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Un salto de fe, también para ateos

«Los domingos» se estrena hoy bendecida por la Concha de Oro de San Sebastián

Un salto de fe, también para ateos
Un salto de fe, también para ateosX

«Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras». Ainara mira al cielo y solloza entre el consuelo y la inquietud, entre las dudas y la confianza. Buscando respuestas de lo alto. Del Altísimo. El hecho religioso entra en escena. Y con premio bajo el brazo. La Concha de Oro del Festival de San Sebastián que hace un mes conquistó ‘Los domingos’, la cinta de Alauda Ruiz de Azúa que se pregunta qué sucede en una mesa de sobremesa cuando una joven de 17 años expone en casa que se plantea que quiere ser monja de clausura. Hoy desembarca en los cines, con una confesión laica de su directora: «Fue increíble cómo se recibió en Donosti, porque yo sentía que había un riesgo de presentar una historia que no está en la agenda temática y, sin embargo, ha demostrado que la fuerza precisamente estaba en salirse de lo habitual».

En la recámara de su memoria, Ruiz de Azúa guardaba la historia de una conocida que «hace muchos años» lo dejó todo para entrar en un convento: «Aquello siempre despertó en mí la curiosidad de cómo alguien llegaba a tomar una decisión de ese tipo y adentrarse en un proceso de discernimiento. Pasaron los años y me enteré de que, a veces, esa vocación religiosa generaba conflictos en las familias». Con estos ingredientes, desempolvó su capacidad para ahondar en el ‘tsumani’ emocional y relacional que desplegó en ‘Cinco lobitos’ y la naturalidad para hacer de lo cotidiano una trama con tensión permanente al estilo de ‘Querer’.

«La vocación de Ainara es el desencadenante, el disparadero, la casilla de salida, pero realmente para mí el viaje importante de la película es la travesía familiar en torno a esta chica y en torno a su proceso de discernimiento, de cómo una familia se enfrenta a la posibilidad de alguien a quien quieres esté tomando una decisión que a ti te parece equivocada». A la vez, destapa cómo cada uno de los personajes que se cuelan en los fotogramas «se enfrentan a sus propias fragilidades personales y como colectivo, lo mismo a nivel comunicativo que en materia de afectos».

Huyendo de caricaturas y estereotipos sobre lo eclesial, la creadora vizcaína bucea en una sociedad postcristiana con la maestría para encajar lo mismo frases lapidarias que silencios delatadores. «Con mis anteriores trabajos he aprendido lo importante que es combatir el cliché a la hora de enfrentarte a una historia, sea del tipo que sea», explica, con un desafío que se tornaba más complejo en este caso, puesto que le resultaba un mundo ajeno: «Para mí era muy importante tener voluntad para intentar entender a todos los personajes, su universo interior y sus motivaciones, para retratar a cado uno con rigor y con realismo». Así dibuja a una tía que se opone de plano, a un tío que busca comprenderla desde su ateísmo o a un padre que intenta aprender a acompañar a la protagonista en su travesía a la divinidad.

Con las dos horas en el montaje final rematadas, a posteriori, Ruiz de Azúa admite que acercarse al ‘sí’ de las monjas «me ha hecho abrir un poco la mirada en cuanto a que a veces, desde el lado de los no creyentes, pensamos en el creyente, como en un estereotipo concreto, cuando hay un gran diversidad de cristianos y de manera de relacionarse con lo religioso, con múltiples matices, colores, grises…».

Y es que, más allá de profesar o no un credo, la cineasta muestra en ‘Los domingos’ cómo «todos y cada uno hacemos apuestas de fe todo el rato, porque todos necesitamos creer en algo, necesitamos dar saltos de fe con nuestra pareja, con nuestro amigos, con nuestros hermanos…».

De Donosti a las salas, la película ya se ha dejado ver en algunos espacios eclesiales a modo de globo sonda. Con un respaldo quizá inesperado para el equipo: «Tengo unos ecos muy positivos en general, porque creo que he logrado dejare ese espacio al espectador para haga su propio viaje y sacar sus propias conclusiones, para reflexionar».

De la misma manera, desvela que «me están agradeciendo el rigor y el respeto con el que se ha hecho, al margen de que, desde tus creencias o tu momento vital, puedas identificarte más con unos o con otros personajes».