palanca del miedo de la familia disfuncional que atraviesa un duelo por el fallecimiento de la madre y que vertebra esta historia ambientada en una Roma caótica a punto de estallar.
¿Cómo afronta su primera incursión en solitario en el largo?
Bueno esta película nace gracias a una primera versión de guion escrito por Jacopo Del Giudice en 2017. Cuando conocí la historia, el guion, tal y como me dijeron, había cambiado mucho por la intervención de Gustavo Hernández. Esta película se crea inicialmente como un drama familiar. Después pasó a ser una historia de terror sobre los sentimientos de esa familia y cuando me incorporo al proyecto para dirigirlo, retomo esa intención inicial más centrada en el drama, aunque sin dejar de lado el género del terror, pero considerándolo un elemento secundario. He tenido la suerte de escribir la última versión del guion sobre el que hemos rodado finalmente y así poder imprimir mi visión.
Pese a que en “Piove” no asistimos a la muestra de un terror explícito, ¿hasta qué punto cree que la cinematografía actual basada en el terror italiano bebe aún, en términos de género, del Giallo?
Partiendo del hecho de que hoy en día no existe un cine de terror italiano en condiciones, algo que espero y deseo que renazca pronto, debo de decir que en Italia tuvimos en efecto una tradición audiovisual que abarca desde finales de los años 60 hasta los 90 en donde destacaron voces como las de Fulci o Argento, pero mi película concretamente no bebe por ejemplo de su influencia. Es imposible recuperar el espíritu de este tipo de cine a no ser que lo cites de manera directa dentro de la misma. Pero además te diré que dentro del análisis del miedo, tampoco me interesa seguir con esta tradición.
¿Desde qué lugar quería narrar la Roma actual? Se percibe una ciudad muy caótica, muy iracunda, muy incendiaria.
Roma es un lugar agitado, con muchísima brecha social, cosa que ha aumentado durante la pandemia. Vivo allí desde hace diez años, pero en realidad soy de una pequeña ciudad de Puglia y aunque Roma sea la ciudad más bella del mundo después de Madrid –apostilla divertido con clara intención de honrar la estética de la ciudad que acoge el festival en el que participa–, te agobia, te asfixia. Tiene muchas pulsiones negativas que han ido creciendo especialmente en estos últimos años, se respira mucho nerviosismo y esto es algo que tanto a Jacopo, que tampoco es de Roma sino de Florencia, como a mí, nos parecía interesante retratar en la cinta.
¿Cuál es el valor simbólico que quería concederle a un elemento atmosférico tan predominante en las películas de terror como la lluvia?
Me gusta que me hagas esta pregunta porque no solo es el título de la historia, sino que es un elemento narrativo más. La lluvia es una cortina que nos aísla, que nos impide ver el horizonte, ver qué hay más allá, nos individualiza. De repente estás debajo de algo que te cae del cielo y te diré que a mí me gusta la lluvia, pero aquí nos servía para activar la palanca del miedo. Es una lluvia ácida, violenta.
¿Qué le provoca pavor a un director aficionado al género de terror?
(Ríe). Muchas cosas, pero sobre todo me aterra la pérdida de control sobre mí mismo. Perder el control sobre mi físico, sobre mi cabeza. Este es un miedo que también he intentado canalizar a través de “Piove”. Perder la capacidad de elegir, de actuar libremente me aterra. De todas formas, el cine me ha aportado tantísimas cosas... Cada película que veo es una escuela, un instrumento didáctico que me ayuda a crecer y a crear. Para mí es un vicio y eso que tengo demasiados: fumo, juego en el casino, pero el cine indudablemente es el vicio más sano que tengo.
Decía al comienzo que se trata de una película basada esencialmente en el drama familiar y es interesante observar la relación cultural que existe en Italia con la estructura familiar. ¿Por qué están tan sacralizados los vínculos de sangre allí?
Sí, sí, sin duda la familia tiene muchísima importancia en Italia, hasta el punto de que el motivo de que esta película esté prohibida para menores de 18 años allí sea precisamente porque el argumento rompe con esta idea de la familia intachable moralmente. Hay una madre que instiga al hijo a matar al padre, el padre quiere matar al hijo... y eso parece impensable pero la familia para mí es un núcleo en el que todo puede ocurrir y también es el reflejo de lo que es el individuo fuera de él. Es importante hablar de la familia, tocar teclas que duelan, porque eso significará que la narración es poderosa.
¿La eterna dicotomía de si el hombre es violento por naturaleza o por aprendizaje qué le sugiere?
Me espanta lo contrario, esta idea de que somos buenos por naturaleza y que el hombre no necesita una educación superior para controlar sus impulsos no termina de encajarme del todo. Eso ocurre hasta cierto punto y dependiendo mucho de cómo sea cada uno, porque somos animales con instintos que muchas veces prevalecen sobre la razón. Necesitamos que nos enseñen los límites, las reglas con las que debemos familiarizarnos para poder vivir en sociedad. Tenemos que ser educados y respetuosos para actuar en comunidad. Por naturaleza claro que somos violentos, por eso es importante saber controlarse.
Y así remata el italiano antes de despedirse, esta vez sí, con el pelo perfectamente colocado.