La Corona británica investigará su relación con la esclavitud
Un documento, publicado por «The Guardian», muestra una transacción a Guillermo III por valor de 1.000 libras esterlinas procedente de la Royal African Company
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Los males de la corona británica prosiguen. Parecen ya una enfermedad congénita. A los escándalos sucesivos que han ido jalonando su último devenir, una popular serie que destapaba secretos revelados y otros no tan conocidos, la renuncia del príncipe Harry, las entrevistas de Meghan Markle y la autobiografía de segundón airado, hay que sumar ahora una nueva e imprevista causa, como adelanta el diario «The Guardian». En plena época de revisionismos y correcciones políticas, cuando las esculturas y bustos de los viejos héroes que parecían sostener el mundo son derribados sin miramientos ni compasión de sus peanas, resulta que un documento viene a incomodar al sucesor de Isabel II. El rey Carlos III, que será coronado en solemne ceremonia el próximo 6 de mayo –se espera que sea uno de los «hits» de las cadenas de televisión de este año– , no ha iniciado su reinado con una buena andadura. Su mal humor, sus aires y unas maneras contagiadas de soberbia fueron desenmascarados de una manera totalmente involuntaria por una descuidada pluma destintada que arruinó los días de su llegada y dejó a la luz pública, una vez más, su temperamento. Ahora, un documento histórico inédito, que ha sido encontrado recientemente en los archivos públicos y que no se había visto con anterioridad, muestra los vínculos de la corona británica con el comercio de esclavos procedentes de África. Casi nada. Este testimonio recoge una transferencia en 1689, según indica el rotativo inglés, de unas acciones de la Royal African Company por un valor de 1.000 libras esterlinas al monarca Guillermo III.
El asunto tiene mucha más miga si se atiende a los detalles. Resulta que esta empresa pertenecía a Edward Colston. ¿Recuerdan quién era? ¿Su apellido no les suena? Su nombre tomó una imprevista popularidad en plena oleada del Black Lives Matter, cuando una multitud se dirigió a los muelles de Bristol y arrojó al agua su espléndida efigie, después, eso sí, de haberla asaltado y embadurnado con pintura roja. La Casa Real Británica no ha perdido el tiempo en un asunto tan delicado. Enseguida ha salido a atajar el problema, que, con la coronación a la vuelta de la esquina, no está para que esto salpique demasiado. Así que, aunque ha declinado hacer una declaración sobre este incómodo pero revelador documento, por primera vez en la historia, como indica «The Guardian», ha afirmado que apoya un proyecto, copatrocinado por Historic Royal Palaces, para investigar, aclarar y poner negro sobre blanco la partición que ha tenido la corona inglesa en el comercio de esclavos a finales del siglo XVII y principios del XVIII entre ambas orillas del Atlántico. Este periódico recoge también la declaración de un portavoz del Palacio de Buckingham que afirmaba que «este es un tema que Su Majestad se toma muy en serio. Como señaló Su Majestad a los jefes de gobierno de la Commonwealth en Ruanda el año pasado: “No puedo describir la profundidad de mi dolor personal por el sufrimiento de tantos, mientras continúo profundizando mi propia comprensión del impacto duradero de la esclavitud”»