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«Suspiria»: La maldición de las brujas

«Suspiria»: La maldición de las brujas
«Suspiria»: La maldición de las brujaslarazon

Director: Luca Guadagnino. Guión: David Kajganich. Intérpretes: Dakota Johnson, Tilda Swinton, Doris Hick, Malgorzata Bela, Mia Goth. Italia-EE UU, 2018. Duración: 152 minutos. Terror.

En la mejor secuencia de esta fallida relectura, que no «remake», de «Suspiria», el brillante bautizo de Susie (Dakota Johnson) como bailarina en una escuela de danza que se alza, ominosa, ante el muro de Berlín, se alterna con su réplica desfigurada, en la que el cuerpo de una alumna se retuerce y se rompe como una marioneta en manos de un furioso demiurgo. Parece que la película de Luca Guadagnino se atreve a reinterpretar, desde el imaginario del cine de terror, el perturbador discurso sobre la dimensión simbólica de la feminidad inscrito en el clásico de Argento, sustituyendo sus delirios cromáticos por la reflexión figural, corpórea. Es, claro, un espejismo, porque el director de «Call Me By Your Name» tiene la agenda llena de asuntos que tratar, impaciente por sacar el subtexto político y sociocultural de las entrañas de la espléndida pesadilla de Argento. A ratos, el terrorismo radical de la Baader-Meinhof aparece como telón de fondo en este cuento de brujas solidarias, como un eco violento del exterior que rebota en las paredes de este matriarcado infernal. Todo el filme está recorrido por el peso del nazismo y la herencia negra del Holocausto, sobreexplicando lo que Argento sugería en una sola y brillante secuencia (el asesinato del ciego en la plaza Konigsberg de Munich, escenario habitual de desfiles hitlerianos). Las relaciones de poder y sumisión entre brujas y alumnas (en especial, entre Madame Blanc –hipnótica Tilda Swinton– y Susie) remiten al cine de Fassbinder. La superficie de las imágenes de «Suspiria» está saturada de significados. ¿Con qué fin? Es una incógnita.